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No importa lo que seas. Importa lo que sueñes. Y que esa visión onírica intentes cada mañana hacerla realidad durante la vigilia. Porque el líder que sueña, es el líder visionario capaz de transformar su entorno.
En la autobiografía de Nelson Mandela de 1994, “Long Walk to Freedom” (Un largo camino hacia la libertad), comparte con los cientos de miles de lectores de todo el mundo cuáles fueron las dificultades, al mismo tiempo que su determinación y valor, para mantener vivo su sueño de libertad para su país, a pesar de sufrir el encarcelamiento durante 27 años. Su sueño y su visión fueron los que como gran líder político finalmente trajeran la libertad y el cambio social que el nuevo tiempo de la época exigía a un gran país como es Sudáfrica, para que saliera de un estancamiento histórico en materia racial.
Uno de los debates más importantes que se sigue dando uno y otro día es el de la manera en que la ética debe integrarse en el desarrollo tecnológico. No es una cuestión meramente académica, sino que tiene consecuencias prácticas.
Debemos partir de la base que la responsabilidad no tiene por qué obstaculizar la innovación. Esta es una falacia utilizada con fines particulares, no de interés general
Es que durante mucho tiempo nos hemos visto dominados por una especie de mantra (cuestión que desmentimos rotundamente) por la creencia de que la regulación, ya sea en forma de legislación por parte de los legisladores o prácticas éticas internas de cualquier organización, termina siendo una frontera, ese límite natural que bloquea todo el sentido que debe tener la innovación. Y esto es rotundamente falso.
Nuestra búsqueda continua de nuevos enfoques en materia de liderazgo, con frecuencia nos trae algunas dificultades entre lo que se propone desde el punto de vista de la investigación académica y la posibilidad de su implementación práctica, a través por supuesto, de las políticas que los gobiernos implementan en sus respectivos países.
Vamos a abordar hoy una temática que está despertando la atención por fin de políticos, porque sin duda, ya ha despertado el interés hace un tiempo de los investigadores de los ámbitos sociales y económicos.
Estamos seguros que es momento propicio para hacer un repaso de cuáles son, según nuestra visión, aquellos ámbitos del liderazgo que deberán marcar los tiempos en 2022 y los años subsiguientes. Porque somos muchos los analistas, expertos, directivos y también bastantes líderes empresariales, además por supuesto de nuestros colegas académicos, que no estamos muy persuadidos sobre cómo va a ser el comportamiento del liderazgo en breve, si partimos de la base del tipo de liderazgo que hemos experimentado en los últimos dos años, que justamente corresponden a las devastadoras consecuencias de la pandemia, primero en vidas humanas (que es lo que más nos importa), y en segundo lugar, en el crack que ha supuesto para una gran mayoría de empresas pymes a nivel global, con cierres que jamás se hubieran producido y con millones de puestos de trabajo perdidos.
No ha llegado a dos siglos y medio el tiempo transcurrido desde la Revolución Industrial que surgiera en Inglaterra, para que en este lapso (corto en la historia de la humanidad) se hayan logrado avances científicos y tecnológicos como el mundo jamás había conocido.
Vamos a hacer un repaso sobre la evolución de la industria desde el momento 0, que arranca con la Revolución Industrial en 1780 que consistía en máquinas que eran alimentadas (impulsadas) por agua y vapor. Justo noventa años después vino la electrificación masiva utilizando líneas de montaje en 1870. Cien años después, en 1970 se dio un paso gigantesco utilizando electrónica y computadoras, lo que consistía en la era de la automación. Y como típica aceleración del tiempo histórico en el que entramos en el pasado siglo XX, solo diez años faltaron para que en 1980 empezara el proceso de globalización por el cual la producción industrial empezó a llevarse a terceros países a fin de bajar los costes productivos.
En el presente nos encontramos en plena transformación digital, en la cual la introducción de dispositivos de conexión junto a “data analytics” y la inteligencia artificial, están causando un auténtico cambio de paradigma. Pero parece que todo el proceso de la Revolución Industrial de hace tan solo 240 años, sigue su curso y estamos hablando hoy día de la “industria 5.0”.
Si bien Ursula von der Leyen no tiene la misma espectacularidad que brindaba al Congreso de los Estados Unidos el discurso del presidente Obama en “The State of the Union Address” (Discurso sobre el Estado de la Unión), más allá de las formas, lo que sí es cierto que la presidenta de la Comisión Europea ha sido directa, profunda y con una mirada hacia el futuro en su discurso del estado de la Unión Europea.
Piensa en medio y largo plazo, como debe pensar un líder de su calibre. Es por ello, que desde esta tribuna que defendemos la doctrina y la renovación necesaria en el liderazgo político a escala global, nos congratula que haya una mujer liderando nuestra Unión Europea y que el pasado mes de septiembre la la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen hiciera su discurso anual sobre el “Estado de la Unión Europea 2021” con una profundidad que muchos detractores no esperaban.
| Discurso de la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen ante el pleno del Parlamento Europeo sobre la actuación coordinada de la UE. / Imagen: Centro de documentación europea de la Universidad de Granada. |
Nos ha golpeado a todos. Los atletas conocen muy bien los síntomas. Sobre todo, aquellos corredores de fondo que han chocado con el llamado ‘muro’. Se trata de uno de los enemigos más temidos de los corredores de larga distancia. El muro de la maratón es un desfallecimiento o falta de energía brusco y repentino que se produce más allá de la mitad de la carrera, entre los kilómetros 30 y 35. Y eso lo estamos viviendo estos últimos meses en todas las organizaciones, empresas y equipos de trabajo. La elasticidad de esta pandemia convertida en endemia ha generado la fatiga de muchos, también de los líderes.
En ocasión de una conferencia del que fuera el primer galardonado con el Premio Nobel de Economía, Paul Samuelson, uno de los autores más leídos con su famoso libro “Curso de Economía Moderna”, ante la pregunta de si la ciencia económica era una disciplina difícil, respondió: “No…la ciencia económica no es complicada, pero lo que sí nos presenta una gran dificultad es medir las consecuencias económicas de las decisiones políticas que se toman”.
Cuando no hay solución, es cuando surge la disrupción. Es la llave que abre las puertas de la Innovación en la Era Digital en la que vivimos. Y con esas gafas de ver la realidad en 3D es como los nuevos líderes tienen que buscar respuestas donde no las hay y encontrar alternativas que antes nunca se habían puesto en marcha.
Algunos le llamarán pensamiento lateral, otros que hay que salir de la caja. Hay decenas de técnicas, metodologías y herramientas para la innovación. Sin embargo, no es una manera nueva de plantear la resolución de problemas. Lo único que hay que hacer es dar dos pasos al lado, mirar las cosas con perspectivas nuevas, desde la distancia del tiempo o cultural, desaprender por unos instantes las lecciones de la escuela de negocios y afrontar la situación con las gafas del Líder Digital (Digital Leader).
Las ideas mueven el mundo. Nos lo creamos o no. De hecho, en nuestras vidas, las lecciones aprendidas en nuestra infancia o en la universidad también marcan nuestra toma de decisiones diarias. Son automatismos que en forma de atajos sentencian nuestra actuación, la reafirman y nos permiten conducir nuestro liderazgo efectivo.
Cada vez que conocemos más sobre la vida y obra de los grandes líderes de la historia, más nos damos cuenta que si bien el vocablo “disruptivo” no se ha usado hasta finales del siglo XX, sin duda aquellas personalidades políticas, militares o empresariales… todas las épocas tenían un pensamiento disruptivo.
Los falsos profetas de la modernidad nos asaltan con un argumento infalible para los charlatanes de feria que sólo persiguen la venta rápida: ¡porque tú lo vales! Es más que un eslogan comercial de champú. Se ha elevado a la enésima potencia la cultura de la autoestima, del empoderamiento personal, del auto aprendizaje, los libros de autoayuda, las etiquetas emocionales en cada objeto de despacho o empacho.
No se nos entienda mal.
Es imprescindible tener autoestima, confianza en lo que se hace, valores profundos, herramientas emocionales que nos hagan resilientes. Pero todo ello no se consigue a base de beber una bebida energética, llenar el ordenador de notas emotivas, lavarse la cabeza son determinado champú o comprarse una agenda de ‘mil ideas para triunfar’.
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