Ningún sector escapa a la revolución digital. Tampoco el jurídico, que ya tiene palabra: ‘Lawtech’. Designa a empresas, en su mayoría start-ups, centradas en crear nuevas formas de trabajar en bufetes de abogados, principalmente combinando el uso del Big Data con Inteligencia Artificial. El objetivo no son abogados-robot (aunque todo llegará de una u otra forma), sino ganar eficiencia para reducir el tiempo que requiere la preparación y defensa de un caso… y la cuenta que deberá pagar el cliente.
Para lograrlo, muchos bufetes de abogados están automatizando las tareas burocráticas, lo que en parte romperá el modelo de facturación por hora: la revisión de documentos por parte de una máquina requiere mucho menos tiempo, por lo que el servicio final será más barato para el cliente pero menos rentable para el bufete. La tendencia, sin embargo, es imparable, lo que obligará a los despachos de abogados a adaptarse a esta nueva realidad. No todo será tan negativo, ya que aunque disminuya el número de horas que pueden facturar, aumentará la precisión a la hora de defender a los clientes. Todo gracias a la combinación de tecnologías, que permitirá crear patrones y tendencias, permitiendo incluso adelantarse a lo que sucederá para disminuir el riesgo de perder casos en el futuro.
El sector está planteando la revolución como una herramienta más a la hora de trabajar, aunque la compañía Ross Intelligence, surgida a raíz de un proyecto de la Universidad de Toronto, ha desarrollado un ‘abogado de Inteligencia Artificial’ basado en IBM Watson capaz de rastrear leyes y sentencias para encontrar argumentaciones de casos similares al tratado, permitiendo a los abogados de carne y hueso diseñar mejores estrategias. Este proyecto está siendo financiado por el fondo de capital riesgo NextLaw Labs, creado por el despacho de abogados Dentons. La carrera del ‘Lawtech’ ha comenzado.