Unidos por el enemigo
Ahora, cuando el ministro ruso Sergei Lavrov intenta sembrar divisiones escribiendo a cada cancillería europea para que se posiciones por separa respecto a la invasión unilateral de Ucrania. La voz de Europa resuena con un solo timbre: “He respondido en nombre de los Estados miembros de la UE a las cartas que habían recibido del ministro Lavrov”, anunció en un tuit el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell.
Europa está redescubriendo el europeísmo. Los neutrales están reflexionando sobre la falta de compromiso: Suiza, Suecia, Finlandia… ¡La indiferencia no es un bien, sino un castigo!, aunque a alguna ministra española le cueste aún dar su brazo a torcer.
No hay enemigo pequeño
Son lecciones de historia y lecciones de lógica. De todos los pensamientos y afirmaciones de Napoleón, creemos que el que mejor se adecua al liderazgo efectivo es cuando decía que “no hay enemigo pequeño”. Y esto ha quedado probado a lo largo de la historia política y empresarial. Cuando se minimizan las acciones que, por ejemplo, un competidor puede realizar y afectar los intereses de una empresa, sin duda entra en la categoría de error en el liderazgo.
Y esto ha ocurrido muchas veces y en diferentes circunstancias. Ya sea desconocer el entorno como minimizarlo, cada vez que se tomaron decisiones en base a intuiciones y no a datos concretos, llevó a la ruina a empresas que hasta ese momento tenían un futuro promisorio.
Durante estos días estamos todos atónicos por las diferentes reacciones que se están dando por motivo de la Guerra de Ucrania, que en realidad es una invasión de Rusia (podríamos hablar de una guerra unilateralmente declarada por Moscú) a un país soberano. Pero para nuestra sorpresa, hay personas que, incluso teniendo puestos de gran responsabilidad, están mirando para otro lado.
¿A qué nos referimos? A parlamentarios europeos, políticos nacionales de algunos partidos, cuando no algún intelectual cuyo pacifismo le ciega, que proliferan la expresión “no a la guerra” pero de ninguna manera quedan exentos de que su actitud no se convierta en un error para lo que es la doctrina del liderazgo.
Porque si por casualidad pasa por sus cabezas que no tomar una posición, cerrando los ojos a la realidad, lo que creen muy equivocadamente que protegen (el que hemos llamado pacifismo estúpido en nuestro Newsletter del pasado viernes 25 de febrero), por el contrario, se convierte en un error más grande porque en liderazgo hacer un pase torero tiene consecuencias.
El “no a la guerra” (desde esta tribuna defendemos la paz y condenamos la guerra) tiene que estar cimentado en bases sólidas, que no puede sustentarse sobre “frases muy manidas” que por repetirse como mera propaganda no significan nada, ya que quiénes las repiten una y otra vez, como ha dicho muy acertadamente, Josep Borrell que desde el 1 de diciembre de 2019 ocupa el cargo de Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea, en referencia a los parlamentarios que votaban en contra de las sanciones, les retrato muy elegantemente pero con firmeza: “en qué mundo viven”, en referencia a esa actitud ideológica (volvemos a decir una vez más: estúpida) que lo único que hace es representar lo que coloquialmente se dice “No escondas la cabeza como el avestruz”.
Mentir y/o alterar la verdad
Si decimos que no nos gustan los eufemismos, digamos las cosas claras. En esta invasión Putin y toda su propaganda no han hecho más que mentir, desde mucho antes de la entrada con tropas en territorio ucraniano.
Veamos la situación: Vladimir Putin a pesar de la tregua de alto el fuego que se solicitara para negociar en la frontera entre Bielorrusia y Ucrania durante esta semana, siguió a través de sus fuerzas armadas bombardeando de manera inclemente las ciudades de Jarkov y Kiev.
Lo que no entienden los que pretenden ejercer un liderazgo pacifista es que en estos momentos el pueblo ucraniano no quiere quedar sometido a un dictador como Putin, porque saben lo que les espera. Menos mal que el presidente Sánchez cambió de discurso en 24 horas y habló claramente del envío de armas a Ucrania para que tenga el legítimo derecho de defensa frente a un invasor netamente superior en fuerza. Y esta decisión del presidente español nos parece muy acertada, ya que nos coloca como país importante que somos, bajo el mismo paraguas de Alemania, que también ha dado el paso.
También observamos, que se vuelven a utilizar eufemismos, tales como “material ofensivo” (en vez de decir claramente que son armas) que nos recuerda a los “daños colaterales” de la Primera Guerra del Golfo, que en definitiva eran civiles inocentes muertos por efecto de los bombardeos.
El líder efectivo debe hablar con claridad, exponer con transparencia cuál es la situación frente a una crisis, sea en una empresa o en el ámbito político. No utiliza eufemismos ni hace trampas en el lenguaje. No mentir ni tampoco adulterar la verdad. Estamos demasiado acostumbrados a escuchar de los políticos verdades a medias, que es una especie de biombo en el que se escudan para no tener que incurrir en las flagrantes mentiras que dicha verdad a medias esconde.
Pero si bien los que nos hemos esforzado durante años en cuáles deben ser las mejoras que del liderazgo deben disfrutar los que siguen a un líder (los empleados y mandos intermedios de una organización) o los ciudadanos que se inclinan por determinado responsable político, sin duda, en ambos ámbitos existe un común denominador que el líder efectivo debe respetar y tener como meta: el bienestar. Por tanto, en aras de lograr este objetivo, se requiere de mucho trabajo, inteligencia y honestidad. Nunca frases edulcorantes.
En las organizaciones, este bienestar se produce para el empleado, porque sabe que está haciendo carrera, que hay una evolución personal en su desarrollo en la empresa, que eleva su nivel de satisfacción y compromiso, que le hace sentir bien porque ve con claridad que su esfuerzo tiene un claro propósito, etc. Todos estos elementos parten de un líder y una dirección de personas que para ese líder efectivo es tan importante como el incremento en el nivel de ventas, la firma de acuerdos estratégicos que le hacen ganar cuota de mercado, etc. Lo que en el liderazgo efectivo es una consigna: el cliente interno (el empleado) es tan o más importante que el externo (el cliente).
Por ende, en el campo político, tres cuartos de lo mismo. O sea, el nivel de satisfacción y bienestar que los ciudadanos creen que pueden tener con determinado político, dándole su voto a la persona y al partido que representa. Lamentablemente, en una gran mayoría de situaciones es casi un voto de confianza a ciegas, porque el espacio de la política tiene muchas más aristas que hay que limar para mantener el nivel de satisfacción y confianza en el líder de parte de los ciudadanos, o en el caso de un partido, de sus militantes y seguidores.
Justamente, en paralelo a esta infame Guerra de Ucrania (aclaremos que es una invasión ilegítima contra un país soberano) se producía una guerra interna en el PP como nunca antes había ocurrido. Y en esta ocasión, también quedará en los anales del liderazgo político, los errores garrafales del todavía presidente del PP Pablo Casado, cuando miraba también para otro lado, desconociendo la real fuerza que en la calle tenía (y por supuesto que tiene) la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
Desde esta tribuna no incurriremos en descalificaciones baratas ni en apelar a cuestiones que deben dirimirse en instancias judiciales, si es que en algún caso prosperan dentro de este partido. Lo que sí estamos autorizados técnica y moralmente es en hacer una disección de lo que es exactamente lo contrario del liderazgo efectivo. Se perdió el norte en la presidencia del partido provocando una lucha intestina innecesaria, que como algunos analistas políticos habían advertido, terminó cumpliéndose: no podía subsistir más que uno de los contendientes y así ha sido.
¿Qué error de liderazgo se había cometido desde la sede de Génova 13?
Que se llegó a creer que las decisiones críticas que se vio obligada a tomar la presidenta de la Comunidad de Madrid en plena pandemia, como no cerrar a cal y canto la ciudad provocando una asfixia letal para el sector de la hostelería, o construir el único hospital para Covid del mundo, entre otras muchas decisiones políticas que tomó, le estaban haciendo sombra a la figura del presidente del partido, solo porque tenía Díaz Ayuso la mala costumbre de acertar en todas sus decisiones e incluso, ser copiada después por otras CC.AA.
Pero el error de liderazgo ha sido por partida doble: los movimientos en el tablero de ajedrez del PP pretendían desde su cúpula mantener incólume el liderazgo de Casado, como único y firme candidato a la presidencia del gobierno de España en las próximas elecciones generales. Pero el exceso de celo y obsesión por los pasos que su compañera de partido y presidenta de la Comunidad de Madrid venía dando, inició un “fuego amigo” (no había boicot exterior ni invasión de tropas rusas) que terminó siendo un auténtico boomerang para Casado que se vio obligado a ceder el sitio, estando ya está confirmado el relevo por el presidente Alberto Núñez Feijóo que seguramente será revalidado en el Congreso Extraordinario de abril.
La sobreestimación en el liderazgo
Uno de los errores más frecuentes en los líderes, especialmente en el ámbito político, es una sobrevaloración de los hechos, lo cual conlleva una toma de decisiones no ajustada a las circunstancias. Lo vemos todos los días en todos los países del mundo.
En las organizaciones privadas la pena por sobrevalorar ideas y planes, que lleva a implementar acciones que no dan los resultados que los accionistas quieren, tienen un coste: la pérdida de confianza que redunda en que determinado líder sea prescindible o directamente, un cambio en la dirección y ciertos puestos de responsabilidad.
Las empresas premian o castigan de manera rápida, porque el liderazgo empresarial no tiene tiempos tan largos como el político. Las renovaciones no son cada cuatro años, sino con la anual Cuenta de Explotación y cuál ha sido en definitiva el valor de marca y la penetración de esos productos y servicios en el mercado.
La política es mucho menos efectiva, ya que la renovación política no es por ejercicios económicos, sino por cambios generacionales que lentamente van renovando los partidos políticos.
Los años de política producen tanto o mayor desgaste en la personalidad de un líder que su homólogo en la empresa. Esto es así por definición, porque siempre se está en primer plano expuesto a la crítica y a la aprobación de lo que se dice y se hace.
La cuestión del liderazgo empresarial facilita la calificación de lo que se considera un error, porque es medible de manera más rápida a través de los resultados financieros y económicos.
En la política, los errores crecen como en una imposición bancaria que gana intereses, porque, por ejemplo, lo que ha ocurrido en el PP no es cuestión de una calentura puntual o una salida de tono extra temporánea, sino es una serie de errores que se fueron sumando en la creencia que lo que se hacía estaba en la buena dirección, cuando en realidad, lo que hacían esas acciones era minar la capacidad opositora del partido para hacer frente a su eterno rival el PSOE. El enemigo no estaba dentro sino fuera. O sea, que incluso cuando se habla de que el otro partido político es un adversario no un enemigo, en las luchas intestinas no podemos hablar de camaradería (sería un eufemismo), sino de auténticas heridas sangrantes provocadas por equipos que se supone tienen una misma meta común.
José Luis Zunni es director de ecofin.es y vicepresidente de FORO Ecofin. Director de ECOFIN Business School y coordinador de ECOFIN Management & Leadership. Director del Centro de Liderazgo de la EEN (Escuela Europea de Negocios) y coordinador académico de la Red e Latam del grupo media-tics.com. Miembro de la Junta Directiva de Governance2014. Conferenciante. Ponente de Seminarios de Liderazgo y Management de la EEN y coordinador del FORO DE MANAGEMENT Y NUEVA ECONOMÍA DE LA EEN. Autor de ‘Inteligencia Emocional para la Gestión. Un nuevo liderazgo empresarial’, coautor de ‘Liderar es sencillo. Management & Liderazgo’ y coautor con Ximo Salas de ‘Leader’s time (Tiempo del líder)’
Antonio Alonso, presidente de la AEEN (Asociación Española de Escuela de Negocios) y secretario general de EUPHE (European Union of Private Higher Education).
Salvador Molina, presidente del Foro ECOFIN y consejero de Telemadrid