Y viviremos 100 años

La vida tal como la conocieron nuestros padres y antepasados se componía de tres etapas. La primera transición se hacía al incorporarnos al empleo y discurría por décadas de trabajo complementadas con ahorro para la jubilación.

La tercera etapa de la vida se la presuponía como la más corta, basada en la jubilación del trabajo y el cuidado del resto de la familia. Y esta tercera edad ha sido siempre una edad corta.

Pero la vida en tres etapas ha colapsado ya, cuando la esperanza de vida alcanza los 100 años. Porque es la situación actual para esas nuevas generaciones que han nacido en el siglo XXI.

La jubilación a los 80

Si echamos cuentas, veremos que si vivimos 100 años, ahorrando a un ritmo del 10% de los ingresos totales y aspiramos a retirarnos con el 50% del salario final, resulta que necesitaríamos jubilarnos a los 80 años. ¿Algún lector se ha planteado alguna vez cómo sería su vida trabajando hasta los 80 años?

El modelo sociológico de nuestra sociedad, pues, ha colapsado. Una etapa tan larga de trabajo en nuestra vida nos fuerza necesariamente a reinventarla en una nueva vida de más de tres etapas.

Una vida sin etapas -o con cuatro o cinco etapas- supone diseñar nuestra vida con procesos de reaprendizaje y de incorporación a escenarios de trabajo que fueran más habitables en lo aspiracional, en lo familiar, en el ocio y en el desarrollo profesional de cada uno de nosotros. La posibilidad de reinventarnos y empezar de nuevo cada quince o veinte años.

El modelo de vida en tres peldaños no es viable en un nuevo escenario donde todos los lectores tienen un cheque en blanco por 100 años, salvo enfermedad grave o accidente.

La vida en 100 años nos debe hacer reflexionar sobre nuestro modelo vital; pero también sobre el modelo de economía y Seguridad Social, y el modelo de empresa y de relaciones laborales.

Hablamos de un mundo nuevo, con nuevas reglas de juego, con nuevas aspiraciones personales a las que atender -tanto si son clientes como si son trabajadores-, y donde los líderes tendrán que desempeñar una enorme responsabilidad de cambio cultural para hacer de las empresas unos lugares confortables en los que escalar a las nuevas etapas de la vida.

Una biografía en un trabajo enfocado desde un nuevo clima laboral más feliz,más tolerante y atractivo para la captación y retención del talento en un mundo semieterno donde poder saltar a nuevos escenarios de etapa laboral y reciclaje profesional.

La brecha de edad será el primer problema a solucionar; por delante de la brecha de género, de discapacidad, de exclusión social o de diversidad.

Nos vemos dentro de 100 años y veremos que hemos aportado entre todos.

Salvador Molina, presidente de Foro Ecofin y presidente de la Asociación de Profesionales de la Comunicación (ProCom).