El sueño digital produce monstruos. Nunca en la historia de siglo y medio de periodismo ha existido tanta información disponible, perfectamente accesible a la mitad de la humanidad a través de Internet, prácticamente sin coste. Y nunca el panorama ha sido tan desolador: la desinformación, la manipulación y las noticias falsas campan a sus anchas en todo tipo de soportes. Se puede decir que se está creando una realidad mediática que se superpone a la verdadera realidad, tapándola. Los medios se imitan unos a otros, se copian, multiplican 'ad nauseam' los temas y los enfoques. El rescate del niño Julen, caído a un pozo, o la desmedida y gratuita atención a Vox son dos pequeños ejemplos de un periodismo desquiciado.
Tomen las primeras páginas de los principales diarios nacionales, los telediarios, los cada vez más abundantes programas de la tele o la radio, y podrán comprobar la estomagante repetición de los mismos temas, en un 80 o 90 % de los casos. ¿Cómo piensan los editores cobrar por contenidos y alzar muros de pago para acceder a informaciones que básicamente llevan casi todos?
La cobertura del rescate del niño Julen es un ejemplo muy ilustrativo. Estamos ante una desgracia muy lamentable, pero ¿tiene sentido que durante muchos días las conexiones en directo de teles, radios y digitales nos hayan abrumado sin aportar en la inmensa mayoría de las informaciones ningún dato nuevo significativo? ¿Es un triste accidente familiar o el comienzo de la Tercera Guerra Mundial?
Los periódicos y los telediarios están abarrotados de declaraciones huecas de políticos, con sus réplicas y contrarréplicas, sus lugares comunes, chascarrillos de famosetes y desplantes y gorjeos que pretenden ser ingeniosos, mientras que las informaciones sobre el cambio climático, sobre el origen de los grandes conflictos, sobre la razón de ser de los vaivenes económicos, sobre los avances tecnológicos que cambian la vida de la gente, lo que verdaderamente importa, casi nunca abren los informativos o lo hacen de manera deslavazada, superficial, apresurada, como por compromiso.
Los sucesos y los deportes cubren cada día más espacio informativo, se buscan las audiencias masivas con titulares gritones, cuando no perfectamente falsos. La batalla por el 'clic' sigue siendo uno de los más funestos errores de los editores.
Otro clavo en la cruz de los medios de comunicación y el periodismo proviene de un importante fenómeno colateral:
el populismo ha tomado las calles y su reflejo en la información política es bastante venenoso. El experto Frederic Filloux denuncia
en una extensa nota publicada en el digital 'Monday Note' cómo
el ascenso del populismo está perjudicando al periodismo. Desde 1990, el número de movimientos políticos etiquetados como populismo se ha multiplicado por cinco, dice Filloux, y este hecho está infligiendo graves heridas al periodismo. La era Trump está acelerando la generalización de la información errónea y manipulada (
7.646 mentiras o afirmaciones engañosas en los primeros 710 días en el cargo de Trump como Presidente de EE.UU., según el conteo de 'The Washington Post'). Si te suscribes a alguno de los grupos de Facebook puedes comprobar con consternación la
mezcla de noticias falsas e ideologías putrefactas, señala Filloux.
Trabajar como periodista se ha vuelto mucho más difícil en Estados Unidos, en Brasil o en la vecina Francia, con el movimiento de los 'chalecos amarillos'. Una buena
parte de responsabilidad la tienen los propios medios de comunicación, que contribuyen poderosamente a crear una realidad mediática que, al final, les perjudica gravemente.
¿Están algunos medios de comunicación cavando su propia tumba?
Si (
No(
