Hablas varios idiomas y llevas 40 años dedicándote a la traducción e interpretación. ¿Cuánto tiempo se tarda en aprender un idioma?
No depende del tiempo, sino de la persona, de su capacidad de absorción de conocimientos y de su interés. Las academias de inglés te dicen que aprendes en una semana. Te enseñarán a pedir un café y poco más. No creo que se pueda aprender bien un idioma sin haber pasado tiempo en el país. Un idioma es el principal medio de expresión de una cultura. Sin cultura no hay idioma, que es su subproducto. Por eso es necesario conocer bien la cultura para hablar bien el idioma. Y además es algo vivo, y si te falta el idioma de la calle, puede que tengas lo académico, pero luego vas al país y no te enteras de nada porque se habla lenguaje de la calle que no te dan los académicos. Es un aprendizaje continuo, nunca se termina de hablar bien un idioma. Ni siquiera quienes nos dedicamos a la lengua conocemos todo. Pero ni en nuestro propio idioma. Debes tener un interés permanente y una pasión por la comunicación.
¿Cuál es para ti el idioma más difícil de aprender?
El que no conozco (risas).
¿Qué idioma habría que estudiar, aparte del inglés?
Los idiomas que están creciendo son el chino, el japonés, el ruso y el árabe. Se están difundiendo más por el peso económico y estratégico que van ganando estos países y porque están promocionando mucho la expansión de sus idiomas y de su cultura.
En el mundo árabe tienen dificultades para la convivencia entre países, pero están de acuerdo en que el idioma ha tenido un peso muy importante en la historia y que puede volver a tenerlo si lo promocionan. China, con su crecimiento, se está asentando mucho en África e Hispanoamérica, donde la gente está aprendiendo el idioma. Y los rusohablantes son alrededor de 400 millones, y además el idioma está bastante perfeccionado. Lo están fomentando y, en cuanto Rusia empiece a implantar fábricas y empresas en otros países, se hablará más.
¿Recomendarías a un joven que valore hacerse traductor profesional?
Conocer otro idioma, aparte del tuyo, te permite ver cualquier situación de la vida desde dos perspectivas distintas porque son dos mentalidades diferentes. No es lo mismo ver una corrida de toros como español o como noruego, con su conciencia sobre los bosques o los animales. Pero si sabes noruego, ves la corrida como un español, pero con la mentalidad noruega. Y no te cuento si hablas cinco idiomas, que te permitirá crearte una escala de valores con más fundamento que quien solo conoce un idioma.
Hablar varios idiomas te permite conocer mucho mejor a la gente, establecer una mejor comunicación porque te pones en la piel otro. Y al entender mejor a la gente, te entiendes mejor a ti mismo.
¿Cómo ha incidido la digitalización en tu profesión?
Me gusta más llamarlo oficio. Pero de varias formas: en primer lugar, la entrada de los ordenadores ha simplificado muchos procesos de trabajo, como la elaboración de glosarios o la posibilidad de trabajar con un original cambiando las frases a otro idioma. Pero también tiene sus lados oscuros porque hay una serie de programas de traducción automática, auxiliares al traductor, que van creando una memoria de vocabulario, que está muy bien, pero hay muchos documentos que no pueden pasarse por ellos porque no llegan del cliente en soporte informático, sino en papel original. Y ahí la informática sirve de poco.
Los programas de asistencia a la traducción analizan el texto original y ven qué palabras se repiten. Eso, que debería ser una herramienta del traductor, lleva a los clientes a buscar reducir la cantidad que pagan por haber repetición de palabras. Eso genera una importante merma de ingresos, y hay que batallarlo. Además, las agencias de traducción también fuerzan a los colaboradores para bajar precios basándose en las repeticiones, en este caso.
Además, hay un aspecto de la interpretación que está constituyendo una auténtica revolución tecnológica: sistemas que permiten hacerlo desde casa, sin moverse. Los asistentes al evento reciben la traducción simultánea a través de sus móviles o de unos receptores especiales. Esto también sirve para reducir precios, ya que, si no te mueves de casa, no se cobran dietas o tarifas especiales; y hay gente que lo acepta. Con esto se está empezando ahora y probablemente será el futuro de la traducción simultánea por el importante ahorro que supone tanto en equipos como en desplazamiento. Puedes estar interpretando desde Madrid un congreso que se está celebrando en Berlín, por ejemplo.
La tecnología mejora procesos, pero también empeora el oficio…
El mercado, en los últimos años, se ha reducido bastante, entre un 20 y un 30 %. Con los asistentes tipo Google Translate la gente traduce documentos que no son muy importantes para, al menos, enterarse de lo básico y ahorrarse la traducción. En otras ocasiones, empresas grandes lo que hacen es meter en nómina a un traductor y así ahorran dinero.
En el campo de la interpretación, la crisis ha sido un verdadero palo porque se han perdido alrededor del 50 % de los congresos en España como parte de las medidas de ahorro de los grandes clientes. Hace 10 años, algunas empresas organizaban un evento casi cada semana, y al ver que el mercado estaba cayendo, dejaron de hacerlo.
Otro factor que ha influido en la reducción de trabajo es el imparable avance del inglés. Antes, un congreso de cirugía, por ejemplo, se interpretaba a varios idiomas. Era costoso, pero había dinero. Hoy, ese mismo congreso se celebra solo con inglés, y quien no entienda, pues que aprenda. Eso ha permitido que los intérpretes cuyos idiomas de trabajo son inglés y español no hayan notado apenas una merma en sus ingresos. Muchos incluso los han aumentado. Pero los de otros idiomas han caído en picado, como el alemán, el italiano y el francés. El Brexit está haciendo notar un repunte de estos idiomas que estaban de capa caída porque Francia y Alemania, sobre todo, quieren que los asistentes escuchen las ponencias en sus idiomas debido al movimiento nacionalista que está surgiendo en Europa. Aunque nadie quiere prescindir del inglés, a pesar de que lingüísticamente no tenga la base para convertirse en lengua franca.
¿Crees que el inglés no es un idioma muy perfeccionado?
No, de hecho, el inglés es el segundo idioma más joven de Europa, después del italiano. No es muy perfeccionado porque no se lee como se escribe, un impedimento fundamental para que un idioma alcance la universalidad. Lo ha alcanzado por las dos guerras mundiales y por la colonización británica. Otro factor es que tiene tantísimas influencias de otros países e idiomas, que ni siquiera los ingleses conocen todo el inglés.
¿Entonces qué pasará en el futuro de la profesión?
No soy adivino, pero la tecnología está cubriendo gran cantidad de labores que eran repetitivas, las está eliminando. Y hay una línea de investigación y desarrollo para crear traductores automáticos, como esos dispositivos que traducen varios idiomas. Antes existían los manuales con frases básicas y esto es similar, no son todavía máquinas con las que trabajar en una negociación o en una visita en la que te estés jugando algo.
Los programas de traducción automática sí están avanzando bastante, pero aún tienen problemas que superar. Un ejemplo son las frases largas con muchas subordinadas, que no entienden bien, o los nombres propios. Calculo que de aquí a 10 años ya se va a poder traducir de forma automática el 50 % de los textos que necesiten los clientes.
El traductor de Google, del que has habado antes, cada vez mejora más. La compañía aspira a que sea perfecto, y para ello está metiendo mucha Inteligencia Artificial en él. ¿Cómo lo ves?
No lo veo así por una razón muy sencilla: todos los idiomas, sobre todo el español, que tiene unas 460.000 palabras, tienen una enorme cantidad de sinónimos. Un programa de traducción automática podrá reflejar la idea sustancial de un texto, pero los matices, el registro (humor, ironía, ofensa…) no lo puede hacer ningún programa porque las equivalencias entre idiomas son distintas. Por ejemplo: en España tenemos muchísimos términos relacionados con el toreo, como ‘estaba en la calle y pasé de largo la librería’. ¿Cómo traduces eso al inglés, al alemán o al chino, donde no conocen el toreo? Tienes que buscar algo equivalente, y es ahí donde se mete la pata. A veces hace falta una explicación en la traducción para que el lector en otro idioma conozca la intención, el registro, del idioma original.
Otro asunto son los modismos locales. Hay localismos que no figuran en ningún programa de traducción automática. De nuevo, el caso de España: aquí tenemos varias lenguas y, por ejemplo, en Aragón se utilizan términos que provienen del chistabino. Si intentas traducir eso de forma automática, o se lo salta o lo pone tal cual, por lo que no sirve de nada.
Luego están los términos, diríamos, ‘familiares’. Puede que una empresa se invente una palabra. Hace poco estuve en el País Vasco, en una fábrica de discos para frenos de coches, y yo hablaba de ‘disco’. Ellos lo llamaban ‘txapela’. El problema es que el término txapela refiriéndose al disco incluso aparece en la documentación de la empresa. Ponte a traducir eso con software…