Numerosos expertos coinciden en que tal vez la tecnología más importante en los próximos años sea la Inteligencia Artificial. Hay ya muchos parámetros de IA, a la espera de lograr la llamada Inteligencia Artificial General, que se comportará de manera autónoma de sus creadores humanos para encarar todo tipo de problemas, con una inteligencia que cada vez más se irá alejando de la forma muy limitada de la inteligencia humana. Nos advierten que casi cualquier negocio o tarea puede ser muy mejorada si aplicamos IA. De hecho, la IA se está aplicando al periodismo en numerosos procesos de los medios de comunicación con notable éxito. Por ejemplo, “The Guardian” publicó una tribuna escrita totalmente sin intervención humana por una AI avanzada, con resultados espectaculares. Numerosas tareas de redacción sencillas, a partir de datos determinados, se pueden llevar a cabo sin intervención humana. Ahora tenemos ejemplos muy elocuentes de lo que la IA puede hacer no ya para el periodismo sino para las labores de creación pura como la literatura. No escriben para los autores, sino que les ayudan a escribir mucho mejor.
Algunos autores consagrados han probado un software avanzado en esta especialidad y se muestran entusiasmados. Por ejemplo, la herramienta denominada Marlowe de una startup titulada Autors AI. No escribe por ti. Te ofrece una crítica integral de 25 páginas que avalúa la estructura de la trama, la dinámica narrativa, el ritmo y todos los demás elementos que forman parte de una novela o libro. No emite juicios, se limita a un análisis frío de tu trabajo. Con la enorme ventaja de tener un su memoria toda la estructura más habitual de los bestsellers, que fueron, claro está, escritos por humanos. Te da los patrones de los libros que más se venden. Y te marca un camino, que cada uno es libre de seguir o desechar. Pero en realidad te está dando las lecciones que podrían proporcionarte los mejores autores de superventas en los distintos mercados. Nada desdeñable.
Un autor somete su borrador a la IA y el resultado es una hoja de ruta no solamente muy útil, sino incluso divertido, según dicen los autores que lo han probado. Lo que muestra no son juicios, sino hechos fácticos: párrafos demasiado largos, comas mal colocadas, ritmos inadecuados, etc. Una métrica que sin duda los autores encontrarán útiles. Cada cual es libre de aplicarla como quiera.
Pero esto es sólo el principio.