Apple lleva más de una década sorprendiendo cada año con nuevos modelos de iPhone, el smartphone por antonomasia que abrió una nueva era en la forma en que nos relacionamos con la tecnología y que, sin exagerar, cambió el mundo para siempre. Al menos hasta que se demuestre lo contrario.
Tras el iPhone, Apple abrió un nuevo mercado, el de las tablets, con la llegada del iPad, en 2010. Una nueva inundación de dispositivos que, junto con los ordenadores que llevaba décadas desarrollando y vendiendo, han llevado a Apple a tener actualmente en circulación 1.400 millones de dispositivos, entre los cuales también se cuentan los Apple Watch, su reloj inteligente, los Apple TV e incluso el recién llegado HomePod, su altavoz inteligente. Un amplio catálogo de hardware que en realidad es una carcasa que debe ser rellenada de 'servicios': algo que hacer con ellos. La compañía creó en paralelo a la llegada del iPhone el ecosistema de las apps, un mercado multimillonario pero de extrema competencia, hasta el punto de que la conversación (y nunca mejor dicho) está en manos de Facebook, Google o Microsoft, además de una maraña de pequeños actores capaces no solo de sobrevivir, sino de destacar. Véase la desconocida Bytedance y su 'Tik Tok', la app que arrasa entre adolescentes.
El negocio de las apps no está en manos de Apple, convertido en uno más a pesar de jugar en su terreno: muchos son los usuarios de iPhone que ven películas en Netflix, navegan con Chrome o escuchan música en Spotify. El consuelo sería tener, al menos, el control del dispositivo, pero ni siquiera en eso lidera: se calcula que casi el 87 % de los smartphones vendidos en 2018 funcionan con Android, el sistema operativo de Google. Apple apenas representó el 13,2 %, aunque con una subida de casi un punto respecto al periodo anterior. El problema es que los iPhone cada vez tienen menos que ofrecer, ya que la capacidad de los fabricantes para continuar sorprendiendo cada año se reduce por el simple hecho de que la tecnología no es capaz de avanzar al mismo ritmo. La mayoría de las mejoras son pura cosmética, pero el precio de los terminales cada vez es más elevado. Y esto sucede en paralelo a la emergencia de actores, principalmente asiáticos, capaces de fabricar teléfonos extremadamente similares a los iPhone en cuanto a rendimiento y prestaciones... a un precio muy inferior. Las ventas de iPhone han descendido en 2018 por primera vez, en parte porque también se está alcanzando el techo en la penetración de móviles (aunque todavía existen importantes oportunidades en India y África, pero en estos países penetran mejor teléfonos de las gamas baja y media, y además India alumbra sus propios fabricantes).
Con este panorama, la estrategia de Apple pasa por poner el foco en la venta de 'servicios' con el objetivo de mantener abierto el flujo de ingresos aunque venda menos dispositivos. No es una sustitución, pero sí una forma de reducir la excesiva dependencia del iPhone, principalmente. En 2018 Apple ingresó casi 167.000 millones de dólares gracias a las ventas del iPhone, frente a los 25.000 millones del Mac o los 19.000 millones del iPad. Su segunda vía de ingresos más importante fueron... los servicios: 37.200 millones de dólares.
Aunque se estime en 900 millones el número de teléfonos iPhone activos ahora mismo, el objetivo de Apple con sus servicios no es tanto este grupo de fieles consumidores (a los que sin duda podrá venderles con cierta facilidad sus plataformas, como la de películas y series o la de noticias que presentará en breve). El verdadero objetivo podrían ser los usuarios de Android: la mayoría del mercado. Personas de las que ahora no recibe ni un céntimo porque no compran sus dispositivos, y los que tienen los alimentan con las plataformas de Google, Facebook, Amazon... Un negocio que se está esfumando en sus propias narices, y que ha llegado el momento de tratar de conquistar. La lógica es sencilla: no importa que no compren mis dispositivos siempre y cuando gane dinero con ellos vendiéndoles otros productos que sí están dispuestos a consumir, y en los que puedo participar en igualdad (o superioridad) de condiciones. Porque Apple está ultimando su plataforma de vídeo bajo demanda, pero ya lleva invertidos 1.000 millones de dólares en la producción de contenido original. Está lejos de los 8.000 millones de destinó Netflix en 2018 a producir películas y series, pero hay que tener en cuenta que Apple todavía no se ha lanzado al mercado y que muchos usuarios de Android en realidad lo son porque no pueden permitirse comprar un iPhone. Poner ante ellos la posibilidad de ser clientes de Apple aunque sea comprando sus películas, series y noticias por apenas 10 dólares al mes puede ser una oportunidad de oro para pescar futuros y esforzados compradores de iPhone entrando por la puerta grande en los dispositivos de la competencia. Una estrategia que dará mucho que hablar.