La compañía EE utilizará estos dispositivos para llevar conexión a zonas rurales en las que desplegar redes tradicionales es caro y complicado.
Google y Facebook tienen en mente desde hace tiempo dotar de conexión a Internet a países en vías de desarrollo a través de drones y globos aerostáticos. Pero ahora es Reino Unido, quinta potencia económica del mundo, quien utilizará estos dispositivos para proporcionar cobertura 4G a zonas rurales y en zonas urbanas en las que haya una masiva concentración de personas de forma temporal.
La compañía EE desarrollará durante los próximos tres años una flota de globos que ayude a reforzar la cobertura que proporciona a sus clientes mediante métodos tradicionales. Este operador móvil, propiedad de British Telecom (BT), espera lanzar su primer globo este año, coincidiendo con la celebración del festival de Glastonbury. Hasta ahora, los operadores utilizaban camiones con antenas para este tipo de eventos, pero estos globos serán capaces de dotar de cobertura a un área de hasta cuatro kilómetros.
Los promotores de esta innovación asumen que deberán sortear múltiples cuestiones regulatorias. Para empezar, los globos no podrán ser desplegados en zonas de espacio aéreo restringido. Tampoco en aquellos lugares en los que puedan interferir con aviones o avionetas, ni en determinados lugares de zonas urbanas. Según informa el Financial Times, podrían pasar diez años hasta que estos globos fueran una realidad.
Como alternativa, desde EE también han anunciado la creación de una flota de drones con el mismo objetivo. La diferencia es que desplegarlos sería más fácil y rápido que los globos, pero también tendrían menor alcance y una autonomía de alrededor de una hora. La compañía, que proporciona conectividad a los servicios de emergencia y seguridad británicos, cree que los drones servirían para reforzar la cobertura en caso de emergencia localizada en un lugar concreto y durante un corto periodo de tiempo.
El aumento de la capacidad de las redes es una obsesión para los teleoperadores, dado que
en pocos años el Internet de las Cosas (IoT) requerirá redes más potentes que las actuales. Se calcula que
hasta 21.000 millones de aparatos estarán conectados a la Red, a pesar de que la infraestructura actual no es capaz de soportar tal cantidad de conexiones. En paralelo,
la llegada del 5G está obligando a las compañías de telecomunicaciones a modernizar sus redes para no quedarse atrás en la carrera por el futuro de la conectividad.