La televisión de pago todavía no ha tocado techo en España

Durante años, la televisión de pago se presentó como un producto premium de elevado coste y apto solo para una especie de élite de amantes de la tele que buscaban algo más en su pantalla que pasar el tiempo sentados en el sofá. La llegada de la TDT amenazó con dejar en evidencia la necesidad de pagar por ver la tele, si bien la pésima calidad de las parrillas pronto demostró que tal vez iba a ser más necesario que nunca (aquí se puso de manifiesto que una cosa era la cantidad y otra muy distinta la calidad: había muchos canales, pero con poco o nada que aportar). Lo que llegó después fue, como siempre, Internet: en el momento en que se convirtió en el canal de distribución de los canales de pago, las telcos vieron la posibilidad de crear sus propias plataformas y empezar a utilizar este servicio como diferenciación y complemento de unas ofertas que no pueden dar mucho más de sí cuando se basan únicamente en una guerra de megas, gigas y minutos de llamadas.

En la I Jornada Conecta, celebrada recientemente en Madrid, se ha presentado un informe que apunta en esta dirección: la televisión está más viva que nunca, gracias y a pesar de Internet. Sobre todo la de pago, acaso en detrimento de la tradicional. La penetración de la televisión de pago llegará en España al 41% en 2021, demostrando que aquellos tiempos premium pasarán a la historia y que pagar por ver la tele será algo frecuente, incluso normal. Supone un incremento del 24% desde 2016, cuando la penetración era del 33%. El sector ha generado desde entonces ingresos por valor de 1.885 millones de euros, frente a los 1.891 millones de la televisión en abierto. Van casi a la par, demostrando que el sector es gigantesco (más de 5.555 millones de euros) y que sigue habiendo oportunidades para todos.

Por supuesto, la televisión tiene muchas caras (o pantallas) hoy en día. Además de los canales, tanto en abierto como de pago, hay que sumar el creciente poder de las plataformas OTT (Over The Top) como Netflix, HBO o Amazon Prime Video. Su especialidad son las series, el producto que mejor se presta a atraer nuevos abonados, mantenerlos enganchados durante varias temporadas y diferenciar sus ofertas de contenidos con algo exclusivo.

El Informe detalla que las series suponen 4,9 horas de consumo semanal en la televisión lineal, frente a las 4,7 horas del cine, las 3,5 de los programas grabados (síntoma de la importancia de la televisión de pago, que ofrece dispositivos de grabación como equipamiento para sus abonados) o los 3,2 de otros contenidos. Las series online representan 3,1 horas de consumo semanal. Y es que de los 257 minutos de consumo diario que hacen de media los españoles, el 42% es bajo demanda y el 58% en lineal o directo. Cifras que se van acercando hacia la paridad, lo que demuestra el poder de la televisión y los contenidos online y, por ende, el importante reto para las teles tradicionales, revestido de gigantesca oportunidad para quienes sepan explotar un mercado que no va a dejar de crecer y en el que los competidores saldrán de cualquier lugar. Véase Apple, Google y Facebook, los próximos en entrar en juego. No ha hecho más que empezar.