En 1991 solo había un sitio web en la pantalla del ordenador de Tim Berners-Lee en la Organización Europea para Investigación Nuclear con sede en Suiza. En 2014 se habían creado ya un millón de sitios web en todo el mundo. Según el último cómputo de Internet Live Stats, ya hay 1.060 millones de páginas web parpadeando en el mundo.
Nigel Shadbolt es profesor de ciencias de la computación en la Universidad de Oxford y cofundador del prestigioso Open Data Institute, creado en Londres por el mismo Tim Berners-Lee. Ha escrito junto con Roger Hampson un libro titulado 'The Digital Ape'. Seguimos siendo una especie simiesca y compartimos con el chimpancé el 96% de nuestros genes. Nuestros impulsos básicos siguen siendo primitivos, pero ahora la tecnología ha multiplicado asombrosamente las posibilidades. El resultado es por ahora bastante negativo. La calidad de la información se ha hundido en un mundo poblado de noticias falsas, manipulaciones y estupidez sin cuento. Este primer 'selfie' de la humanidad tecnológicamente ampliada nos ofrece una preocupante fotografía de un simio perplejo y desorientado. Hay una creciente evidencia sobre el efecto que producen las noticias falsas, la desinformación, el contenido partidista y la incitación al odio que abunda en las redes sociales. Hasta un escritor como Javier Marías denunciaba recientemente en su columna de 'El País Semanal' que "existen unos medios fabulosos de adoctrinamiento, contaminación e intimidación, sobre todo a través de las redes sociales". Afirma que detrás de lo que hoy se considera la "sacrosanta opinión pública, a menudo no hay casi nadie real o reflexivo, solo unos cuantos activistas que saben multiplicarse, invadir el espacio y arrastrar a masas acríticas y borreguiles". "Tenemos muchas papeletas -concluye- para convertirnos en una sociedad opresora, linchadora y tiránica".
El emprendedor tecnológico Jaron Lanier va más allá en su libro 'Diez argumentos para eliminar sus cuentas de redes sociales en este momento'. Se enfurece por la forma en que las redes sociales nos están convirtiendo a todo en "gilipollas", menoscabando nuestras democracias. Califica a las empresas de medios sociales como "imperios de modificación del comportamiento". La mejor manera de recuperar nuestra plena autonomía, afirma, es eliminar nuestras cuentas de redes sociales. Eso obligará a las compañías de tecnología a rediseñar nuestro universo digital de maneras más constructivas.
Enrique Dans nos advertía recientemente del peligroso papel de la mensajería instantánea: "Ni tan inocente ni tan personal". Señala los artículos que apuntan al papel central que WhatsApp parece estar jugando en la campaña electoral de las próximas elecciones indias. La solución que ve Dans sería a largo plazo, mediante procesos de educación, que "ayuden a la creación de criterio, a la generación de prácticas como la verificación de fuentes, la depuración de mensajes, el contraste o el reconocimiento de procesos de manipulación".
Internet está de paso laminando en muchos aspectos el periodismo de calidad, en un tobogán sin final de caída de los medios impresos, mientras que los digitales se afanan desesperadamente por lograr millones de seguidores cayendo en un amarillismo exacerbado. Mientras tanto, las consecuencias para la industria publicitaria han sido atroces. La tecnología publicitaria satura nuestras pantallas hasta el punto de convertirse en una tortura. La publicidad machacona apesta y es muy probable que tenga los días contados. Los medios de comunicación no pueden basarse más en la publicidad como fuente de ingresos esencial.
En el libro 'The People Vs Tech', Jamie Bartlett nos cuenta como Internet está matando la democracia. Su conclusión es devastadora, a menos que cambiemos de rumbo.
La tecnología es en cierta forma como las armas, máquinas crecientemente eficaces, pero no se deben dejar al alcance de todos y menos en manos del perplejo mono digital.