Un sistema de encriptación sólo permitirá a determinados usuarios acceder a algunas páginas web, que estarán encriptadas con una clave.
La cara oscura de Internet está repleta de webs a las que cualquier persona puede acceder con navegadores como ‘Tor’ (The Onion Router, o ‘el enrutador cebolla’). Sin embargo, la privacidad radica en que nadie puede conocer dónde están alojados los contenidos. Esta apertura de algunas webs y foros a los ojos de cualquiera (incluidas las Autoridades) ha dado problemas a los amantes de la ‘Dark Web’, que han visto cómo algunas redadas policiales terminaban con sus pasatiempos… ilegales.
Para evitar este sinsentido, los promotores de Tor han ideado un nuevo modelo de web oscura que crea, de paso, un nuevo concepto del propio Internet: webs cuyo alojamiento es anónimo y cuya existencia es desconocida. El Internet oficial, en cierto modo, es parecido: necesitas conocer una URL para acceder a esa web, a pesar de que Google ha hecho lo posible para saltarse este paso y ofrecer un amplio abanico de webs cuyas direcciones desconocíamos. Aquí no habrá Google que valga, ni siquiera los repositorios que actúan como tal en la Dark y Deep Web, ya que para acceder a estas nuevas páginas, que cualquiera podrá crear, será necesario conocer explícitamente su existencia y, además, poseer una clave para acceder a ella.
“Alguien podría crear un servicio oculto sólo para ti, que sólo conocerías tú, y su existencia no podría descubrirla nadie”, explica Nick Mathewson, cofundador del Proyecto Tor. “Esto proporcionaría una base mucho más sólida para sistemas relativamente seguros y privados que los que hemos tenido antes”.
En el nuevo sistema el propietario de la web no publicará en los directorios la URL, sino una clave criptográfica única (si así lo desea). Pero “la red de Tor no va a dar ninguna manera de conocer la dirección que no conozcas ya”, aclara Mathewson. Es decir: por mucho que la dirección esté publicada, será necesario conocer cómo acceder a ella. Tampoco se conocerá de antemano qué contiene esa web, dado que estas claves podrán tener hasta 50 caracteres (actualmente son 16 y en ocasiones describen vagamente el contenido). Las Autoridades, con este sistema, no tendrían forma de conocer ni la existencia de esa web ni la forma de acceder a sus contenidos.
Preguntado acerca de los delitos que este sistema podría encubrir (los más populares en la Dark Web son tráfico de drogas, armas y pornografía infantil), Mathewson piensa que “la humanidad merece privacidad, aunque algunas de las cosas que las personas hacen con ella sean algo que preferiríamos controlar”.