En menos de diez años se acabará la vida útil de la Estación Espacial Internacional, donde rusos y estadounidenses trabajan codo con codo. Científicos de ambos países están estudiando la posibilidad de construir juntos una base en la Luna.
La Guerra Fría llevó a rusos y estadounidenses a una frenética carrera por conquistar el espacio. Si bien los estadounidenses llegaron primero a la Luna, los rusos llegaron primero al espacio. Millones de dólares de inversión después, ambos países se dieron cuenta de que la cooperación permitiría llegar aún más lejos, así que en los 80 comenzó a proyectarse la Estación Espacial Internacional, cuya construcción comenzó en 1998… pero que terminará su vida útil (con caída al océano incluida) en 2024. Ante ese escenario, los países y empresas participantes en el proyecto (Estados Unidos, Rusia, Canadá, Brasil, Japón y los 22 miembros de la Agencia Espacial Europea - ESA) buscan nuevas formas de cooperación para enfrentarse a los retos que plantea el futuro de la exploración espacial. El objetivo sigue siendo Marte, así que la Luna jugará un papel importante para ello.
Empresas estadounidenses como Boeing y Lockheed Martin ya están en conversaciones con las rusas RKK Energia y GKNPTs Krunichev para explorar nuevas formas de colaboración cuando finalice el proyecto de la Estación Espacial Internacional. La ESA también estaría interesada en continuar cooperando con agencias de otros países, aunque se desconoce si están participando en estas conversaciones, de las que da cuenta Popular Mechanichs.
Uno de los proyectos sería la creación de una especie de estación espacial en el llamado espacio cislunar, el situado entre la Tierra y la Luna. El objetivo es que sirva como plataforma para llegar a Marte. Además, se intentaría que a finales de la década de 2020 un grupo de astronautas se instalase en la superficie lunar durante 400 días para simular una futura expedición al planeta rojo. Sobre estos proyectos, William Gerstenmaier, de la NASA, explica que “hasta que no nos fijemos en ellos no es posible juzgar si son viables o no”, pero piensa que “es alentador que la industria lo esté haciendo por su cuenta, así que cuando el gobierno decida algo, la industria ya habrá hecho sus deberes”.
A falta de ver si estas conversaciones iniciales se traducen finalmente en proyectos reales, la exploración espacial cuenta con objetivos a corto plazo en los que también colaboran varios países. Es el caso de las naves Orion, que comenzarán sus viajes en unos cinco años. Para su desarrollo, en el que también participan empresas privadas, la NASA y la ESA se han repartido algunos trabajos, demostrando que
la conquista del espacio necesita la cooperación de los países de la Tierra para tener éxito.