¿Seguimos sintiendo miedo en la sociedad actual? ¿Se practica el oscurantismo en el sentido lato y genérico del término?
Sin duda el paso más importante que dio la “sociedad humana” al salir de este período de sombras de diez siglos, fue el conocimiento. Cuánto más saber y conocimiento hay en una sociedad, también habrá menos temores en todos los niveles de ella.
Aunque si bien hoy día no existen, al menos en Occidente, los miedos teocráticos, ya que la Iglesia está separada del Estado, siguen habiendo guerras e invasiones. Ni las de Ucrania ni Gaza pertenecen a la Edad Media, sino a la actual y bien contemporánea. Son producto de la voracidad de poder, con frecuencia escudándose en cuestiones históricas que ya nada tienen que ver con hechos ocurridos en otras épocas.
¿El conocimiento al que se aferraba Marie Curie que decía era la manera de combatir el miedo, nos está dando resultado hoy? Existe un miedo generado en la incertidumbre e inestabilidad, que más allá de epidemias apocalípticas (la tuvimos con el Covid-19) y de crisis económicas que han destruido millones de puestos de trabajo en el mundo y de empresas, que cerraron y jamás volvieron a abrir: me estoy refiriendo a un miedo que se ha instalado en nuestro espíritu, que bloquea nuestra vente e influye en nuestra voluntad, por ende, ataca directamente nuestras emociones.
¿A qué se debe? ¿Por qué lo seguimos sintiendo a pesar de tener ese conocimiento que teóricamente nos debe proteger e incluso salvar del miedo? Una respuesta directa surge de ver las noticas y escuchar declaraciones de parte de líderes políticos europeos y de máximos responsables de organizaciones como la OTAN, cuando afirman que la guerra en Europa puede ser posible en breve, y que hay que estar prevenidos, a tal punto, que se han ido incrementando los presupuestos de defensa de varios países de nuestro entorno.
En definitiva, el miedo no es un elemento nuevo, pero sí quizás lo es la manera en que actúa. Porque si en la Edad Media las personas que aún no eran ciudadanas como lo entendemos hoy, estaban realmente desprotegidas de los más elementales derechos que hoy los consideramos como fundamentales y están inscritos a fuego en las Constituciones de los países. Hoy día, esta parte de los derechos son inherentes a nuestra condición humana. Nacemos con ellos.
¿Qué es lo que nos ha sucedido entonces para que sigamos estando en ese estado de sensación de miedo por lo que pueda ocurrir? Desde una complicación a escala mayor de la Guerra en Oriente Próximo hasta la temida Tercera Guerra Mundial, pero lo más increíble, es que un general ucraniano ha dicho en las últimas horas que Rusia va a entrar en los países Bálticos, y que Ucrania es la última frontera, mientras tenga munición y armas suficientes para seguir frenando a Rusia.
Esto sí que es meter miedo y una realidad palpable del nivel de inseguridad en que se encuentra Europa, y si mi apuran, el mundo entero. Porque si alguien se descontrola y se desatase el uso de armas nucleares tácticas, sería como una especie de final o de cuenta atrás, ya que nada ni nadie sobreviviría a ello.
¿Por qué siempre las Guerras son decisiones de unos pocos gobernantes y/o poderes en la sombra, caso de la industria armamentística?
El miedo es una construcción de nuestra mente y espíritu como reacción a un factor del que somos conscientes del peligro que suscita. Es una reacción natural, no lo creamos, sino que nos lleva a ello nuestra propia naturaleza. Por el mismo miedo nos demuestra la historia de nuestra civilización desde el paleolítico hasta nuestros días, que nos ha posibilitado vencer a las bestias, y crear nuevas y mejores formas de vida. La otra pregunta es: ¿qué tipo de bestias quedan aún sin vencer? Ya lo sé…mejor no me digan la respuesta… ¡porque vosotros/as la sabéis!
El miedo puede ser un gran motivador para las personas que tienen que administrar su energía y talento para liderar una organización o un país, en un momento de crisis. Tienen miedo, pero saben administrarlo, para que nunca supere a la voluntad y a la capacidad crítica para tomar decisiones que permitan superar esas barreras que de momento el miedo nos ha impuesto.
Por tanto, no creo que el conocimiento, tomando debida nota que estamos en el momento de nuestra historia de la humanidad en la cual tenemos todo el conocimiento humano posible en nuestras manos, y que lo disponemos de manera democrática, estando al alcance de cualquier persona saber qué son los Códices de Leonardo Da Vinci, o cuál es la velocidad de rotación de la Tierra, nos esté ayudando demasiado a erradicar un miedo actual que enraizado en nuestra naturaleza humana. Porque al sentirlo, o, mejor dicho, hacerlo que lo sintamos, da poder a los que dirigen el mundo. Así de claro.
Nada escapa a nuestra posibilidad de aprender cada día y a velocidad de vértigo, la misma que produce el cambio y el avance de las sociedades. Las transformaciones más importantes de los países, se han debido en gran parte, como reacción al miedo que en ese momento operaba en el espíritu de sus habitantes.
Pero mi tesis, es que no basta solo con el conocimiento para vencer al miedo. Sino especialmente ese valor humano al que llamamos bondad, porque si por un instante el 99% de los hombres y mujeres que pueblan nuestro planeta fueran los que dirigen sus respectivos países (hoy la tecnología lo permitiría), no estaríamos en una situación como la que estamos en la que el 1% de la población mundial tiene el 90% de las decisiones y las riquezas, nos guste o no, esto es así.
Para los que me conocen, que obviamente soy todo lo contrario a una persona que abraza la ideología comunista, tampoco me preocupa ese porcentaje de 99% y del 1% en cuanto a los recursos de nuestro planeta que estén gestionados y del cual tengan posesión una pequeñísima minoría, Sí me preocupa que sea es porcentaje incluso menor al 1% el que nos lleva a las guerras y a la sinrazón. Creo que un buen comienzo es identificar en dónde se origina el miedo, quién nos lo provoca y qué remedio hay para ir combatiéndolo.
Mejores democracias y más transparencia. Mejores gobernantes a escala global y dirigentes en todos los ámbitos de la sociedad más sensibles al Factor Humano.