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¡Eres un visionario! Pues, ¡genial! Ya sólo te falta la otra mitad del camino: ser capaz de encandilar con tu visión a aquellos que te rodean.Una característica común de los grandes líderes, quizás señalada en exceso, es la visión. ¡Claro que sí! Pero no es suficiente con soñar despierto, hay que trasmitir, comunicar, comprometer y atraer.
Como casi todos los atributos de la personalidad, solo tienen sentido si pueden ser articulados de manera armonizada con el resto de cualidades que tenga una persona. Poco puede aportar un genio de las matemáticas, tímido e introvertido en un puesto de contacto con el cliente que lo que le exige es buen trato y representar adecuadamente la marca. De ahí que cada vez que escuchamos o leemos respecto a la visión, generalmente se falla en darle sentido de propósito, o sea, determinar por qué la visión es importante. O dicho de otra manera: cuál es su finalidad. Para los más cáusticos, la pregunta sería si tener una buena visión es de utilidad para la organización.
¿Cómo tienes la piel? ¿Tu epidermis rezuma autenticidad? Si es así, estás de enhorabuena. La psicología se ha preocupado durante décadas en explicar qué es un “ser auténtico”, pero ha tenido que ser la psicología social aplicada a las organizaciones, la que ha diseccionado esta cualidad y analizado cómo encaja en las relaciones interpersonales. Y es que el líder auténtico lleva impresa en su piel la verdad de su vida. Como una cebra de la llanura del Serengeti (Tanzania), la autenticidad es nuestra marca de piel al nacer, la que no miente, de la que no existen dos impresiones iguales en el mundo. Somos cebras y nadie puede confundir nuestro código de rallas.
En cambio, en los seres humanos, la autenticidad hay que descubrirla o mostrarla, por ello la expresión de que “se lleva a flor de piel”, porque de las acciones y actitudes de las personas, surge nuestra metáfora humana que es como si marcásemos en nuestra epidermis las rayas inconfundibles de una cebra.
Soñar es ganar. ¿Qué es lo primero que le viene a la mente cuando se despierta? Piensa en las cosas buenas que se supone le depara el día o sigue anclado en las tensiones que tuvo que soportar en el día de ayer. ¿Piensa primero en la página pasada o en la que vendrá?
El pensamiento positivo es un mantra del liderazgo que por más que se predique, sólo es eficaz cuando se interioriza. Es evidente que también tiene mucho que ver con el tipo de trabajo que se desempeña.
En caso de tener un puesto de responsabilidad en una empresa, seguro que su mente empieza desde temprano a ocuparse con todo lo que tiene que hacer. Especialmente la dosis de responsabilidad que le provoca ansiedad a pesar de su experiencia y probada trayectoria en el cargo.
Liderar es cuestión de estilo. No todos son iguales. Los estilos de liderazgo dependen de la forma de entender a los demás, las relaciones con ellos y la forma de gestionarlas. Es cuestión de método y es cuestión talante. Veámoslo.
¿Qué se entiende por estilo de liderazgo? Un estilo de liderazgo se refiere a cuál es la forma de conducirse, lo que habitualmente referimos como comportamiento y conducta. De cómo se haga, surgirá la mayor o menor capacidad de un líder para dirigir, motivar y guiar a personas y equipos.
Los grandes líderes pueden inspirar movimientos políticos y cambios sociales. Pero también pueden motivar a otros a realizar, crear e innovar. Y por más que los grandes líderes comparten patrones comunes de comportamiento, también marcan grandes diferencias que tienen que ver en la forma que entienden la dirección de personas y grupos.
La metodología científica en el ámbito de las organizaciones, especialmente la psicología social, ha permitido el desarrollo de diferentes teorías y marcos de referencia (frameworks) que nos permiten identificar y comprender mejor estos diferentes estilos de liderazgo.
Pierce Brosnan tenía licencia para matar en su personaje de agente 007. Y también tenía licencia para conducir cuando salía del plató y promocionaba un deportivo de la marca BMW. La alineación entre la marca alemana y el agente del MI6 es evidente: son la élite. Pero, ¿cómo hay que gestionar a los equipos alfa?, ¿la élite que gestiona el cambio?, ¿los líderes al servicio de la Corona?
Un consejo: no trate de cambiar las personas, sino su actitud. El equipo directivo es la guardia pretoriano que, lejos de ser un recurso de defensa, es un elemento pro-activo de la gestión del cambio y la transformación de las organizaciones. La alineación al líder global es esencial. Y es responsabilidad de éste cuidar, formar, estimular y formar a este equipo alfa.
¿Tienes más suerte que Napoleón? En una ocasión el núcleo más duro de Napoleón Bonaparte, le instó a contar con determinado general en sus planes de invasión a Rusia. La pregunta que el gran general formulara a sus asesores fue la siguiente: “¿Pero tiene suerte?”.
La suerte para Napoleón era un factor importante en el camino del éxito. Para todos nosotros también lo es aunque no seamos tan conscientes de ello. Hablamos de suerte en un examen o decimos de alguien que no tiene suerte porque es la tercera vez que se presenta a una oposición y la suspende.
En la época del medievo, todos los talleres artesanales del mismo gremio estaban situados en la misma calle o barrio para poder comparar la calidad de los productos y procurar así satisfacer los intereses de los artesanos.
Los artesanos se dividían en 3 categorías: maestro, oficial y aprendiz. El maestro era el amo del taller; el oficial era la persona que conocía el oficio pero no había conseguido el título de maestro; el aprendiz era una persona muy joven que estaba en casa del maestro que no cobraba ni pagaba para aprender el oficio. Se podía pasar de uno a otro: el aprendiz podía pasar a oficial estando cuatro años en el taller del maestro y el oficial podría pasar a maestro haciendo la obra maestra; por ejemplo, si fabricaban zapatos, tenía que hacer unos zapatos perfectos delante de su maestro y así conseguían el título. O sea, que el camino de la maestría tenía por finalidad evitar que se cometieran errores que le quitara ese halo de perfección al producto fabricado.
Observen que las palabras que históricamente definían estas relaciones de aprendizaje eran “hacer la obra maestra” (el trabajo de fin de curso de un MBA y escuchar al “maestro” así como mostrarle al mismo las habilidades aprendidas (proceso de evaluación de un postgrado), tienen grandes similitudes a pesar de que han pasado siglos de evolución.
De bien nacido es ser agradecido; pero también de un líder eficaz e inteligente, justo y honesto. Toda ocasión es buena cuando se trata de agradecer el trabajo de un equipo. Hay trucos para estimular, fortalecer relaciones y crear compromiso en el equipo.
Es evidente que cuando el líder toma la iniciativa y da una sorpresa eligiendo un momento que nadie se lo espera, por ejemplo, un encuentro informal en el que su equipo está haciendo un descanso y tomando un desayuno, es una muestra de su sentido de agradecimiento a esas personas. Es como quererles decir, que a lo largo del año seguro que van a darse otros momentos en los que las personas en su día a día puedan neutralizar la propia presión de su trabajo y responsabilidad al sentirse valorados los 365 días.
Una forma eficaz de hacerlo es demostrar que está teniendo un detalle personal con cada uno de ellos, aunque repartido durante diferentes semanas y meses, porque cada persona que es a su vez miembro de un equipo y/o departamento, tiene sus propias necesidades, aspiraciones, ilusiones, etc.
La nueva economia nos ha aportado grandes referentes globales del liderazgo en las organizaciones. Líderes natos de la empresa de finales del siglo XX, como sir Richard Brandson (Virgin), han encontrado nuevos correlatos en Silicon Valley con los Steve Jobs (Appel), Jeff Bezos (Amazon) o Mark Zuckerberg (Facebook) que están liderando los modelos de nuevas organizaciones más eficientes, transversales, humanistas y basadas en la transformación. Y no hay que olvidarse de Asia, con los emergentes empresarios de China, India, Malasia, Corea…
Pero, ¿están a la misma altura los Donald Trump, Angela Merkel, Theresa May o Mariano Rajoy? ¿Algún lector podría ponerle nombre a líderes políticos del G20 como Japón, Italia, Australia o Canadá? ¿Alguien puede hablar de ejemplo de liderazgo en avisperos políticos latinos como Brasil, Venezuela, Bolivia o Cuba?
Estaciones de tránsito con pasillos interminables. Paciencia infinita a la espera del tren de alta velocidad. Equipos aparcados en salas de espera interminables. Mientras sentimos la velocidad de vértigo impactando en el suelo del andén. Nuestras empresas muchas veces son así. Queremos viajar deprisa, pero nuestra cultura corporativa nos sienta a contemplar la velocidad del cambio de otros: más diligentes, más atrevidos, más dinámicos, más flexibles, más visionarios, más impetuosos.
Nos preguntamos por qué algunas veces nos quedamos atrapados en estos atolladeros, aunque estemos empeñados en el cambio, la innovación y la sostenibilidad. ¿Qué harían visionarios como Jeff Bezos, el CEO de Amazon, en nuestro caso? ¿Cuáles son los futuribles de Bezos?
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