Si crean apps útiles, podrán encontrar utilidad a lo que muchos consideran el mejor casco de realidad aumentada que existe. Pero tienen serios retos por delante.
Las mentes que desde 2011 trabajan de forma mixta (en hermético secreto y con pomposas demostraciones virales) en Magic Leap han visto en Android o Alexa un camino para lograr sus objetivos de conseguir un producto de masas: abrirse primero a los desarrolladores. Por eso, acaban de lanzar a la venta el Magic Leap One, su casco de realidad aumentada o mixta con el que intentarán hacerse con un incipiente mercado... que todavía nadie sabe para qué servirá exactamente. Es la otra cara de la moneda: si los desarrolladores empiezan a jugar con su producto, tal vez consigan crear algo que dé utilidad y sentido a todo el esfuerzo invertido durante años.
Magic Leap One sale a la venta por 2.000 euros, un precio elevado pero por debajo de los 4.000 que puede alcanzar el HoloLens de Microsoft. Incluirá un portátil especial para poder trabajar en el desarrollo y un controlador de mano, que permite 'introducir' las extremidades en el programa. Aunque hay restricciones: el comprador debe ser mayor de edad y residir en los Estados Unidos, lo que demuestra que la apuesta de Magic Leap es a largo plazo. Algo que no oculta su CEO, Rony Abovitz, quien ha logrado levantar unos 2.000 millones de euros en financiación durante estos años para una empresa que ha solicitado centenares de patentes.
¿Para qué sirve Magic Leap One?
A pesar de ello, Magic Leap se ha enfrentado a frecuentes críticas y burlas, especialmente por sus creaciones virales. Mucha gente las entendía como algo absurdo, pero la compañía ha seguido trabajando hasta pulir un producto que se compone de dos elementos: el visor (o 'Lightwear'), que pesa 325 gramos, y un dispositivo de 415 gramos que procesa las imágenes, al que laman 'Lightpack'. Su campo de visión en diagonal alcanza los 50 grados, frente a los 35 de HoloLens (los humanos, con ambos ojos, abarcan 120 grados).
La técnica parece conseguida, pero
el fallo de Magic Leap está en la utilidad. Abovitz reconoce que
harán falta cuatro generaciones de productos de este tipo hasta hacerlos masivos. Por eso, su objetivo a corto plazo es que entren en juego los desarrolladores, creen que hit necesario para despunta y sirvan de ayuda a los ingenieros de la compañía para seguir puliendo su gadget hasta
convertirlo en un producto de masas. Intenciones no les faltan: ya han firmado
acuerdos con la NBA y LucasFilm, la productora responsable de 'Star Wars'. Detrás de ella está Disney. Seguro que Magic Leap será, en no mucho tiempo, el juguete estrella de Navidad.