El teletrabajo, la innovación y el uso de nuevas tecnologías, puede hacer de esta pequeña isla en medio del Atlántico un referente mundial
27/04/2021@17:23:47
Sobre el mar inmenso que tranquiliza la vista y la ensancha casi desde cualquier punto de la isla, salpicada de vertiginosos barrancos y curvas infinitas, no había visto otro azul resplandeciente en décadas de patear el mundo. El campo, incluso los campos de lava, estaban verdes, amarillos y ocres, este mes de abril todavía pandémico. La tan ansiada lluvia había sido propicia este invierno en este portaviones de 268 kilómetros cuadrados y 10.500 habitantes declarado Reserva de la Biosfera. Lonely Planet la recomienda como destino estrella de este 2021. Muy merecidamente. No es solo sus inclinadas sabinas que rinden pleitesía al viento inclemente, ni sus increíbles piscinas naturales que las olas baten espumando el negro basalto, sino también el empeño de algunos de sus clarividentes moradores, tal vez debo decir moradoras, que intentan con admirable tesón llevar este territorio, que fue uno de los más pobres de Canarias, a la vanguardia del siglo XXI. Los valores medioambientales son la punta de lanza de unos planes basados en la innovación, la calidad y no la cantidad de oferta diferenciada, que pueden hacer de esta isla no solo un laboratorio para toda Canarias sino un ejemplar diamante para el mundo pospandemia.