Cerca de un 70% de toda la información que circula por Internet, que es de un volumen abrumador y creciente, está manipulada, es directamente falsa, producida masivamente por bots y "granjeros" al servicio de diferentes poderes e intereses, o es inútilmente repetitiva como una simple "commodity" de valor cercano a cero. Estamos ante una "infodemia" que produce "infocracia", como denuncia Byung-Chul Han, en un interesante libro que va a publicar en España Taurus y cuyo contenido adelanta "El País". El papel de las redes sociales es clave en este lamentable estado de cosas, que permite que el gran mentiroso y manipulador Putin niegue sistemáticamente sus tropelías, sin importarle una mierda sus consecuencias, aunque haya evidencias abrumadoras, como en el reciente caso de las matanzas de civiles maniatados en Bucha (Ucrania).
Las denuncias de este estado de cosas se están multiplicando en una ya larga serie de libros, estudios y artículos aparecidos en los mejores medios de comunicación del mundo, pero parece que el público estuviese distraído y seducido por los medios de comunicación de masas.
En su obra "Divertirse hasta morir" , el experto norteamericano Neil Posman, nos muestra una vez más como el llamado infoentretenimiento produce una declive tremendo del juicio humano, socavando las bases de nuestras democracias. Los "Sálvame" de turno le hacen el juego a Putin, aunque a continuación muestren los horrores insoportables de la guerra de Ucrania.
Ante este estado de cosas, los periodistas tenemos la obligación de replantearnos radicalmente nuestro trabajo, para no contribuir a la "infodemia". Están bien las crónicas de los corresponsales en las zonas, las fotos y los videos, las entrevistas con las víctimas y los teóricos expertos, pero hay que ir mucho más allá, me temo. Hay que explicar que tan solo cuatro o cinco fondos de inversión mastodónticos son los dueños de las principales conglomerados fabricantes de armas del mundo, que tenían una excedentes que había que dar salida, ahora con gran éxito en Ucrania, antes en Siria, Yemen, Irak, etc., arrasándolo todo para luego participar en el suculento negocio de la reconstrucción.
Lo de arrasarlo todo lo hace muy bien el ejército de Putin, ayudado por mercenarios de la peor calaña. No ha entendido cómo funciona el mundo y por eso va a perder la guerra y se va a perder él mismo. Los gestores de esos grandes fondos, alimentados por los ahorros de todos nosotros, con un ojo lloran y con el otro ríen. Hay que hacer algo más que mostrar los desastres, los horrores, y llorar.
Nos toca actuar.
Si (
No(
