Según un informe elaborado en 2014, 43.000 millones de libras de alimentos al por menor no pudieron llegar a los consumidores por presentar moho, haber estado expuestos a una temperatura inadecuada u otros factores que acabaron deteriorándolos, informa “Wired”. Si a esto le sumamos una acumulación de hasta 42.000 productos en cualquier gran superficie, la mayoría de ellos procesados, envasados y poco saludables, nos obliga a pensar en la necesidad de reinventar esta industria.
Por ello, ya existen varios servicios personalizados a través de aplicaciones móviles que permiten equiparar la oferta con la demanda, que los productos lleguen directamente al consumidor sin pasar por tantos puntos de distribución intermedios y que la calidad de los alimentos sea la adecuada.
En EEUU hay varias apps que ya están trabajando en distintas áreas metropolitanas. Una de ellas es Instacart. Los personal shoppers, empleados a tiempo parcial de Instacart, reciben notificaciones de cada nuevo pedido. Estas personas realizan las compras en tiendas físicas y entregan al cliente los productos en una o dos horas. La compañía se ha asociado con la cadena Whole Foods, en la que tiene incluso cajas propias. La entrega la pueden realizar los mismos personal shoppers, pero por lo general los conductores se contratan de manera independiente (Uber), transportando los productos en vehículos o en carretillas de mano para llevar rápidamente los mejores alimentos frescos al comprador. En España tenemos servicios similares, como Deliberry o DelSuper.es.
Lanzado en 2002, FreshDirect permite comprar en una tienda virtual personalizada con los datos del cliente. Además de realizar compras clásicas, se pueden seleccionar alimentos sin gluten o productos locales. La entrega se efectúa en dos horas. Según la empresa, necesitan un 50% menos de inventario que una tienda tradicional para conseguir las mismas ventas.
Otro servicio interesante es el que ofrece Farmigo. Esta red de granjas locales permite realizar un seguimiento transparente de productos sostenibles desde que salen de las manos del agricultor (que gana en el proceso 60 centavos), hasta que llegan al cliente. El inventario se actualiza en Farmigo para conocer los productos que se cultivan en cada época del año. El cliente se conecta a la app y elige los alimentos y el lugar de recogida. En esta línea se mueve Quinciple. Esta nueva compañía lleva a las puertas de los consumidores o sus tiendas más cercanas, cajas semanales con productos frescos de granjas. La transparencia en la cadena de suministro es una de sus máximas, junto a los estándares relacionados con la cría de animales y las prácticas responsables de cultivo.
Son cientos las iniciativas que poco a poco se están consolidando en una sociedad cada vez más concienciada con el respeto al medio ambiente y consciente de que, si los habitantes de la Tierra llegan a los 10.000 millones en 2050, no podremos satisfacer la demanda de alimentos con el modelo actual.