El director general de DW, Peter Limburg, destacó en su apertura este lunes el reto que afrontan los medios, que deben manejar información en un mundo en el que los derechos que deberían ser universales, no lo son, y en el que las redes sociales y las aplicaciones móviles tienen cada vez más peso. "Por supuesto que vamos a seguir emitiendo en formato televisión", aclaró. Y animó a los periodistas a ser críticos sin dejarse vencer por el miedo; aunque, aclaró, eso es muy fácil de decir desde Alemania, aunque no desde otros países, incluso dentro de la Unión Europea, como Polonia y Hungría, o junto a sus fronteras, como Turquía.
Precisamente de Turquía proviene el galardonado este año con el Premio a la Libertad de Expresión que otorga la cadena. Sedat Ergin, editor jefe del principal diario del país, Hürriyet, afronta una posible condena de cuatro años de cárcel por haber escrito un artículo. "Turquía está persiguiendo a periodistas simplemente por estar haciendo su trabajo", destacó Limburg al entregarle el premio. "Soy optimista, porque si miramos la historia, la libertad de prensa siempre triunfa al final, sea a través de revoluciones o de evoluciones", concluyó.
Ergin confesó que tenía sentimientos enfrentados al recoger el premio, porque refleja el lamentable estado de la libertad de prensa en su país. Y lamentó que la candidatura a entrar en la Unión Europea de Turquía, iniciada en 2004, no haya servido en esta ocasión para incrementar la calidad democrática del candidato. Además, haciendo uso de la libertad de expresión, aprovechó la ocasión para criticar la reciente resolución del Parlamento alemán condenando el genocidio armenio de hace un siglo, una resolución "inaceptable para la mayoría de los turcos" y que "complica la relación entre ambos países".
El debate se centró luego en la propaganda y cómo evitarla, con debates abiertos entre representantes de canales internacionales como Al Jazeera, Voice of America, Russia Today, Radio France International o la propia Deutsche Welle, además de representantes de organismos como la OSCE o la Conferencia de Seguridad de Múnich. "La política no es una profesión en la que siempre se premie la verdad", dijo el director de esta, Wolfgang Ischinger, que recordó también que "la primera víctima de cualquier conflicto es -precisamente- la verdad" y lamentó que utilizar los medios como un arma para luchar con los oponentes sólo empeora la situación. E hizo referencia al caso de Ucrania, aludiendo nada veladamente al editor jefe de Russia Today, Alexei Nikilov, sentado justo a su izquierda.
Pero junto a los grandes valores del periodismo, que no está de más reafirmarlos de vez en cuando, sobre todo cuando en muchos lugares están amenazados, este tipo de congresos sirve también para plantear cuestiones prácticas y tratar de resolverlas. La conferencia "Drones para el periodismo, mucho futuro, muchos problemas", del profesor de la Universidad de Nebraska-Lincoln, Matthew Waite, es sólo un ejemplo. O, ahora que está en boga el debate sobre la robotización y su impacto en el mundo laboral, la titulada "Periodismo robótico: ¿puede un algoritmo informar sobre las elecciones en Estados Unidos?", resulta especialmente inquietante.
El presidente federal, Joachim Gauck, estuvo de visita el viernes anterior en DW y dejó grabado un mensaje para los asistentes. Desde uno de los estudios de la cadena, como si estuviera informando sobre una noticia, Gauck se congratuló de que periodistas procedentes de más de cien países se dieran cita en el edificio que albergara al Bundestag mientras Bonn era la capital federal, para compartir sus experiencias y debatir sobre su profesión, bajo el lema "Medios. Libertad. Valores". Aunque si algo claro en esta profesión son los valores. Todo lo demás, está en el aire.