Vox Media, BuzzFeed, Mic o Mashable han conseguido abrirse hueco en Internet e incluso superar en muchos aspectos a marcas consolidadas durante décadas, pero sus previsiones no son halagüenas: despidos, cierres de ediciones o rentabilidad por debajo de lo esperado están a la orden del día entre quienes estaban llamados a diseñar el periodismo del futuro, aplicable a los demás. ¿Qué está pasando?
No todos empezaron por la puerta grande, algunos, como 'Mashable', lo hicieron en la típica habitación de un estudiante, pero su rompedora visión de la realidad digital y su forma de conectar en ese ecosistema con el público deseado abrió los ojos y los bolsillos de muchos inversores, que vieron en estos medios nativos digitales algo así como los medios del futuro. Nadie dice que no vayan a serlo, e incluso que no lo sean ya a estas alturas, pero el paso del tiempo ha terminado por compararlos con aquellos medios legacy media que vinieron a destronar: también pasan ciertas estrecheces económicas.
Uno de los grupos que peor lo están pasando es Vox Media, editor de 'Vox', 'The Verge' o 'Recode', entre otras populares publicaciones digitales. Según ha publicado el 'Wall Street Journal', el Grupo no cumplirá sus objetivos financieros para 2018, establecidos en ingresos por valor de 200 millones de dólares, lo que suponía aumentar su facturación un 25 % respecto al año anterior. Por el contrario, el crecimiento podría quedarse en apenas el 10 %. Cierto es que cualquier legacy soñaría con crecer un 10 % en un año, pero los inversores que han apostado millones de dólares a estos nativos digitales no lo ven así.
Vox Media solo es un capítulo más de una lista de pequeños fracasos que crece por momentos. El año pasado, ni BuzzFeed ni Vice Media cumplieron sus propias previsiones, a pesar de los esfuerzos por diversificar vías de ingresos o de sus aventuras con otros gigantes digitales, como Netflix. De hecho, BuzzFeed ha cerrado recientemente tanto su división de podcast (dejando en la calle a una docena de empleados) como 'BuzzFeed France'. Al término de 2017, la compañía neoyorquina había despedido a un centenar de empleados en Estados Unidos y el Reino Unido.
Otro medio que atraviesa ciertas dificultades es 'Mic', un digital nacido en 2011 y que emplea a un centenar de personas. Llegó a recaudar 60 millones de dólares para crecer, pero ahora está en venta, como en su momento 'Mashable', uno de los referentes del digital lifestyle: llegó a estar valorada en 250 millones de dólares en 2015, pero el año pasado el grupo Ziff Davis la compró por apenas 50 millones, cinco veces menos. Por el camino se dejó 50 empleados, despedidos para reducir costes.
Fuente | Le Figaro
Por qué los nativos digitales pasan dificultades
Es complicado saber a ciencia cierta qué está pasando, aunque lo más probable es que se trate de una combinación de factores. La mayoría de estos medios nativos son gratuitos, por lo que dependen de la misma publicidad que resulta insuficiente para los legacy media debido a la misma razón: el omnívoro poder de Google y Facebook. Durante algún tiempo funciona, ya que los ingresos publicitarios pueden ser más o menos suficientes para medios de reducidas dimensiones, pero al entrar en juego inversores con la promesa de hacerlos crecer rápido para aumentar su potencial, las estructuras se multiplican y comienzan a consumir mayor cantidad de recursos, en cuyo caso la publicidad se torna insuficiente. La financiación permite un crecimiento rápido a corto y medio plazo, pero cuando se evapora y el medio se enfrenta a sobrevivir tirando de publicidad, las cosas se ponen complicadas. En paralelo, se produce un peligroso fenómeno: la mayoría de estos medios se enfocan a un público joven, por lo que sus perspectivas de cobrar suscripciones son menores, incluso, que entre los legacy. Si bien es cierto que pueden sortear en cierto modo esta restricción diversificando las vías de ingreso, también lo es que casi todas son exploratorias y que la mayoría solo ofrece ciertas garantías de rentabilidad a medio y largo plazo. Se produce, por tanto, un círculo vicioso que obliga a prometedoras marcas a desprenderse de sus propios planes de crecimiento a cambio de sobrevivir con lo puesto, tal vez por el artificial crecimiento que se inyecta a productos digitales que deben madurar siguiendo los procedimientos que han demostrado durante más de dos décadas funcionar: dejar que fluyan hasta abrirse camino y asentarse. Pero todos vivimos demasiado rápido.