En 2009 el Festival incorporó por primera vez el León de Relaciones Públicas, así que es relativamente joven como categoría. Sin embargo, en el acto de presentación de los jurados españoles que se celebró el pasado miércoles, los miembros de las otras categorías (promo, media, direct, outdoor, etc.), mencionaron que “todos quieren hacer Relaciones Publicas”. Esto sí que me llenó de orgullo y satisfacción, como decía el monarca. ¡Todos los colegas de otras disciplinas del marketing reconocen el valor estratégico de las Relaciones Públicas! Y quieren que las campañas sean así: de alto valor añadido, integradas y muy creativas.
Desde que comencé a trabajar en este sector - y hace ya un rato-, he sabido siempre que el contenido de calidad es la clave y que debes conectar con los intereses del target concreto con ese contenido si quieres lograr algo y no avasallarle con mensajes comerciales no deseados.
Esto era sabido antes de que se empezara a hablar de Marketing de contenidos o de Inbound Marketing, término que se acuño en 2005. Para mí las Relaciones Públicas son una de las técnicas de marketing menos intrusivas que nos permiten aportar valor a la marca. Nuestra labor es entender al target de nuestro cliente y diseñar la forma de llegar a él creando contenidos adaptados a los diferentes canales, que se deseen consumir voluntariamente y, por supuesto, con sinergias con otras áreas del marketing, ya que cada vez todo es más mestizo y las fronteras se desdibujan. Importan las soluciones y no los nombres que les damos.
Gran parte de nuestro trabajo en PR consiste en aportar ideas que atraigan y enganchen a un gran número de públicos: en primer lugar al propio cliente, y una vez desarrollada la idea, a los medios de comunicación, bloggers, y, por supuesto, al consumidor. Creo que pocas actividades son tan creativas como las Relaciones Públicas, porque se trata de desarrollar ideas alineadas con el posicionamiento y los objetivos de negocio para conectar con un variado número de públicos (a veces empleados, medios, consumidores, instituciones o políticos, accionistas, etc.).
Cada una de las ideas o acciones que desarrollamos en Relaciones Públicas debe enamorar y generar ruido y “earned media”. Es decir, conseguir cobertura y espacio en medios tradicionales y en social media porque gusta, sin pagar, solo por el hecho de que las audiencias quieren consumir ese contenido. Esta es la gran diferencia: en Relaciones Públicas estamos obligados a lograr ese impacto cada día, mientras que pocas veces una campaña que nace como publicidad o paid media se convierte en noticia frente al total de publicidad que existe.
No solo es una disciplina creativa y eficaz, sino con un elevado retorno de la inversión, ya que los presupuestos son más reducidos que en otras actividades como la publicidad tradicional y, por ello, cobra aún más vigencia en contextos de recortes presupuestarios como el actual y de saturación ante la publicidad y rechazo a ella, como demuestran los adblockers.
El consumidor actual tiene un enorme poder de elección y no quiere perder el tiempo, así que las empresas han asumido que deben ofrecer solo contenidos relevantes, noticiables. Y ese es el ámbito natural de las Relaciones Públicas.
Por eso estoy deseando que llegue junio para ir a Cannes a ver geniales campañas de comunicación que apuesten por el contenido relevante y que sean de esas que te remueven por dentro y consiguen increíbles resultados para las marcas. Estoy segura de que habrá muchas de esas que vengan de España y que sean grandes ejemplos de trabajo creativo en Relaciones Públicas. Y es que la creatividad no consiste solo en tener impactantes ideas, sino en poner en marcha soluciones eficaces y diferenciales.