Llevamos mucho tiempo hablando de los coches autónomos, casi siempre explicando simplemente en qué consiste. La industria automovilística ya ha puesto fecha a la mayor revolución de la historia para el sector del transporte: 2019. En apenas dos años será posible y viable comprar un vehículo que no necesitará que lo conduzcamos. Será una opción más en el mercado. Como antes los elevalunas eléctricos o el equipo de música.
La llegada de estos vehículos obligará a cambiar muchas leyes y a replantear el modelo de movilidad actual. El 90% de los accidentes se deben a un error humano, por lo que la reducción al mínimo de la mortalidad en carretera será un hecho. La industria aseguradora será una de las que tendrá que replantearse el negocio, pero no será la única: junto a la autonomía llegarán los motores eléctricos como norma general, lo que también obligará a las compañías de carburantes a reformular sus productos. Para 2030, el 50% de los vehículos serán eléctricos, frente al 10% actual, según un informe de Opel.
El principal escollo para la implantación del coche eléctrico es la escasa autonomía que tienen hasta ahora, unido a la dificultad para encontrar de puntos de carga y al tiempo que se tarda en repostar electricidad. La buena noticia es que la industria sigue evolucionando y la autonomía es cada vez mayor: la propia Opel lanzará este año el Ampera-e, con 500 kilómetros de autonomía.
La fusión de electricidad y autonomía cambiará por completo no sólo el propio diseño de los vehículos (están incorporando nuevos materiales, como el aluminio o la fibra de carbono), sino la idea que tenemos de ellos: muchos auguran el fin del volante y su sustitución por un joystick que permita controlar otros parámetros.
Por otra parte, si podemos soltar las manos del volante, los viajes se convertirán en una oda al ocio. Por eso los fabricantes apuestan por el coche conectado: en 2022 habrá 700 millones de vehículos en el mundo con acceso a Internet, probablemente con conexión 5G. Gracias a esto, los pasajeros podrán ver películas, escuchar música, leer noticias, jugar a videojuegos o comunicarse con otras personas. Los vehículos también se conectarán entre sí para intercambiarse datos sobre la ruta. Y los pasajeros contarán con asesores (humanos) que ayudarán a planificar mejor los viajes. Esta última opción ya existe en algunos vehículos de Opel, el sistema OnStar.
Eso sí, todos estos cambios en los vehículos probablemente modificarán el mercado actual: muchas personas no tendrán un coche en propiedad, ya que en realidad sólo se utilizan el 4% del tiempo, según explican algunos informes. Las plataformas de consumo colaborativo parecen la respuesta: podrás utilizar un coche cuando lo necesites sin necesidad de que sea tuyo. Los precios serán más competitivos (aunque ya existen servicios con un coste muy bajo) y tal vez puedas elegir entre utilizar un coche... o volar. El futuro se mueve.