Rusos

Los rusos han empezado ya a pagar un altísimo precio por el monumental error de su dirigente, pero conviene separar al sufrido pueblo ruso de su sátrapa, aunque haya llegado al poder con métodos pseudodemocráticos amañados y una parte de la población lo respalde (todavía) por el reflejo atávico de un pueblo proclive a los gobernantes autoritarios, desde Iván El Terrible, que triplicó el imperios ruso, hasta Stalin, que derrotó a los nazis y extendió de nuevo el imperio brutalmente, y al parecer le han perdonado que asesinara a varios millones de sus súbditos. Cosas de la historia, esa “pesadilla de la que estoy intentando despertar”, que dice Stephan Dedalus en “Ulises”.

Los rusos son un pueblo admirable por muchas cosas: sus excelsos escritores, artistas, músicos, científicos, etc. Declaro aquí mi simpatía y agradecimiento por Rusia, he pateado una pequeña parte de su extensísimo territorio y, sobre todo, tengo un hijo que adoptamos en una ciudad rusa desvencijada con menos de un año y ahora es un muchacho maravilloso. Siempre será Rusia un país muy especial para mí, del que intento aprender y entender. Por eso no puedo dejar de escribir desde la perspectiva que me dan unos 43 años de profesión periodística, en Internacional la mayor parte.

Hay actualmente 145 millones de rusos, en lento declive demográfico, por su estancada tasa de natalidad y su alta tasa de mortalidad del 14,7% cuando la media europea es del 10%. Bastantes rusos emigran, sobre todo si tenemos en cuenta que el salario medio es de unos 640 dólares y un 14% de la población está por debajo del nivel de pobreza. Pero es el segundo país del mundo por multimillonarios (más de 50 millones) solo por detrás de EEUU. Un dato elocuente sobre cierta oligarquía semicriminal que empieza a estar nada contenta con las sanciones de Occidente.

Putin ya está dejando claro que quiere dominar el que fuera Imperio Soviético, al menos con regímenes en vasallaje. El Imperio Ruso histórico fue el segundo más extenso de la historia, con 22,8 millones de kilómetros, tras el mongol, que llegó mucho antes a las 24 millones de Km. ¿Se imaginan ustedes que el Imperio Británico quisiera recuperar su dominio de alguna forma, o el Califato Omeya, o el Aqueménida? Pues eso es lo que intenta un paranoico con armas nucleares. Le anima que le salió bien en Chechenia, que era una nación terrorista, y les costó mucho, con notables errores militares, tuvieron que arrasar completamente Grozni. Y poner a un criminal y su camarilla en la cúspide de una poder absolutamente brutal. Suma y sigue, Georgia, Crimea, Dombas, etc. Hasta que calculó mal y se ha embarrado en sangre ucraniana.

No ha entendido el mundo globalizado. Esta vez las sanciones no son cosméticas como en otras ocasiones, son progresivas e insoportables a largo plazo. Le desconectan de la economía global, cuando Rusia ha fracasado en su intento de competir industrialmente y tecnológicamente, solo exporta armas un tanto anticuadas y materias primas. Son los rusos los que van a sufrir más y los que tienen que echar a Putin. Ayudemos a los rusos. Y los chinos deben jugar su papel o su comercio peligra. Lo veremos en otra entrega de este análisis al pie de la actualidad.