Un estudio de la agencia 101 muestra que el uso de las nuevas tecnologías en política no es cuestión del partido y las ideas que se defiendan. Socialistas como Tomás Gómez o José María Barreda han desaparecido: sus cuentas no registran actualizaciones pese a las interpelaciones de sus seguidores. Sin embargo, el también socialista Guillermo Fernández Vara ha hecho de su perfil en Twitter una atalaya desde la que está “controlando todo lo que hace quien gobierna”.
En el PP también hay situaciones muy dispares. Luisa Fernanda Rudi, actual presidenta de Aragón, utiliza sus perfiles para subir imágenes de actos señalados como, por ejemplo, las de su investidura o toma de posesión de sus consejeros, así como para agradecer y responder a los comentarios de sus seguidores. Sin embargo, el presidente de la Xunta de Galicia tampoco aparece por la página que lleva su nombre, que se ha convertido en el foro improvisado de polémicas entre particulares y en donde, de vez en cuando, el presidente de la Diputación de Pontevedra, Rafael Louzán, anuncia los eventos en los que estará el presidente de los populares gallegos.
En el páramo de políticos que ignoran las redes sociales hay notables excepciones como Rita Barberá, Luis Alberto Gallardón o Dolores de Cospedal. Todos ellos mantienen la actividad en Facebook, aunque como pasa en estos canales, hay veces que escuchan respuestas o intervenciones que no les resultan agradables. En estos casos, los citados optan por no prestar atención a las réplicas y concentrarse en el mensaje que quieren dar. Es lo que los responsables del estudio llaman políticos mologuistas: no importa que los seguidores les saquen el asunto de su apoyo a Francisco Camps; ellos sólo toman la palabra para hablar de lo que quieren hablar.
El grupo menos numeroso es el de los políticos que usan las redes sociales como un verdadero instrumento de comunicación con los ciudadanos. Informan de su agenda de eventos, dan su opinión respecto a lo que sucede e incluso dialogan con sus seguidores para constrastar puntos de vista. En este reducido grupo se encuentran políticos de todo signo. Esperanza Aguirre no duda en hablar con sus seguidores, siempre y cuando no se toquen temas personales. También Gaspar Llamazares interactúa con los ciudadanos en su página de Facebook.
Más allá de Twitter y Facebook, hay ciertos políticos que dan muestra de sus inquietudes tecnológicas y están presentes en redes sociales menos conocidas. El portavoz de IU en la Asamblea de Madrid, Gregorio Gordo, y el presidente canario, Paulino Rivero, están haciendo sus pinitos en la recientemente presentada Google +. Por su parte, el alcalde de Barcelona, Xavier Trías, no duda en mostrar su actividad pública en Foursquare, en la que vierte sus opiniones sobre sitios y locales que visita.
Pese a estos últimos casos, el número de políticos que está presente de forma estable en las redes sociales es ínfimo todavía. El anuncio de elecciones anticipadas para el 20-N ha revitalizado la participación en estos canales. Los dos contendientes con más posibilidades, Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba ya están haciendo campaña a través de Twitter y Facebook. Sin duda, a medida que se acerquen los comicios, otros compañeros y rivales irán haciendo presencia en la web 2.0. Sin embargo, habrá que ver cuántas de esas cuentas quedan en el olvido cuando ya no sea necesario pedir el voto.
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