España es el primer viñedo del mundo, pero las bodegas se están ahogando en excedentes. El año pasado, el consumo de vino en nuestro país siguió en la cuesta abajo que mantiene desde hace demasiados año, se contrajo el 8,2% en volumen hasta 9,59 millones de hectolitros. Pero producimos más de 40 millones de hectolitros. O exportamos a marchas forzadas o tendremos que hacer como en Burdeos, al que les sobran 30.000 hectáreas de viñedo y tienen que arrancar viñedo y podar en verde.
La tecnología ofrece una oportunidad de oro: la Inteligencia Artificial Generativa, que puede ayudar enormemente a revolucionar la gestión empresarial de las bodegas, monitorizar el viñedo y la vendimia, disparar la potencia del marketing y manejar de manera automática las redes sociales.
La Inteligencia Artificial existe desde hace bastantes años, pero recientemente ha dado un salto exponencial con una nueva tecnología revolucionaria, unos ejemplos de esto son el ChapGPT4 y los desarrollos de OpenIA. Se trata básicamente de Inteligencia Artificial Generativa (IAG), una nueva rama de la inteligencia artificial que se enfoca en generación de contenido original a partir de datos existentes. Utiliza algoritmos y redes neuronales avanzadas para aprender de textos e imágenes, y luego generar contenido nuevo y único. Está cambiando hasta la raíz la forma de gestionar las empresas y crear valor. Puede analizar inmensas cantidades de datos y encontrar patrones y relaciones que de otra manera sería muy difícil de detectar.
Para hacernos una idea del alcance económico de este fenómeno, podemos citar el último informe de IDC, que evalúa las inversiones en IA en más de 34.000 millones de dólares este año solo en Europa, un 20% del total mundial.
Volvamos al vino. En España hay más de 4.000 bodegas, que facturan más de 8.000 millones de euros y dan empleo a nada menos que 427.000 personas. Exportamos gran cantidad de vino, nada menos que 20 millones de hectolitros, pero la mayor parte es a granel, con precios que en algunos casos están por debajo del coste de producción. España está rezagada en la digitalización del negocio, solo el 5,5% de la facturación de las bodegas españolas se hace por Internet, por detrás de Francia e Italia. En general, España tiene un atraso secular en marketing. El vino vendido por Internet se está disparando a nivel mundial, representó 3.200 millones de euros, un tercio a través del móvil, la vía que más crece.
El vino ha innovado muy poco, en una época de innovaciones disruptivas en cadena. Está perdiendo la carrera con la cerveza, que ya representa el 54% de todas la bebidas alcohólicas en España, por solo el 27% para el vino. El sector necesita una sacudida, una reinvención. Y el salto tecnológico representa su mejor oportunidad, siempre y cuando los bodegueros se suban sin dudarlo al futuro que ya es presente. Debemos unir el más sólido conocimiento técnico con las vanguardias.
Celebrar, por ejemplo, ferias virtuales en mercados estratégicos, dar a conocer el vino español más competitivo, de precios moderados, con exhibiciones de tecnología avanzada, puentes virtuales en los que se den a probar nuestros productos de manera eficaz y económica, sin costosos desplazamientos.
Las autoridades y los profesionales más prestigiosos deben marchar en cabeza de esta reinvención. Por ejemplo, organizando jornadas para divulgar la diferentes maneras en las que la Inteligencia Artificial Generativa puede ayudar a sacar el vino español, uno de nuestros mejores productos, del peligroso marasmo en que se encuentra. Vender en todo el mundo de la mano del cambio tecnológico. Podemos estar en cabeza.
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