La plataforma estadounidense ha destinado 8.000 millones de dólares en 2018 a la producción y compra de películas y series, y no escatima en presupuesto para conseguir los mejores contenidos del mercado. Sin embargo, en 2019 llegarán dos potentes competidores que podrían poner en peligro su reinado televisivo, aunque también servirá para que sigan tirando la casa por la ventana con la intención de mantenerse en un lugar preferente.
Hasta septiembre, Netflix había ingresado más de 11.000 millones de dólares gracias a los alrededor de 140 millones de usuarios que abonan cada mes una cuota a cambio de disfrutar de un catálogo de películas y series que no deja de crecer... a golpe de talonario: la compañía ha destinado en 2018 alrededor de 8.000 millones de dólares a la producción y compra de contenidos. Porque son dos las patas de la compañía. La primera permite gozar de la exclusividad de tener en el catálogo joyas como 'Stranger Things' o éxitos como 'Narcos', algo que nadie más puede emitir. La segunda permite hacerse con 'La casa de papel' y lanzarla a la conquista del planeta o seguir ganando dinero a costa de 'Friends', 'The Office' o 'Gossip Girl', viejas glorias que cerraron hace años pero que, según Nielsen, son responsables del 80 % del tráfico en la plataforma. Contenidos de terceros que cobran una nueva vida en la plataforma, en un modelo que fusiona nuevas producciones con clásicos y que está funcionando, pero que en 2019 se agrietará poniendo en riesgo el reinado absoluto de una compañía que ha cambiado el mundo del entretenimiento.
En apenas unos meses, tanto Disney como Warner Bros. pondrán en marcha sus propios servicios al estilo de Netflix, y la lógica invita a pensar que buscarán recuperar los derechos de algunos clásicos. Esto dejaría al catálogo de Netflix sin contenidos de Disney, 21st Century Fox y la propia Warner Bros. Un torpedo en la línea de flotación de la compañía, que busca compensarlo desde hace tiempo creando sus propios contenidos y llegando a acuerdos con operadores menos poderosos para comprar sus contenidos (véase Atresmedia, que ahora produce series y se las ofrece primero a la plataforma). En ocasiones, dichos acuerdos llegan con otros poderosos actores de la industria, como el recientemente estrenado con Movistar+.
Un insuperable ritmo de producción
En la búsqueda por dotarse de productos exclusivos, Netflix está tirando la casa por la ventana: solo en 2018 ha producido 80 películas, más de una a la semana. Ningún estudio de cine lleva ese ritmo. Y ninguna cadena de televisión pone encima de la mesa la misma cantidad de dinero que Netflix está dispuesta a desembolsar por sus series. La plataforma destina 5 millones a cada capítulo de 'House of Cards', 8 millones a cada episodio de 'Stranger Things' y hasta 13 millones por cada entrega de 'The Crown'. Y ni siquiera le parece mucho, ya que ha reconocido que está dispuesta a desembolsar hasta 20 millones de dólares por capítulo si la serie lo merece. Todo sea por seguir ganando suscriptores a lo largo y ancho del mundo y, sobre todo, para mantenerlos atados a la plataforma, hasta el punto de que estas plataformas están dispuestas a dar luz verde a películas y series que gusten al 0,5 % de sus espectadores porque "si esa serie es la razón por la que el 0,5 % elige suscribirse, eso es suficiente para justificarlo", como explica Joshua Gans, un economista australiano experto en competencia. El 0,5 % de 140 millones de abonados son 700.000 usuarios, que a una media de 9 euros mensuales representan 6,3 millones de euros en ingresos cada mes.
Compañías como Netflix, y en realidad todas las del sector, son conscientes de que la competencia aprieta. La que más lo hace es HBO, que cuenta en su catálogo con fenómenos como 'Juego de Tronos' o 'Westworld', series a las que dedica 10 millones de dólares por capítulo. Pero quien pisa con la fuerza de un gigante sin miedo a nada y dinero de sobra es Amazon Prime Video. La plataforma de Jeff Bezos pagó 250 millones de dólares por los derechos de 'El Señor de los Anillos', un producto que desea convertir en serie para que sea su buque insignia. Se espera que entre la compra de los derechos y la producción desembolse alrededor de 1.000 millones de dólares sin que le tiemble el pulso.
Las plataformas de pago destrozan a las televisiones tradicionales
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El futuro de Netflix: de momento, seguir como hasta ahora
Con estas cifras, probablemente Netflix tendría que temblar, tal vez consciente de que el mercado de las OTT (Over the Top) roza la burbuja y está creando a su vez una burbuja paralela en el mundo de la producción de contenidos. Las magnitudes que mueven estas compañías se pueden comprender mejor vistas en perspectiva: Movistar+, la compañía que más ficción ha producido en España en 2018, ha destinado unos 70 millones de euros y ha alumbrado 14 series originales durante el año, la mayoría con gran éxito tanto de crítica como de audiencia. Con esos 70 millones de euros ni siquiera se cubre una temporada completa de 'Juego de Tronos'.
Esta burbuja ha duplicado el coste de un episodio en los últimos años, hasta una media de 5 millones de dólares. También ha provocado un crecimiento del 125 % en el número de nuevas series que llegan a las pantallas cada año: 487 en 2017, según FX Networks. En 2018 se ha llegado a 495 títulos, de los cuales la mayoría (160) han sido responsabilidad de las plataformas digitales (el resto: 146 de las cadenas en abierto, 144 de los canales por cable y 45 de los canales premium de pago). La razón de este dispendio está en la propia naturaleza de estas plataformas, como ha llegado a reconocer John Stanley, el máximo responsable de HBO: "Estamos compitiendo con dispositivos que están en manos de personas y captan su atención cada 15 minutos", dijo hace poco refiriéndose a los móviles. "No se trata de horas a la semana o de horas al mes, nosotros necesitamos horas al día", añadió.
Las plataformas VOD (Video On Demand, vídeo bajo demanda) compiten entre ellas, pero también con
televisiones tradicionales, música, videojuegos, cine, salidas al mundo real (de compras o a restaurantes), conversaciones con amigos, smartphones... Y ninguna de esas actividades debe robar la suficiente cantidad de tiempo a cada usuario como para que deje de rentarle pagar los mínimo 5-8 euros mensuales que cuesta abonarse a estas plataformas. Porque entonces el negocio se resentirá de verdad, probablemente más que cuando Disney y Warner Bros., e incluso
Apple y Facebook, lancen sus propias plataformas repletas de contenidos que
compitan por nuestra atención. Un juego que comienza entre bambalinas, con la incesante lucha por
conseguir los mejores contenidos al precio que sea. Baste un ejemplo para ilustrarlo: el director británico
Adam Randall había conseguido recaudar a duras penas 600.000 dólares para producir
'iBoy', un thriller de ciencia ficción para adultos jóvenes. En 2015, Netflix le echó el ojo... y el lazo:
en apenas una hora, compró el guion y elevó el presupuesto a 1,5 millones de dólares. El pasado mes de enero 'iBoy' se convertía en la primera película original de Netflix producida en Reino Unido, distribuida "a una audiencia internacional mucho más amplia de lo que jamás hubiera esperado",
según ha reconocido un asombrado Randall.