El prestigioso diario The Guardian publica que Microsoft ha despedido a 27 periodistas encargados de redactar las noticias del servicio MSN News y los ha sustituido por una serie de algoritmos de “machine learning” que ahora llevarán a cabo íntegramente la labor de los profesionales. Es un elocuente signo de los tiempos, del que los periodistas no debemos lamentarnos, sino sacar conclusiones de cómo la pandemia del coronavirus está acelerando el ritmo del cambio hasta límites no sospechados. Que un robot redacte noticias con inigualable rapidez , exactitud, de manera neutra, sin sesgo alguno, es una liberación para los verdaderos profesionales, que no deberían dedicarse a redactar un simple agregador de noticias, que recopila lo que ofrece la prensa diaria. Especialmente cuando la industria de la información está más plagada que nunca de noticias falsas, inventadas, sesgadas, maliciosas, mentirosas. Los medios de comunicación están haciendo frente a una tormenta perfecta en todo el mundo, porque, en medio de todo esto, la publicidad ha huido, los medios de papel y la información local sufren escandalosamente, también los digitales, aunque las audiencias se disparen. Pero la hecatombe es también una oportunidad para el verdadero periodismo, con vocación por el servicio público y la libertad de información.
Lo cuenta Javier Sampedro en “El País”: una web llamada Biohackinfo.com publica una información notoriamente increíble. Bill Gates aprovecharía la vacuna del coronavirus para inyectar a la gente un chip espía que detectaría tus movimientos y opiniones. Un video de YuoTube incidía en tal mentira y logra dos millones de visitas. El “New York Post”, propiedad de Murdoch, da espacio a la historia y logra que un millón de ciudadanos le den pábulo en Facebook. Más detalles de este significativo desatino en un artículo de Philip Ball y Amy Maxmen en “Nature”.
Estas mentiras causan en gran daño social y deberían ser un delito tipificado. Algún día no muy lejano lo serán. Los expertos de la OMS llaman “Infodemia” al fenómeno de la explosión sin precedentes de desinformación, noticias falsas, mentiras y manipulaciones, que sufrimos con motivo de la pandemia global. Un público asustado, busca desesperadamente certezas imposibles, explicaciones simplistas a las cuales aferrarse. El caldo de cultivo perfecto. Los periodistas que creemos que nuestra labor es un servicio público de gran responsabilidad tenemos deberes al respecto.
Una investigación académica sobre la desinformación llevada a cabo en España por CEU San Plablo, Facebook y la Fundación Luca de Tena llega a la triste conclusión de que más de la mitad de los españoles presentan un grado relevante de vulnerabilidad ante la desinformación. Los jóvenes presentan un grado aún mayor de vulnerabilidad. Los medios ideológicamente moderados logran mayor credibilidad que aquellos que defienden posiciones políticas más marcadas, dice el informe. La gente es más propensa a aceptar la información que sea acorde con sus creencias, independientemente de si es veraz o no. La infodemia es una gran oportunidad para que los medios de calidad pongan en valor el verdadero periodismo, reforzando por todos los medios posibles las relaciones con sus audiencias. El periodismo de la desescalada en la pandemia debe ser una escalada en el diálogo constante con las audiencias, investigar sistemáticamente su necesidades, sus preocupaciones, hacer nuestras sus dudas, sus miedos incluso.
Jeff Jarvis acaba de reclamar que los medios debemos de amplificar la voz de los expertos, despolitizando sus opiniones en lo posible. Ha repetido una vez más que el coronavirus no ha herido de muerte a los medios de comunicación de masas, porque ya estaban muertos. Los últimos datos para España son aterradores. Los tres mayores grupos, Prisa, Vocento y Unidad Editorial, han perdido entre los tres 30 millones de euros en su facturación del primer trimestre. A pesar de sus tímidos muros de pago, su facturación digital sobre facturación total está muy por debajo de la media europea, apenas llega al 30% a pesar de que la caída general de los ingresos infla el dato. En muchas zonas de Europa están por encima del 70%. Con el problema añadido de que las arcas de los grandes en España y no digamos de los pequeños, digitales o en papel, está exhaustas. Y se ha demostrado que la carrera por la transformación digital es cara. Solo nos queda hacer el mejor periodismo e innovar sistemáticamente.