Les ha implantado un chip en la muñeca para que puedan pagar, abrir puertas o conectarse a ordenadores.
Debemos asumir que en las próximas décadas, la misma tecnología que ahora nos facilita la vida a través de dispositivos externos entrará en nuestro cuerpo para prescindir de todo aparato: nos bastaremos y sobraremos. Una mejora (o complemento) de las capacidades humanas que podría hacer reales los 'cyborgs', esa conjunción de humano y máquina que en parte ya es real.
La compañía estadounidense 'Three Square Market' ha emprendido un proyecto de este tipo, aunque a años luz de las posibilidades que relatan los libros de ciencia ficción: mediante un chip subcutáneo que funciona por radiofrecuencia, 50 de sus empleados podrán pagar, conectarse a ordenadores, usar fotocopiadoras o abrir puertas con solo acercar la muñeca a un dispositivo de lectura. El chip, que tiene el tamaño de un grano de arroz y está aprobado por la FDA (la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos) desde 2004 para su uso en humanos, contiene una serie de datos encriptados que identifican al portador, pero carece de GPS, por lo que la privacidad está garantizada. Cada chip tiene un coste de 300 dólares y es fácilmente extraíble... por si alguien se aburre de pagar con la muñeca.
El caso de 'Three Square Market' no es más que una anécdota que ahora publicamos por ser más o menos pionero. De hecho, la compañía ofrece a sus empleados la posibilidad de incluirlo en un dispositivo externo, como una pulsera o un anillo. Pero refleja una realidad que nos parece lejana: el aumento de las capacidades humanas a través de tecnologías que se implantan en nuestro cuerpo. Un campo
hasta ahora reservado a la medicina que el avance de las técnicas de miniaturización de componentes electrónicos permitirá poner a nuestra disposición en el medio plazo y para casi cualquier cosa en la que estén involucrados los procesos han convertido a la tecnología en epicentro de nuestra sociedad. A saber:
comunicación sea del tipo que sea, desde transacciones comerciales hasta socialización, pasando por ocio, recepción de información de cualquier clase o movimiento de datos en sentido bidireccional. El hombre-máquina está más cerca de lo que pensamos.