¡Horror¡ El iPad me ha hecho adicta tecnológica

Tras superar con éxito una juventud sin enganches, ni siquiera al tabaco, he terminado tropezando con la droga tecnológica. Ningún problema con el ordenador, el único sentimiento que nace en mí tras pasar largas jornadas delante de su pantalla es el de tirarlo por la ventana. El móvil reforzó mi faceta de hablar por los codos, y  comunicar al instante novedades con los amigos. Mi instinto cotilla fue corregido y aumentado gracias a las tarifas planas que abaratan las comunicaciones para móviles. Seguía controlando.

La combinación de mi potente smartphone con las redes sociales es lo que me ha puesto en el camino del vicio tecnológico. El proceso vivido desde que empecé a subir y compartir fotos en Facebook hasta llegar a contestar  los comentarios de los amigos mientras voy andando ha durado pocos meses. En ellos, mi adorado smartphone llegó a ser la última cosa que veían mis ojos al acostarse, y la primera al levantarse. Yo misma me di cuenta del desatino, y reduje su uso.

En esas andaba cuando llegó a mis manos el iPad. No veía muy claro su uso, pero lo pedí prestado a Apple porque debo probar artilugios para saber de lo que hablo. Navegar por Internet y meterme en Facebook con el iPad por la noche se convirtió en costumbre, en breve. En menos de una semana me quedaba hasta altas horas de la madrugada con el precioso cacharro en la mano, arrastrando el sueño durante el día siguiente. En un ataque de lucidez he guardado el iPad en la caja para devolvérselo a Apple.

Olvidé la regla de oro de la tecnología para las empresas: pagar exactamente por lo que se necesita, porque lo demás es superado por algo mejor antes de utilizarlo. Lo malo es que en los terminales de consumo pagamos más por placer que por necesidad, yo misma he descrito a los smartphones como navajas suizas capaces de todo. ¿De verdad les sacamos rendimiento? Pagar de más por estos preciosos cacharros no es lo peor. Más grave es dejarlos al alcance de niños y jóvenes, incapaces de detectar por sí solos lo que a mí me ha sucedido. Y en este saco meto las juveniles consolas de juegos que, afortunadamente, no debo probar. Las últimas son en 3D. ¡Guau¡ Qué locura para probar. Ya empiezo………..

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