Productos como el papel higiénico, detergentes, leche o latas de conservas dejarán de ocupar espacio en las tiendas y serán sustituidos por versiones virtuales que los clientes podrán conocer con lecturas y contenido audiovisual. En caso de querer adquirirlos, simplemente escanearán sus códigos de barras para añadirlo a la cesta. De este modo, los supermercados liberarán el espacio que ahora ocupan productos con poder de atracción limitado y lo dedicarán a crear experiencias como la exhibición de alimentos frescos, la impartición de cursos de cocina o nutrición, o experiencias socializadoras que conviertan a estos establecimientos en tiendas inteligentes que optimicen el tiempo de los clientes, a la par que ofrezcan algo novedoso, único y complementario a la compra digital. El objetivo es que aporten algo más que la mera transacción. En el supermercado del futuro los compradores llevarán de antemano una lista de la compra elaborada automáticamente mediante inteligencia artificial, obtendrán precios adaptados a su historial de compra (los llamados "precios dinámicos", que varían según determinados parámetros y en tiempo real) y podrán elegir si desean recoger la compra en tienda o recibirla a domicilio. Son algunas conclusiones
del informe 'El supermercado futuro: cómo las operaciones digitales permitirán crear una experiencia de cliente ganadora a un coste mucho menor', elaborado por la consultora Oliver Wyman.