Es curioso que el Partido Pirata alemán sea el gran defensor europeo de Internet “libre”, que se opone a la normativa europea de derechos de autor, afirmando que, en contra de lo que se predica, “hace el juego a los mastodontes americanos, encarece las licencias y perjudica a los pequeños actores emergentes más innovadores”. La posición opositora está ganando adeptos. Un estudio de la Asociación de Editores de revistas Alemanas (VDZ) afirma que esperan perder más del 30% de sus ingresos por publicidad digital si el reglamento de privacidad electrónico que quiere implementar la Comisión europea sale adelante. También afirma que los ingresos generados por publicidad nativa disminuirán en torno al 9% y que las ventas de comercio electrónico disminuirán un 15%. La miopía digital de los políticos europeos puede traer enormes consecuencias.
Elon Musk, tal vez el primer emprendedor visionario del mundo, tiene publicado un manifiesto contra las patentes muy revelador. “Las patentes tal vez fueron buenas hace mucho tiempo -dice-, pero con demasiada frecuencia estos días sirven simplemente para reprimir el progreso, consolidar las posiciones de corporaciones gigantes y enriquecer a los abogados, en lugar de los inventores reales”. Coherente con este planteamiento, ha aplicado la filosofía de código abierto a sus muchas patentes, especialmente en Tesla. Su firma y los coches eléctricos en general de beneficiarán de una plataforma tecnológica común y de rápida evolución.
Estamos en una nueva era en la que la creatividad y la imaginación se convierten en los principales creadores de valor económico, después que el pensamiento lógico y racional se ha subcontratado a otras economías, según las ideas inicialmente acuñadas por Rita j. King. El liderazgo tecnológico no está definido por las patentes y los derechos de autor, sino más bien por la capacidad de una empresa para atraer y motivar al mejor talento del mundo.
No significa que los autores no deban ser protegidos y remunerados, antes al contrario, pero debe hacerse desde la filosofía inherente al sentido disruptivo del mundo digital. Ya hemos visto lo que está pasando con la hegemonía de las grandes plataformas como Google o Facebook: resultan demasiado compatibles con la propaganda, la desinformación y la polarización hacia el autoritarismo. Los pequeños editores lo están pasando muy mal, como los periodistas, pero es esa sabia está el mayor potencial de innovación y diversidad. Ahora lo van a pasar peor si el RGPD y otras normativas reguladoras se aplican con rigor. En España, RTVE ya ha anunciado que tan solo adaptarse a esa normativa le contará nada menos que 600.000 euros. Pero es mucho más lo que está en juego.
Internet avanza a toda máquina hacia convertirse en la Infoesfera de la humanidad. Todo que lo está en la Red pertenece a todos. Todas estas ideas os pertenecen. Y esa sí será la entrada en la madurez y la salida de la confusa adolescencia digital.