Ningún gobierno responsable desdeña la posibilidad de que un ciberataque tumbe infraestructuras críticas y paralice un país, como le sucedió a Estonia en 2007. Pero ¿y si un ciberataque afectase únicamente a varios medios de comunicación? ¿Hasta qué punto afectaría a otras industrias del país o a su normal funcionamiento? ¿Leer periódicos se ha convertido en un hobby o es una actividad necesaria?
Suena el despertador, te incorporas, coges el móvil y revisas Twitter para ver qué se está hablando a primera hora de la mañana. Poco después, mientras desayunas, te duchas o te lavas los dientes, es probable que la radio te acompañe, narrando en directo las noticias del día. Seguramente también vaya a bordo de tu coche (salvo que te muevas en transporte público, donde esa información se habrá transformado en textos que consultas en varias apps de medios de comunicación). Incluso tu bandeja de entrada del correo electrónico tiene preparado para ti uno o varios boletines con los artículos más importantes para arrancar el día, a pesar de que es bastante probable que lo primero que hagas al encender el ordenador del trabajo sea entrar directamente a la web de tu medio de cabecera para consultar, al menos, su portada. Como no todos somos iguales, habrá quien porte bajo el brazo un periódico -sea comprado o gratuito- y quien pase el resto de su jornada laboral siendo impactado por la radio o la televisión, donde el flujo de noticias es constante.
Que vivimos rodeados de información es un hecho. No en vano, nos llaman 'la sociedad de la información'. Nunca hemos tenido tantas posibilidades informativas, ni tan variadas, a nuestro alcance. Por eso lo raro es que triunfen las fake news, dada la facilidad para contrastar puntos de vista o hacer sencillas comprobaciones, que en muchos casos son del todo innecesarias si el esquema de estar constantemente sometidos a impactos informativos ha servido de algo: sabemos cómo son en realidad las cosas. O deberíamos. De hecho, nuestra configuración de la realidad en cierto modo está influenciada por lo que vemos, oídos, leemos y escuchamos en los medios. Ahora, también en lo que compartimos. Información que refuerza nuestros miedos, reivindica nuestras ideas y nos induce a tomar decisiones. A todos los niveles. A todo el mundo.
¿Qué pasaría si un día, tras sonar el despertador, no hubiera nada? Y no me refiero a que nos sintamos como Will Smith en 'Soy Leyenda', sino a como se siente un adolescente sin cobertura en el móvil: fuera del mundo a pesar de estar en él. ¿Qué pasaría si un día despertases y no hubiera radio, televisión o prensa digital? ¿Qué pasaría si durante varias horas fuera absolutamente imposible acceder a los principales medios de comunicación y, lo que es peor, no poder enterarse -como consecuencia- de qué está ocurriendo?
Ciberataques a los medios, un riesgo mayor de lo esperado
En diciembre, un ataque informático impidió a 'Los Angeles Times', 'The New York Times' y 'The Wall Street Journal' enviar sus documentos a tiempo a la imprenta. Algunos expertos creen que procedía de un país extranjero. Se cree que la motivación era económica: un atacante bloquea las operaciones digitales de una empresa o de un particular y le exige dinero para liberarlo. Pero los diarios afectados no recibieron ninguna indicación al respecto, lo que lleva a pensar que los atacantes simplemente querían boicotear el normal funcionamiento de estos diarios. Es decir: la publicación de noticias. Una nueva forma de censura con la que no habíamos contado, y que daría alas a las ya de por sí preocupantemente poderosas fake news, que han encontrado en las redes sociales su caldo de cultivo. En el escenario de un mundo que despierta sin noticias, es posible que la alternativa fueran Twitter y Facebook, que probablemente funcionarían sin problemas, pudiendo escupir cualquier tipo de información que los urdidores del ataque deseasen. Con vía libre para evitar ser rebatidos.
Este apocalíptico escenario es (todavía) remoto, pero nada impide que pueda hacerse realidad. A ello contribuirá la
progresiva 'murificación' de las noticias: la mayoría de los periódicos
trabaja a destajo para implantar muros de pago en sus ediciones digitales, de manera que en no mucho tiempo leer periódicos por Internet conllevará un coste. Esto no hará sino
expulsar a capas de la sociedad que ahora leen periódicos gratis a seguir consultando noticias sin coste en otro lugar. ¿Cuál? Las redes sociales, donde listillos de toda índole seguramente se apresurarán a llevarse el trozo del pastel que se quede fuera del muro.
Si lo que cuentan es verdad o es mentira es irrelevante, ya que durante dos décadas ha habido un buffet libre de información de calidad al alcance de cualquiera y... bueno, basta echar un vistazo al mundo para saber lo que ha pasado. Visto así,
que los medios de comunicación sufrieran un ataque masivo y coordinado que los dejase fuera de juego durante varios días sería irrelevante, ya que incluso con ellos en el tablero de juego muchas personas se han creído lo que atufaba a mentira desde kilómetros. Pero la otra cara de esta noticia es que si aún no nos estamos matando unos a otros, probablemente sea porque
todavía queda un porcentaje de la población que accede cada día a medios de verdad y tiene una opinión informada de lo que (realmente) pasa en el mundo, actuando en consecuencia.
Protejamos a los medios con algo más que un antivirus si no queremos forzar incluso a los ciudadanos más responsables a tener que refugiarse en el vertedero mientras amaina la tormenta de un ciberataque.