|
|
|
Con frecuencia las personas detectan que se están cometiendo abusos en su puesto de trabajo. Nunca hemos sostenido que desarrollar una carrera personal y profesional exitosa sea una cosa sencilla, más bien todo lo contario.
¿Es que se tiene que definir qué es el éxito en primer lugar? No necesariamente. Lo que sí estamos persuadidos, es que toda persona responsable quiere mejorar en su trabajo, tratando de ascender en la posición que ostenta en ese momento, vislumbrar un futuro promisorio tanto a nivel personal como que también lo desea para el de la empresa. Y este proceso es en definitiva lo que marca el camino hacia el éxito, lo que nos lleva más a una posición relativista en la que el éxito es producto de un proceso de dedicación, esfuerzo, responsabilidad, compromiso y honestidad en cada uno de los pasos que vamos dando en nuestra vida laboral y profesional. Como suele decirse, el éxito es una auténtica carrera no una meta en sí misma.
En momentos de tremendos cambios que se están operando en los mercados y en las estructuras de las organizaciones, la pregunta que deben formularse muchos directivos y líderes de organizaciones, es si ya han dado ese paso para convertir su liderazgo en la categoría de efectivo. Ese escalón al que todas/os los jóvenes profesionales aspiran a llegar.
De ahí que nuestra foto de portada corresponda a un eneagrama en el cual se muestran 9 tipologías de personalidad, que han sido estudiadas por diversos autores, siendo también variada la contribución como la utilidad que de este modelo puede obtenerse. Pero esto refleja una vez más, la cantidad de herramientas e instrumentos que están a disposición de los directivos, muy especialmente los que van asumiendo posiciones de liderazgo.
Seguramente le resultará familiar esta escena diaria: llega a la oficina y con algunas personas vuelve a encender la chispa de la amistad, como lo hace todos los días. ¿Pero por qué con otras se le hace tan cuesta arriba?
No podemos dejar que las relaciones interpersonales dependan sólo de la química entre compañeros de trabajo o incluso con los jefes. Hay que hacer un esfuerzo desde el liderazgo efectivo, en saber perfectamente cuál es nuestro estilo para liderar y aprovecharlo al máximo cuando buscamos situaciones en las que lo que prevalezca sea el buen ambiente, así como la confianza entre miembros de los equipos y/o departamentos
Estamos viviendo un tiempo histórico que es simultáneamente convulso y complejo. En cuanto a la primera calificación, es porque existen en todos los ámbitos de la vida, lo que afecta personas, organizaciones y la sociedad en su conjunto, una incertidumbre que se alimenta día a día por una revolución tecnológica que no para un instante, que hace que las decisiones que se tomen tengan que ser cada vez más rápidas y precisas para enfrentar los diferentes retos a los que nos enfrentamos; en cuanto a la complejidad, es que son cada vez más las variables que entran en juego y condicionan cómo y cuándo se deben implementar las acciones.
Si observamos los cambios en el liderazgo político y en el de las organizaciones de los últimos dos siglos, siempre han ocurrido como una consecuencia de una revolución en el pensamiento. Qué hacer, cómo hacerlo y cuándo es esencial, pero conocer por qué deben tomarse esas decisiones es la clave.
Nuestra foto de portada en el que dos montañistas están coronando una cima, ejemplifica que en la más sana filosofía deportiva, tener consciencia de un trabajo en equipo es la clave de batir marcas y lograr hazañas.
Hay temáticas que en el estudio del liderazgo, mejor se entienden cuando ejemplificamos ciertos conceptos y actitudes en el ámbito de la política. ¿Por qué es tan claro? Porque si algo tiene que destacarse en la política y los políticos que la ejercen, es su capacidad y condición de servicio público. Pero este sentimiento y principio fundamental, no parece que esté del todo claro en buena parte de los profesionales de la política.
La espectacular imagen de estas dunas en el desierto del Sáhara en territorio de Túnez, a la hora que el sol empieza a caer por el poniente, además de dejarnos perplejos por su belleza, nos induce a pensar en nuestra metáfora de hoy: liderar sin conocimiento es como pretender subsistir en el desierto sin utilizar ningún tipo de recurso material. ¿Verdad que es un imposible? También lo es para liderar desde la falta de formación o de la inexperiencia.
En toda organización son los beneficios que se filtran a través de las grietas creadas por la baja moral, la incompetencia o el desempeño inadecuado, los que terminan llamando a gritos al liderazgo para que se haga cargo de la situación. Esto da igual que ocurra en una organización privada como en el ámbito de la política. Porque en todos ellos siguen existiendo necesidad de nuevos y mejores líderes. Por ello, la consigna de hoy es liderar desde el conocimiento o permanecer en el desierto.
En las pantallas de televisión, en cualquier partido de fútbol internacional, por ejemplo la “Champions league”, una vez pasada revista de los jugadores de ambos equipos, las cámaras enfocan a los entrenadores en sus banquillos indicando al pie con la palabra inglesa “coach” inmediatamente de bajo de sus respectivos nombres. Pero el coach en el deporte no es muy diferente del coach en las organizaciones, que en definitiva tiene que entrenar, capacitar y formar a su personal.
La ICF (International Coach Federation) define con claridad cuáles son los beneficios de la utilización del coaching, entre los cuales señala:
- Nuevas perspectivas sobre los retos personales.
- Mejores habilidades de toma de decisiones
- Mayor efectividad interpersonal y mayor confianza.
En nuestra foto de portada se observa con absoluta claridad la trayectoria de un huracán clase 5 dirigiéndose en el Atlántico hacia la Península de Florida. Esta foto ha sido posible gracias a los satélites, o sea al conocimiento científico.
Hay combinaciones de palabras en el ámbito empresarial y de los negocios, que son un auténtico universo, por ejemplo know-how y liderazgo, porque abarca todo los ámbitos de aplicación del conocimiento, sumados al extensísimo campo que ocupa el liderazgo en la sociedad actual.
En la historia de la humanidad, el auténtico motor que ha impulsado a las diferentes sociedades y países es el conocimiento. Desde aquellos talleres artesanales de la Edad Media europea, que pueden considerarse el eslabón más primario en la cadena evolutiva de educación de nuestra civilización, que llega a nuestros días con la elaborada y precisa formación de postgrado en las escuelas de negocio de todo el mundo. Obtener un master implica adquirir la maestría necesaria para abrirse camino en la carrera profesional de cualquier persona.
En la doctrina del Management y el liderazgo, siempre ha preocupado a los expertos la manera en que nuevos desarrollos teóricos tenían éxito en sus respectivas aplicaciones prácticas. Porque si bien la teoría puede estar bien sustentada en estudios realizados en una muestra representativa de organizaciones, una cuota importante de responsabilidad en que la implementación sea la esperada, está en manos de jefes de equipo, mandos intermedios, directivos y hasta el mismo líder de la organización.
Los procesos de feed-back siempre han generado interesantes debates, pero nunca tanto como en el último lustro, porque la dirección de personas también ha dado un salto cualitativo. Por ejemplo, son muchas las empresas que están cuestionando los procesos de revisión anual en los cuales se toma debida nota de aquellas cuestiones que deben servir para retroalimentar todo el sistema, pero muy especialmente en cuanto a la motivación del personal. El camino más corto para no retener el talento es justamente obviar cuestiones inherentes a la motivación y el compromiso.
Según un estudio de Leadership IQ, una empresa de formación e investigación en liderazgo fundada por Mark Murphy, autor bestseller según las listas del New York Times, el 46% de los nuevos empleados fracasan en 18 meses, mientras que sólo el 19% alcanza el éxito. Nos sorprende la brecha entre éxito y fracaso. ¿Pero qué es lo que encontró el estudio? Que la razón principal de este fracaso no es el rendimiento o una deficiencia de aptitud técnica, sino mucho más simple que eso: estos nuevos empleados carecían de la capacidad de aceptar la crítica constructiva y el feed-back de sus nuevos jefes. Carecían del “coachability factor”, que adaptado a nuestros usos y costumbres, puede traducirse como capacidad para ser entrenado.La aceptación de la crítica es una cuestión que no es exclusiva de los novatos, sino que está en nuestra naturaleza human, por tanto, muchos altos directivos también no aceptan de buena gana ese feed-back que se supone positivo
|
|
|
|