Jeff Bezos (Amazon), Marc Benioff (Salesforce) o Craig Newmark (Craiglist) han comprado o fundado medios de comunicación, casi siempre tradicionales -en papel-. ¿Por qué se fijan en empresas a punto de quebrar y sin un modelo de negocio potencialmente exitoso en lugar de apostar por canales de televisión, que gozan de mejor salud financiera?
En 2013, Jeff Bezos, fundador y propietario de Amazon, pagó 190 millones de dólares por 'The Washington Post': un periódico en papel. Tal vez tenía cierto sentido teniendo en cuenta que el origen de su fortuna está en vender libros por Internet. La fusión del papel y las nuevas tecnologías que ha servido de trampolín para conquistar decenas de áreas de negocio diferentes al que ahora mismo es el hombre más rico del mundo. Aquello abrió la veda de las adquisiciones de medios tradicionales por parte de multimillonarios, con otros ejemplos con el enorme porcentaje que el francés Xavier Niel tiene de 'Le Monde' o la reciente adquisición de la revista 'Time' por parte de Marc Benioff, fundador de Salesforce. No son los únicos millonarios que han puesto el foco en los medios: Craig Newmark, fundador de Craiglist, ha puesto en marcha dos medios digitales y ha donado grandes cantidades de dinero a la Facultad de Periodismo de la Universidad de Nueva York; y el millonario Patrick Soon-Shiong compró 'Los Angeles Times'. El interés de las grandes fortunas -curiosamente, generalmente ligadas al mundo tecnológico- por los medios de comunicación es evidente, pero ¿por qué se centran en comprar periódicos y no, por ejemplo, canales de televisión?
Existen estudios que han demostrado que los medios tradicionales siguen siendo más influyentes que los digitales, salvo honrosas excepciones. Esto llevaría a pensar en una posible causa de estas compras: los multimillonarios, una vez tienen la riqueza en sus manos, también quieren la influencia, algo relacionado con la Teoría de Tres Componentes de la Estratificación de Max Weber, que diferencia los conceptos de riqueza, prestigio y poder. Puede que un buen periódico ayude a un millonario a ganar prestigio y refuerce su poder. A fin de cuentas, poseer un prestigioso periódico generador de opinión puede ayudar a moldear políticas que redunden en el resto de negocios, los principales. Pero en una época en la que cualquier persona con un móvil puede superar en influencia al más veterano de los diarios, incluso tendría poco sentido desembolsar 200 millones de dólares por un negocio en extinción. Por mucho que esa cifra sea vista como un gasto más que asumible por quien atesora decenas de miles de millones de dólares. Pura calderilla.
Los medios son un negocio
Detrás de estas compras hay algo mucho más complejo que buscar hacer lobby para ser escuchado por los políticos de turno. Algo incluso más complejo que mejorar la imagen pública de empresarios a menudo señalados por diversas causas, que van desde la peculiar fiscalidad de sus compañías hasta el laxo cuidado que muestran con los datos de los usuarios, considerados un bien mercantil en sí mismo. "Estoy seguro de que Benioff está comprando e invertirá porque puede sentir un gran potencial en las revistas digitales y ve un futuro brillante precisamente porque entiende la tecnología digital", explica el investigador Adam Hodkin. Tratándose de personas que han erigido fortunas en el ecosistema digital, comprar un periódico supone un reto y una nueva oportunidad de negocio: están seguros de que podrán obtener mucho dinero gracias al papel que tienen los medios en la sociedad.
Si nos fijamos en el comportamiento del 'Washington Post' de la era Bezos, veremos que la icónica cabecera es ahora un potente medio digital de pago que comienza a exportar tecnología. El diario ha dejado de ser un periódico y se ha convertido en una marca de calidad periodística en la que no importa la forma en que se consuman sus contenidos, que va desde el propio papel hasta la web, las aplicaciones móviles, los podcast, las newsletters o la escucha de noticias en altavoces inteligentes. "Si el enfoque y la reputación del contenido pueden aumentar, existe la posibilidad de que la audiencia también aumente", explica Hodkin. Es decir, que los multimillonarios también buscan ganar dinero con estos medios, precisamente porque saben cómo hacerlos rentables: basta con potenciar su calidad, mejorar su usabilidad digital y ofrecer en el mercado precios justos que ofrezcan reducidas barreras de entrada a nuevos usuarios, que se abonarán a cambio de salir de la vorágine de mentiras en que se han convertido las redes sociales, donde el producto es el usuario y cuanto hace en Internet. Por el contrario, estos medios simplemente ofrecen calidad a buen precio a quien quiera pagarla, ya sea para no convertirse en el producto a cambio de noticias gratuitas o para participar activamente en la configuración de un ecosistema mediático de calidad que permita seguir sosteniendo la democracia.
Pero existe otra razón de base tecnológica detrás de estas adquisiciones. Obviamente, los suscriptores proporcionan una serie de datos personales a los medios, que pueden monitorizar su navegación. De este modo, pueden obtener los mismos datos que Google o Facebook: quién lee qué cosa, dónde, cuándo y cómo. Luego es fácil intuir el por qué, basta cruzar datos para obtener respuestas... que pueden alimentar el resto de negocios (a diferencia de Facebook o Google, que las usarán para mostrar más publicidad). En paralelo, ser el propietario de una fábrica de contenidos, de información, también puede resultar útil, en cuanto supone crear en tiempo real y de manera ininterrumpida una gigantesca base de datos que contiene prácticamente todo lo que está sucediendo en cualquier rincón del mundo a nivel político, social, económico, cultural... Seguramente, quienes han convertido Internet en un vehículo para llegar a lo más alto en la lista de 'Forbes', sabrán sacar rendimiento a esa información.
Llegados a este punto, a la pregunta de
por qué los multimillonarios no están apostando por comprar canales de televisión y en su lugar están adquiriendo periódicos y revistas, la respuesta, aunque compleja en esencia (y en realidad desconocida), bien podría ser "porque se trata de un rentable negocio que tiene mucho que aportar". La tele también, pero empresarios como Jeff Bezos ya tienen cubierto ese segmento (en su caso con Prime Video), lo que demuestra que ninguno de estos movimientos es un simple capricho.
Nadie erige una fortuna como las de estas personas a base de caprichos.