Los fabricantes chinos llevan ocho años accediendo a datos personales de algunos usuarios de Facebook, que también ha compartido información con Amazon, Apple, BlackBerry y Samsung.
Dice el refrán español que "a perro flaco todo son pulgas", algo que seguramente haya pensado Mark Zuckerbeg durante sus desplazamientos hacia el Senado estadounidense o el Parlamento Europeo, por poner dos lugares que ha visitado recientemente por culpa de (que nos hayamos enterado de) la filtración de datos de usuarios Facebook a Cambridge Analytica y el supuesto torticero uso que hicieron de ellos para manipularlos a cambio de votos para una serie de iniciativas políticas de dudoso interés público.
Ahora nos hemos enterado de que Facebook lleva al menos ocho años compartiendo datos de sus usuarios con varios fabricantes chinos, concretamente Huawei, Lenovo, Oppo y TCL. La red social ha reconocido los hechos, pero asegura que los datos nunca salieron de los teléfonos de los usuarios y que la entrega fue similar a la que también hicieron con BlackBerry, Apple o Samsung. En este caso, la estrategia de Facebook estaba clara: al proporcionar datos de sus usuarios a estos fabricantes, la red social se aseguraba un buen lugar en los terminales y mejoraba el funcionamiento de su app. A cambio, entregaba detalles como dónde trabajan, dónde habían estudiado o qué cosas les gustaban. No sabemos para qué utilizaron esa información los fabricantes.
La polémica ha saltado no por el hecho de haber compartido esa información con terceras empresas (tal vez ya estemos curados de espanto), sino porque
el Gobierno estadounidense tiene en el punto de mira al menos desde 2012 a empresas chinas como Huawei, cercanas al Partido Comunista Chino y, por ende, a su Gobierno. De hecho, la Administración estadounidense ha llegado a vetar determinadas marcas chinas entre sus funcionarios bajo la sospecha de que
sus productos podrían servir para espiar. La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca no solo ha desatado la guerra comercial con China, entre otros países, sino que ha servido para reforzar la alergia hacia algunos fabricantes del gigante asiático precisamente bajo el mismo pretexto del espionaje. Aunque parece que quien estaba espiando a los estadounidenses no eran precisamente los chinos.