El caso que os traigo hoy es el de Amy Applebaum, una destacada emprendedora y coach californiana que nos deslumbra con su historia a partir de un fracaso.
Como es mi estilo habitual, prefiero destacar su pensamiento para que nos ilustre por la sencillez y después me animaré a algunos comentarios. Es que su “Harina de avena cruda” no tiene desperdicios:
“Estaba atendiendo mesas en un restaurante italiano en Beverly Hills, tratando de descubrir qué iba a hacer con el resto de mi vida. Me había sentido miserable en este trabajo durante meses, pero me quedé porque era fácil y ganaba mucho dinero”.
“Una mañana, uno de mis clientes me dijo que ella quería la avena y que tenía mucha prisa. Hicimos nuestra avena desde cero, así que le dije que tomaría al menos 20 minutos y le sugerí que pidiera algo más ya que tenía prisa. Pero ella insistió en la avena”.
Con motivo de ese error (supongo que se habrá sumado a otros) fue despedida. Pero pasaron unos días y dice Applebaum: “estaba escuchando una canción en la radio, “Freedom” por George Michael y no podía quitarme el coro de la cabeza (libertad…libertad) y en algún momento durante el día, la palabra libertad hizo clic. Empecé a pensarlo y de repente, como si un rayo me golpeara, me di cuenta...que era gratis. Odiaba ese restaurante. Y ahora, solo estaba perdiendo el tiempo, obsesionada con el despido, sintiendo pena por mí misma, culpando a los demás y sin llegar a ninguna parte”.
No cabe duda que Applebaum pasa de la fase de compadecerse a sí misma a la de toma de consciencia de cuál era la realidad. Si realmente todos los caminos que tenía por delante estaban bloqueados, o si por el contrario, se había abierto una puerta.
Lo dice con claridad y de manera simple: “el ser despedida significaba libertad. Fue una oportunidad para crear la increíble vida que había estado posponiendo. Quiero decir, seamos honestos, me despidieron. Sabía que cuando le sirviese a la clienta loca su avena cruda, no me iba a ir bien. Pero ahora... ¡estaba libre! Y ese fracaso me abrió un mundo de posibilidades y oportunidades”.
Se produce un cambio instantáneo en su posicionamiento respecto al conflicto que en su interior le estaba agobiando. Afirma que en ese momento pasó de sentir pena por sí misma a estar emocionada. Y fue en ese instante en que puso sobre la mesa un block de papel y comenzó a intercambiar ideas. Ella siempre había querido ser una emprendedora y ahora era el momento adecuado para serlo.
La autocompasión se convirtió en determinación, porque tenía esa sensación de todos los que salen airosos de una prueba que la vida nos pone delante, de que las cosas finalmente iban a ir bien. Que podría hacerlo. Que tenía la preparación y la fuerza para llevarlo adelante.
Con las primeras ideas volcadas en un papel, un “brainstorming” muy elemental pero sincero, iba dando forma simultáneamente al nuevo estado de ánimo que insuflaba decisión y firmeza con el diseño de un proyecto de negocio.
“No pude contenerme. Iba a comenzar mi propia empresa. Tenía muchas ideas. No pude escribir lo suficientemente rápido. Debo admitir que por un segundo, tuve un momento de…“¿y si fallo?”, Pero lo aparté del camino… rápidamente. No me importó. Estaba cansada de tener miedo al fracaso y lista para hacerlo”.
Fue exactamente un años después que tenía una compañía de máquinas expendedoras con 300 instaladas y ganando dinero. Se tuvo que empapar sobre cuestiones de marketing, ventas, gestión y servicio al cliente. Cometió errores, pero cinco años después estuvo en condiciones de empezar a hacer coaching con otras mujeres para que también pudieran tener éxito en sus respectivos emprendimientos.
Applebaum ha ayudado en los últimos 20 años a miles de mujeres empresarias a convertir sus sueños en realidad. ¿Por qué esto fue posible? Porque a ella primero le vino al cuerpo y mente la comprensión de que toda su vida la había podido cambiar en un momento, simplemente porque cambió su forma de pensar de “soy una perdedora que fui despedida” a “me despidieron y ahora tengo una oportunidad infinita frente a mí". Y esta fue la visión más poderosa (según sus palabras) que alguna vez había tenido.
Applebaum se convirtió hace 22 años en una de las primeras mujeres coach de los Estados Unidos, Canadá y Australia. Aún no se había creado la “Federación Internacional de Coaching”. Su interés había estado por el lado de la psicología, pero ahora tenía delante suyo la ocasión de hacer lo que más le gustaba: disciplinas más centradas en soluciones. De ahí su enamoramiento del coaching.
Ella sabía que el coaching era un poderoso instrumento (lo sigue siendo hoy día) para que las personas realmente superen los desafíos del pasado y lleguen a tomar las medidas necesarias para alcanzar el éxito en sus negocios.
Me parece un buen slogan el que aplica cuando dice “haga algo al respecto”, lo que tiene un claro mensaje de acción. O sea, menos palabras y más hechos que permitan resolver el problema o sin que llegue a ser un inconveniente, a actuar no sólo pensar. Este principio comulga con el más moderno liderazgo efectivo que exige tomar decisiones rápidas y reaccionar ante los retos sin tanto insumo de tiempo en discusiones, planificaciones, etc.
El buen líder lo sabe y una coach efectiva como Applebaum lo supo desde siempre, que los tiempos actuales exigen capacidad de actuar y compromiso.