Mediaset es sinónimo de televisión en abierto colmada de publicidad, ya sea en Italia, donde nació en 1993, o en España, donde controla la cadena -'Telecinco'- que cada mes se alza como la más vista del país. Y es un símbolo porque en estas poco más de dos décadas de vida, Mediaset ha levantado un imperio que factura 3.400 millones de euros al año, emplea a 6.000 personas, está presente en casi media docena de países, maneja un satélite de empresas con intereses en la publicidad, la producción de contenidos o Internet, y es una pieza clave también para el futuro de la industria de la televisión, sacudida por el envite del vídeo bajo demanda y los canales de pago.
Mediaset puso una pica en el negocio del pago a raíz de la llegada de la británica Sky a Italia en 2003. La oferta que traía consigo la marca de Rupert Murdoch suponía una seria amenaza para el holgado liderazgo que entonces ostentaba Mediaset en el mercado del entretenimiento televisivo en Italia, lo que llevó a la compañía del polémico Silvio Berlusconi a lanzar canales temáticos gratuitos y cadenas de pago en una plataforma, Mediaset Premium, que vio la luz en 2005.
Sin embargo, el pago no era el coto de Mediaset y aquella apuesta estaba por encima de las posibilidades de un Grupo cómodo en la televisión en abierto y el mercado publicitario. La aventura salió cara, como recuerda el diario francés 'Les Echos', pero se trató de solventar casi una década después, cuando Mediaset firmó un acuerdo con la francesa Vivendi para venderle sus canales premium. Los franceses se echaron atrás y Mediaset los denunció. El caso sigue en Tribunales y hasta ahora ha tenido un impacto negativo superior a los 300 millones de euros en las cuentas de Mediaset.
No ha sido el primer negocio fallido del grupo italiano. Antes ya había fracasado en Francia y Alemania. No así en España, donde se hizo con el pleno control de 'Telecinco' en 2003 y amplió su poder con la llegada de la Televisión Digital Terrestre (TDT), que le dio más canales, y, sobre todo, con la compra a Prisa de 'Cuatro', la cadena en abierto nacida en 2005 tras la reconversión de 'Canal+' en un canal en abierto. Mediaset España forma, junto a Atresmedia, el llamado "duopolio televisivo", por su inmenso poder en el mercado televisivo en abierto. No en vano, los canales de Mediaset España acapararon el 28 % de la audiencia de televisión en abierto en abril, con 'Telecinco' como cadena más vista, superando el 14 % de la cuota de pantalla. España no deja de dar alegrías al grupo italiano, que con su apuesta por la producción de cine local (obligado por una ley española) ha logrado producir algunas de las películas más taquilleras de los últimos años, lo que supone una vía de ingresos adicional a un Grupo que también apuesta por Internet (en realidad desde sus inicios, al menos en Italia).
La televisión de pasa a la Red, aunque muchos no se hayan dado cuenta.
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Sin embargo, en la sede milanesa de Mediaset son conscientes de que el grupo se mueve bien en el mercado de la televisión en abierto. Y aunque casi todas las voces apuesten por el hipotético y futuro final de la televisión en abierto cuando sucumba a las plataformas de pago, el mercado publicitario sigue dando señas de fortaleza. En 2018, en Italia representó 8.200 millones de euros, incluyendo los 3.000 millones de la publicidad digital. La mitad del montante fue a parar a la televisión, donde Mediaset se llevó el 39 %. En España es un panorama similar: Mediaset y Atresmedia se llevaron 1.915 millones de euros por publicidad en 2018. Mediaset obtuvo beneficios superiores a los 200 millones. Aunque no todo fue de color de rosa, porque ese mismo año, y en lo que muchos expertos consideran un ataque injustificado en Bolsa, las acciones de Mediaset perdieron el 40 % de su valor (las de Atresmedia, el 50 %).
En este contexto, Pier Silvio Berlusconi, hijo de 'Il Cavaliere', reconoció recientemente que son "un grupo de televisiones gratuitas [...] que continúan alcanzando cifras significativas de audiencia, lo que trae publicidad". Y aunque eso es totalmente cierto, no lo es menos la progresiva y probable reducción del peso de esas audiencias precisamente por las plataformas como Netflix o Amazon Prime Video, que a cambio de pequeñas cuotas mensuales eliminan la, en ocasiones, molesta publicidad, mientras permiten a cada espectador diseñar su propia parrilla. Mediaset, como es lógico, tiene su propia y potente plataforma de vídeo bajo demanda (Mitele.es en España), pero en ocasiones hay que ir más lejos aunque eso suponga volver a jugar con el fuego que una vez te quemó. Por eso están en conversaciones con la francesa 'TF1' y con la alemana 'ProSiebenSat' para crear un Netflix europeo que aspira a facturar 10.000 millones de euros y a arrojar beneficios de 1.500 millones. Si algo ha caracterizado a Mediaset en todo este tiempo es haber sabido moverse cuando el mercado así lo ha requerido, a pesar de que en ocasiones un vistazo a su programación lleve a pensar lo contrario.