La compañía utiliza 45.000 robots en sus centros logísticos, pero en paralelo contrata a millares de personas para que trabajen junto a las máquinas.
La cara negativa de la robótica parece ser la de la pérdida de empleos para los humanos: si los robots son capaces de hacer los trabajos sin exigir un sueldo, una jornada laboral pautada, vacaciones o cotizaciones a la Seguridad Social (y encima son más rápidos y eficientes, y no cometen errores)... ¿qué papel tendrán las personas el día de mañana? Existen, incluso, cifras para este apocalipsis para el empleo: un informe de McKinsey estima que el 49% de las actividades laborales podrán ser totalmente automatizadas en las próximas décadas. Eso equivale a 1.100 millones de personas en todo el mundo.
Sin embargo, a medida que avanza la robótica se ven ejemplos en la otra dirección, la que sostienen los defensores de esta nueva realidad: a más robots, también habrá más empleo. Y mejor, porque será más cómodo para los trabajadores, más cualificado (lo que conlleva mayores sueldos) y más estimulante para las personas, al eliminarse los trabajos repetitivos que terminan quemando a quienes los hacen.
Uno de esos ejemplos es el de Amazon: la tienda de Jeff Bezos emplea a 45.000 robots en sus centros logísticos, una cifra que sólo en 2016 aumentó un 50%, desde los 30.000 del año anterior, y que tiene su origen en la compra, en 2012, de Kiva Robotics por 775 millones de dólares. Curiosamente, los 15.000 robots adicionales no han significado menos humanos. Al contrario: en paralelo, Amazon ha seguido contratando a personas y planea crear 100.000 nuevos empleos durante los próximos 18 meses sólo en Estados Unidos. En España contratará a 500 personas durante 2017. Todos ellos serán humanos.
Que a medida que aumenta la penetración de robots lo haga en paralelo el número de humanos tiene varias explicaciones. La primera, que gracias al uso de robots Amazon ahorra costes y gana en eficiencia y rapidez, lo que permite bajar los precios de sus productos y ofrecer una mejor experiencia a sus clientes. De este modo, más personas se animan a comprar en esta tienda, lo que incrementa el nivel de pedidos y obliga a la compañía a reforzar su capacidad con nuevos centros logísticos (que requieren más empleados) y más repartidores (aunque sean de empresas externas). Un círculo vicioso en el que cada vez entran más robots, pero en paralelo lo hacen también más personas.
En el fondo de esta historia reside la evidencia de que este modelo no durará para siempre. Se llegará a un punto en el que Amazon no crecerá más, por lo que no necesitará seguir aumentando su plantilla. En paralelo, es posible que el avance de la robótica permita que las máquinas realicen nuevas tareas, muchas de ellas actualmente en manos de personas. Si esto es así, es posible que en el futuro exista una sustitución real y efectiva de humanos por robots en una empresa como Amazon. Pero hay que tener en cuenta que el techo de Amazon todavía está lejos de alcanzarse, ya que actualmente apenas tiene 14 versiones en otros tantos países (a pesar de llegar a cualquier país que se precie, tanto para compradores como para vendedores).
Por el momento, en los centros de Amazon los papeles están repartidos. Mientras que
los robots realizan tareas regulares y predecibles, como cargar peso o trasladar mercancías de un lugar a otro, las personas se encargar de la selección de los productos, su embalaje y su colocación tanto en los camiones como en los estantes del almacén, siguiendo siempre una serie de técnicas para optimizar el espacio disponible. Un tándem perfecto. Por ahora.