Las noticias en este final de julio son abrumadoras, podemos hablar de hecatombe sin paliativos. Algunos datos: en España la inversión publicitaria cae en todos los medios en el primer semestre, el 27,9% de media, según Infoadex. La TV pierde bastante más, hasta el 31,8%. Las noticias son parecidas en todos los mercados significativos. Por poner un ejemplo, “El Telégrafo” de Guayaquil, diario con nada menos que 136 años de existencia, ha cerrado. Había caído en manos de un banquero y la quiebra del Banco del Progreso lo puso en manos del Estado, que lo relanzó como diario estatal en 2008. Ni el dinero público lo salvó.
Otros datos preocupantes, a título de ejemplo: 25 despidos en Europa Press y “La Razón” en julio. Podríamos seguir, pero no quiero dar impresión de catastrofismo. También hay muchas luces que se encienden.
En medio de este caos, aparecen noticias verdaderamente innovadoras y significativas. El prestigioso “Frankfurter Allgemeine” decide apostar al sábado, con una gran edición de análisis. El diario en papel cada día pierde su sentido. Otra noticia muy revolucionaria es el anuncio del “Washington Post” de la creación de un cargo con poderes para acercar a los responsables comerciales y la redacción. Cae un tabú sagrado en el periodismo.
Con este trepidante terremoto, podemos intentar marcar algunas pautas, algunas luces que nos orienten.
Una de las principales es que el periodismo financiado fundamentalmente por la publicidad se terminó y no hay vuelta atrás. Pero es muy difícil cambiar la cultura de los grandes medios, que siguen anclados en idénticas pautas, con las mismas secciones acartonadas y las mismas noticias del día de ayer haciendo el ridículo en los quioscos.
La tecnología es primordial, cada día más, en el periodismo: Inteligencia Artificial para la gestión de datos, blockchain para administrar cooperativas de creadores de contenidos, robots que escriben de formas imparables, que no puedes distinguir de los humanos, Realidad Virtual y Ampliada, etc.
Muy interesante lo que ha declarado la nueva directora ejecutiva del “New York Times”, Meredith Kopit Levien, 49 añitos: “La ingeniería es ahora la segunda área más grande del NYT, tan solo por detrás del periodismo y es la función más grande en el área comercial”. La publicidad es importante, pero secundaria para las finanzas del medio. El 60% de los ingresos ya provienen del lector. (La publicidad representó el 70% de los ingresos del periódico durante décadas). El diario tiene seis millones de suscriptores, cinco millones digitales y espera alcanzar los 10 millones en 2025, dos millones fuera de los EEUU. La redacción cuenta con 1.700 profesionales. Por cierto que Levien no tiene poder de decisión sobre la redacción. Un aspecto significativo es la importancia creciente de los podcast en el negocio. El podcast matutino The Daily tiene tres millones de oyentes y el NYT está haciendo adquisiciones en el área de podcast.
No es extrañar que un presentador de la Ser, Juan Carlos Ortega, diga o la radio se pone las pilas o el podcast se la comerá.
Otra noticia significativa, poco destacada por la prensa, es que la Comisión Europea acaba de llamar la atención sobre la situación de los medios de comunicación. Destaca el momento de “incertidumbre” sobre la “sostenibilidad económica” de muchas empresas periodísticas, lo cual amenaza la “diversidad y el pluralismo”. Afirma que las redes sociales no están ayudando. “La crisis ha destapado una paradoja: mientras las audiencias han crecido, los ingresos han disminuido de manera importante. Esto es un problema democrático. La Comisión hará su parte, pero la responsabilidad está en los Estados”. El nuevo presupuesto de la UE prevé una partida para apoyar el pluralismo en los medios de comunicación. “Solo Facebook y Google tiene el 50% del mercado de la publicidad en línea, lo cual es una preocupación para todos nosotros”, dicen en Bruselas.
Hay más información que nunca y estamos más desinformados que nunca. Muchos editores y expertos coinciden cada día más en una evidencia muy preocupante:
el actual ecosistema de la información no es sostenible.