El presidente de Prisa, que prepara su sucesión, ha hablado de la complicada situación de los medios tradicionales, del problema de las fake news y de la polémica Junta de Accionistas en la que se cuestionó su labor al frente del Grupo.
La intervención de Juan Luis Cebrián estaba cargada de expectación por llegar apenas un día después de una Junta de Accionistas que ha copado el interés de los medios por las diferentes versiones de lo que allí sucedió. Para Cebrián no fue más que "una Junta normal", pero esa visión no la comparte Joseph Oughourlian, propietario del fondo Amber, que posee el 19% de Prisa. La prensa ha amanecido llena de frases que supuestamente dijo en la Junta, como "la gestión no ha sido mala, es lo siguiente" o "la salida de Juan Luis era algo más que natural, algo indispensable". Cebrián ha sido cuestionado en la tanda de preguntas por esta polémica, a la que ha restado importancia diciendo que "en todas las empresas cotizadas hay las típicas luchas de poder y de influencia". El presidente de Prisa ha asegurado que la iniciativa de buscar un sucesor al frente del Grupo parte de él y que lleva mucho tiempo proponiendo que esto suceda. Cebrián ha propuesto a Manuel Polanco y el relevo "se va a producir el 1 de enero" porque "no depende de lo que digan los acreedores, sino de los propietarios de la compañía". Prisa tiene actualmente una deuda que ronda los 1.500 millones de euros.
Si bien las preguntas se han centrado en el aspecto empresarial del Grupo, que podría convertir 'El País' en una fundación para proteger su independencia una vez Cebrián salga de la presidencia del Grupo, la intervención del periodista ha girado en torno a los retos que tiene delante la profesión, y especialmente los diarios impresos. "No volverá la publicidad en papel, es un fenómeno mundial", ha dejado claro en un momento de su intervención. El sector impreso se ha llevado la peor parte de la crisis, que se traducirá, según Cebrián, en una pérdida "masiva" de empleo, algo que afectará a todos los elementos de la cadena: quioscos (han desaparecido entre 12.000 y 15.000 puntos de venta), impresión, distribución... "Hoy en día no hay ningún periódico de información general en España que venda 100.000 ejemplares en los quioscos", ha reconocido, y ha apuntado que los periódicos en papel "acabarán desapareciendo en no mucho tiempo".
A pesar del sombrío futuro del papel, Internet no será un camino de rosas. Cebrián ha destacado en su intervención cómo la Red se ha convertido en un "basurero de opiniones", donde "sistemas organizados" crean "una política de desinformación". Ha distinguido entre posverdad, que ha definido como "una verdad emocional" que "no se basa en hechos objetivos, en creencias o ideología, sino en las emociones de quien las emite y las recibe", y fake news, que son una consecuencia de este comportamiento. Cebrián ha apuntado a Rusia, Estados Unidos, China, Irán e Israel como países con capacidad de influir en redes sociales para generar opinión pública y ha criticado que ningún país de la Unión Europea tenga posibilidades similares. "Estamos ante un proceso de cambio fundamental en la manera de formación de la opinión pública", ha alertado, una situación en la que "el propio sistema de convivencia es incapaz de reaccionar porque no se sabe lo que es verdad o mentira". En este sentido, la debilidad de los medios tradicionales hace que la sociedad no sea capaz de "buscar un sistema que garantice el rigor, el chequeo de la verdad de las informaciones que hay en la Red". "Si desaparecen esos periódicos, la libertad de información desaparece", ha recalcado.
Cebrián ha propuesto como una posible solución la intervención de los poderes públicos en favor de los medios con
políticas que permitan proteger su independencia en un marco financiero de solvencia, dado que estas compañías tienen un papel social que repercute en el propio sistema. "Estamos ante un cambio de civilización de verdad", ha destacado, y los medios tienen que buscar la forma de preservar un papel que durante décadas ha defendido derechos y libertades que ahora están en jaque por la disrupción que ha supuesto Internet, donde "no manda la ley, manda el software".