Ayer volví a hacerlo. Tuve que decir que no. Nunca es fácil negar la amistad a alguien que te lo pide con esos ojillos tristes; pero es que yo no quería crear precedentes.
“Poseo gran capacidad de aprendizaje y adaptación; y la interacción con las personas es mi fuerte…”, me decía Tico. Pero es que le dices que sí en redes sociales a uno, y detrás de Tico Robot llegan los demás: el turco Ekol Robot, Sawyer T. Robot (Colorado), Olimpus (Atlanta), Robots UN (Holanda)…
Robots siempre ha habido trabajado en la sombra de Internet. Son los llamados bots. Dedicados a inventar tráfico a las webs, robar datos, generar big data y marketing 2.0. Ya en enero de 2015 la consultora Incapsula aportaba un informe que reconocía que el mayor tráfico por la red de redes no era de humanos, sino de máquinas (56/44).
Pero ahora es distinto. Son humanoides y no son espías, sino que se hacen su selfie, crean su perfil en redes sociales y te piden amistad. ¿Qué hacemos? ¿Los invitamos a quedadas y fiestas?
Han venido para quedarse. Son parte del paisaje. Tenemos que acostumbrarnos a vivir con ellos como en las sagas de ciencia ficción tipo Yo Robot o A.I. (Inteligencia Artificial). ¡Ya están aquí!
La invasión ya llegó
Un ejército de 1,63 millones de robots ha comenzado a tomar posesión del planeta Tierra. Y serán 2,6 millones de máquinas en 2019, según la Federación Internacional de Robótica (IFR). Son más visibles en el mundo de la industria y en países orientales como Corea del Sur, Singapur y Japón.
Están copando el empleo en industrias de montaje como el automóvil, aeronaútica, electrodomésticos, electrónica de consumo… pero también en la metalúrgica, la química, el plástico o la goma. Y penetran con drones, inteligencia artificial y robótica en la agricultura y la ganadería. Hasta la prensa, los médicos y los abogados temen por su suerte.
En sólo 20 años, dos terceras partes de los empleos que actualmente existen en el mundo desarrollado son susceptibles de ser sustituidos por robots o por inteligencia artificial, según los análisis de los principales organismos multilaterales como la Naciones Unidas o el Banco Mundial.
Los menos alarmistas rebajan esta cifra al 47% en el caso de la Universidad de Oxford (The future of Employment / 2013) y al 9% en el caso de la OCDE mirando sólo a los países de su organización.
Lo que sí parece indubitable es la opinión de los expertos de Estados Unidos sobre la volatilidad del empleo menos cualificado, aquel por el que se pagan menos de 20 dólares la hora; porque ya es posible reemplazar el 80% de esos trabajadores por inteligencia artificial y robots.
De hecho, la Robótica es un sector en crecimiento exponencial y demandante de empleo de calidad. Es un mercado que mueve 150.000 millones de dólares según Bank of America Merrill Lynch.
Derechos e impuestos para los bots
Uno de los primeros en alzar la voz fue Bill Gates. Porque si han venido para quedarse, habrá que construir un marco legal de derechos y obligaciones para acogerlos. Estos nuevos migrantes también necesitan pagar impuestos, gastos sociales y solidaridad entre los humanos. Gates dijo: "Sin duda, habrá impuestos relacionados con la automatización. En este momento, si una persona hace un trabajo valorado en 50.000 dólares en una fábrica, ese monto es sometido a impuestos sobre la renta, impuestos de la seguridad social y todas esas cosas. Si un robot viene para hacer el mismo trabajo, pensarías que habría que ponerle un impuesto del mismo nivel“.
La candidata de izquierdas al Eliseo, Benoît Hamon (36% de los votos) lo tuvo en su programa electoral: "Si una máquina reemplaza a un hombre y crea riqueza, no hay motivo alguno para que esa riqueza no sea gravada con impuestos“. Y planteó un escenario de derechos e impuestos que quizá el resultado alcanzado en las urnas no nos permita aún verlo en Francia más allá del terreno de las utopías.
Pero la pregunta clave es: ¿cómo regular? Son realidades muy distintas, no hablamos sólo de humanoides autómatas individualizados, sino de miles de fórmulas híbridas de robots que hoy están en el mercado y en el mundo del trabajo.
¿Los brazos articulados de las cadenas de montaje son cada uno de ellos un robot? ¿Cuál es el sujeto imponible? Hay que dotar de legalidad al robot: personalidad civil, identidad definida y anotada en un registro.
La nueva utopía
El mundo del trabajo cambia. Quizá habrá que proponer a los sindicatos una nueva sectorial para acoger a los robots, defender sus derechos y considerarlos uno más en el sindicato.
Estamos creando una sociedad donde los robots trabajarán en nuestro lugar, donde pagarán impuestos en nuestro lugar y donde contemplaremos una semana de 32 horas para los humanos, pero no para sus máquinas.
Llevamos un lustro en transformación del empleo, aunque no lo vemos en Europa porque la punta de lanza de esta innovación está en Extremo Oriente. Foxconn, la compañía china que fabrica dispositivos para Apple y Samsung, anunció en 2016 que iba a reemplazar 60.000 trabajadores con robots. ¡Y lo hizo!
Changying Precision Technology Company, fabricante de componentes de teléfonos celulares chino, instaló en 2015 una fábrica operada casi en su totalidad por robots. Según el diario oficial People's Daily, gracias a los autómatas esta planta hoy produce tres veces más piezas que cuando las fabricaban obreros.
Según el Foro Económico Mundial, para 2020 desaparecerán 5 millones de puestos de trabajo en las 15 economías más desarrolladas del mundo por causa de innovaciones como la robótica y la inteligencia artificial. Y la parte del león está en los gigantes asiáticos.
Los agoreros de la tecnología y el desarrollo robótico ven en estas estadísticas una gran amenaza para la sociedad postindustrial. El futuro son barrios de pobres ociosos pegados a urbanizaciones blindadas con medidas de seguridad que acogen a mansiones de ricos y un ejército de servidores autómatas alrededor. En fin, escenarios como los que pintan películas como In Time.
Los científicos del cambio, por el contrario, mantienen que hay que recordar que la revolución industrial de la máquina de vapor ayudó a redistribuir empleo, no a destruirlo. El empleo obligó a la migración del campo a la ciudad, de trabajos serviles a trabajos obreros, de un trabajo poco cualificado a uno de mayor cualificación en la medida que la industria y los servicios evolucionaban hacia la segunda y la tercera revolución industrial.
La consultora Metra Martech calcula que los robots que están hoy en activo ya han ayudado a crear no menos de 8 millones de empleos, a los que se sumarán un millón más en los próximos años. Eso sí, el modelo educativo debería acelerar también su transformación hacia carreras STEM (Science, Technology, Engineering, Matematics): Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas. El futuro es tecnológico y los nuevos empleados son y serán robots. ¡Qué los robots paguen sus impuestos!
Salvador Molina, presidente del Foro ECOFIN y ex presidente de Telemadrid