Están dotados con sistemas que permiten el intercambio de información entre vehículos y entre estos y semáforos o señales de tráfico. Te explicamos cómo funcionan.
Lo de 'KITT', el 'coche fantástico', fue en realidad una premonición de lo que estaba por llegar: a nadie sorprende ahora que casi todos los vehículos tengan la posibilidad de llevar dentro un dispositivo que nos indica qué calle tomar y cuándo debemos incorporarnos a una carretera. A viva voz. Pero esto es un aperitivo de lo que están preparando algunos fabricantes, entre ellos Audi o Toyota: coches que hablan entre ellos o con el entorno.
La primera opción, Vehicle to Vehicle (V2V), permite que un coche envíe información a otros que circulan por la misma carretera. Algo así como sucede con los aviones, que están interconectados para pasarse información que permita optimizar el trayecto y esquivar contratiempos. Un vehículo podrá informar a los que vienen por detrás de lo resbaladizo del pavimento o incluso que su conductor ha frenado debido a un obstáculo inesperado, lo que permitirá al resto actuar en consecuencia (por ejemplo, reduciendo la velocidad antes de encontrarse cerca del coche delantero).
La segunda opción, Vehicle to Infrastructure (V2I), permite a los coches intercambiar información con el entorno, especialmente con la carretera por la que estén circulando y con las señales de tráfico. Audi, por ejemplo, ya vende en Estados Unidos un modelo que puede entenderse con los semáforos. La idea es que en el futuro, las señales envíen datos al vehículo y estos adapten de manera automática su comportamiento basándose en esa información. Algunos vehículos disponen de una cámara que reconoce las señales, lo que le permite indicar al conductor la velocidad máxima a la que puede circular en cada momento o si está permitido o prohibido adelantar. Pero es el conductor quien tiene, de momento, la última palabra.
¿Cómo funcionan el V2V y el V2I?
Detrás de todo esto se esconde el DSRC (Dedicated Short-Range Communications), el sistema de comunicaciones de corto alcance. Funciona hasta un máximo de 300 metros de distancia entre ambos nodos y permite transmitir datos 10 veces por segundo. Un protocolo estándar que no requiere una conexión telefónica, por lo que no tiene coste para el conductor. Se busca que su latencia máxima sea de 20 milisegundos, esencial para que el vehículo pueda responder a tiempo en caso de frenazo u obstáculo inesperado en la vía. Los fabricantes esperan que con la llegada de la tecnología 5G se pueda alcanzar ese objetivo, ya que los modelos actuales tienen entre 50 y 100 milisegundos de latencia.
El caso es que tanto el V2V como el V2I no son algo de hoy: hace dos décadas que existe espectro radioeléctrico reservado para el desarrollo de estos sistemas y hace diez años que algunos fabricantes prueban modelos equipados con estas tecnologías.
Un punto positivo es que
equipar a un vehículo con sistemas V2V y V2I costará un máximo de 300 dólares. A cambio, se podrán
evitar 600.000 accidentes al año y ahorrar 70.000 millones de dólares derivados de los mismos.