El ecommerce puede utilizar algoritmos para ganar y fidelizar clientes. Te contamos cómo hacerlo.
Los tiempos en que una tienda abría cada mañana a la espera de convertir transeúntes en clientes han pasado a mejor vida. Ahora, no solo están abiertas las 24 horas en ese mundo paralelo llamado Internet, sino que esos transeúntes -ahora internautas- no esperan a encontrar por casualidad el producto soñado: lo buscan de manera proactiva. Afortunadamente, la gente sabe lo que quiere. Por eso no duda en recurrir al comercio que sea capaz de dárselo, esté donde esté. Fidelizar al cliente es más complicado que nunca, pero el futuro se encargará de facilitar las cosas.
Durante años se ha dicho que el Big Data era una especie de panacea que solucionaría casi todos los problemas de muchas empresas. El tiempo ha demostrado que acumular datos no aporta nada si después no se inyecta inteligencia en ellos, algo que permite extraer patrones y tendencias, así como analizar comportamientos presentes para predecir los futuros. ¿Qué empresa no querría eso?
La cuestión hasta ahora ha sido que el llamado Business Intelligence no es barato o requiere herramientas y conocimientos al alcance de muy pocos. Al margen de que es una falacia, lo cierto es que el desconocimiento mantiene a raya a muchos empresarios, que no terminan de atreverse a dar el paso hacia una nueva era en sus negocios. La era de conocer al milímetro al cliente y de saber encontrar a potenciales clientes.
Inteligencia Artificial, el futuro del ecommerce
Si muchos empresarios han sentido vértigo a la hora de implementar soluciones de Big Data en sus negocios, la llegada de la Inteligencia Artificial seguramente será más dramática todavía para ellos. Pero dentro de unos años se habrá convertido en una obligación: la automatización y robotización avanzan a gran velocidad y cada día conquistan nuevas áreas de nuestras vidas, con la vista puesta en hacerse presentes en todos los campos imaginables.
Aunque a corto plazo pueda interpretarse como una amenaza, lo cierto es que la Inteligencia Artificial abre un abanico de posibilidades a cualquier negocio e incluso a trabajadores autónomos, al permitir optimizar tareas mediante su automatización, lo que desbloquea tiempo para poder centrarse en lo que realmente aporta valor y genera ingresos.
Un ejemplo clásico de Inteligencia Artificial aplicada al comercio electrónico son los chatbots, programas informáticos conversacionales que permiten automatizar la atención al cliente gracias a su facilidad para interactuar con usuarios y prestarles la ayuda requerida. Pero no es el único caso: los algoritmos, al analizar el comportamiento de los clientes, pueden sugerir nuevos productos de forma automática, facilitando futuras compras sin intervención humana. La forma más sencilla de vender, algo que de paso fideliza al cliente, ya que recibe por email o apps de mensajería las promociones, adaptadas a cada usuario.
La personalización es un asunto clave en la economía digital. Y ahí entran en juego, de nuevo, los datos: conocer lo que hace y quiere cada cliente proporciona información de calidad para gestionar el negocio, adaptándolo a cada persona. Ya no se conciben opciones cerradas, rígidas, que tratan a todas las personas por igual: es necesario adaptar los productos a cada cliente, y la tecnología está aquí para ayudar.
A pesar de ello, los retos que tienen por delante las empresas se centran en aspectos como la
privacidad, que cada vez preocupa más a los consumidores (y que se ha reforzado en la Unión Europea con la
entrada en vigor del GDPR), o la
ciberseguridad. Cuestiones que no deberían frenar a ningún empresario porque, como comentan desde la compañía Sipay Plus, "podemos decir que
la Inteligencia Artificial ha llegado para quedarse, lo que nos obliga a estar pendientes de su evolución y su adaptación en la sociedad actual". Más vale tomar nota ahora.