No es ningún secreto que las redes sociales son adictivas. Podemos pensar que es por los contenidos que podemos encontrar y compartir en ellas, pero lo cierto es que sus diseñadores se esmeran en potenciar al máximo la experiencia y usabilidad para que sean tan cómodas como atractivas: irresistibles. De hecho, hay quien dice que el propio diseño de las redes sociales fomenta que compartamos mensajes, fotos, vídeos o enlaces con terceros.
Hasta ahí todo parece correcto, salvo para nuestro preciado y limitado tiempo, que en ocasiones se desangra entre likes, recomendaciones, perfiles y muros. Nada que una semana en el desierto no pueda curar. Hay cosas más graves, como las que denuncia un grupo europeo de defensa de los derechos de los consumidores al que respalda el gobierno de Noruega: algunas redes sociales podrían estar utilizando trucos para que aceptemos una política de privacidad tirando a abusiva. Algo que habría sucedido a raíz de la entrada en vigor del GDPR del que tanto hemos hablado en las últimas semanas.
Como ya hemos explicado, una de las claves del GDPR es que las empresas están obligadas a facilitar a los usuarios la configuración de la privacidad, en un derroche de transparencia que busca mejorar procesos que hasta ahora eran complejos probablemente de manera consciente.
Sin embargo, y como "hecha la ley, hecha la trampa", algunas redes sociales como Facebook supuestamente estarían utilizando trucos para ir un poco más lejos: que aceptemos políticas de privacidad invasivas aun dentro de la ley.
El ejemplo que ponen los denunciantes es la tecnología de reconocimiento facial de Facebook, cuyo objetivo oficial es "ayudar a proteger de extraños" y "decir a las personas con impedimentos visuales quién está en una foto o vídeo". Un avance tecnológico en aras de la comunidad e integración... al que es difícil negarse: Facebook 'amenaza' a sus usuarios con una posible pérdida de seguridad en caso de no aceptar participar en este sistema. Un truco conocido como 'Dark Pattern', o patrón oscuro, en la jerga digital, y que implica, en este caso, utilizar el miedo para influir en la elección del usuario.
Otro capítulo serían las amenazas de cierre de la cuenta en caso de no aceptar el conjunto de términos y condiciones de uso, una decisión que parece tener que tomarse en el momento, sin dejar apenas margen al usuario para que pueda analizar con detenimiento las normas que le invitan a aceptar si quiere continuar utilizando el servicio.
"La combinación de incumplimientos intrusivos de privacidad y el uso de patrones oscuros empuja a los usuarios de Google y Facebook, y en menor medida de Windows 10, hacia las opciones menos amigables con la privacidad, en un grado que consideramos no ético", explican los denunciantes. Facebook se defiende alegando que se ha adaptado al GDPR tras 18 meses de intenso trabajo para lograrlo.
Llegados a este punto, es cierto que se trata de un comportamiento que hemos visto incluso entre medios de comunicación: algunos muestran un mensaje antes de entrar a su web en el que te obligan a aceptar su nueva política de privacidad antes de acceder al contenido. Si bien es cierto que podemos gestionar para qué se utilizará nuestra información recopilada, también es cierto que hay determinadas normas que no podemos gestionar si queremos acceder al contenido. Lo tomas o lo dejas. Algo lógico que sucede con casi todos los productos y servicios que circulan por el mercado, pero que en el entorno digital se mira ahora con lupa por la creciente preocupación de los usuarios por su privacidad.