No se trata de establecer una paranoica cibervigilancia masiva que limite la libertad de todos. El pasado mes de mayo Francia aprobó con mucha polémica una nueva ley de vigilancia. Permite que el Gobierno pueda controlar correos electrónicos o llamadas de teléfono sin necesidad de una orden judicial. Incluso en determinados casos las autoridades pueden instalar en áreas específicas unos dispositivos llamados ISME que rastrean todas las comunicaciones móviles dentro de una zona determinada. Éstas y otras técnicas de ciberespionaje masivo no fueron capaces de detectar los seis ataques coordinados que se desataron en París al mismo tiempo produciendo más de 140 asesinatos. No parece que ése sea un camino que dé muchos frutos.
Un reciente informe de Securityartwork detecta que una de las armas del yihadismo en Internet se denomina Cyber Califate. Este “Cibercalifato” ha asaltado en el último año cuentas de Twitter y Facebook de militares, servicios de inteligencia e incluso medios de comunicación. “El Estado Islámico dispone de una estrategia propagandística muy elaborada”. Las redes sociales son su principal campo de acción, “tanto para publicar su discurso extremista como para captar adeptos redirigiéndolos a foros privados de la Deep Web”. El informe estima que hay hasta 45.000 cuentas de Twitter vinculadas a la difusión propagandística del autodenominado “Califato”. YouTube es también una plataforma muy usada por los terroristas.
Otro experto señala que se han llegado a identificar hasta 70.000 cuentas en redes sociales que apoyan a ISIS.
Los ciberactivistas de Anonymus acaban de declarar la guerra al Estado Islámico en Internet. Por ejemplo el Ghost Security Group ataca sus webs, pero los expertos señalan que el efecto de todo esto es muy limitado. El también llamado Daesh (el acrónimo en árabe), tiene técnica y logística suficiente para mantener su actividad en Internet sin problemas. Sus servidores están en lugares seguros como Arabia Saudí y el propio EEUU.
Conviene señalar, como lo hace el experto Nassim Taleb en “Politico”, que los wahabíes saudíes son la principal fuente de radicalización islamista en el mundo. Los wahabíes sauditas han financiado madrasas por Asia y por todo el Oriente Medio. Según esta rama intolerante del islamismo, un chií o un cristiano son personas desviadas que hay que corregir. En las escuelas primarias de nuestro aliado Arabia Saudita se adoctrina con frecuencia en este pensamiento intolerante.
Otras iniciativas que se han puesto en marcha tras los ataques en París parecen más interesantes. Por ejemplo, el fundador de la web “CommentCaMarche”, Jean-François Pillou ha propuesto la creación de un fondo gubernamental para financiar startup que desarrollen aplicaciones contra el terrorismo. La iniciativa Safety Check de Facebook, puesta en marcha inmediatamente tras los sucesos de París, muestra también un camino interesante. Se habla por ejemplo de un sistema de GPS colaborativo para móviles que alertará de zonas detectadas como peligrosas o donde hay un acontecimiento violento en curso.
Otra iniciativa interesante es la propuesta de crear un fondo europeo de 30.000 millones de euros para reforzar toda la seguridad europea. La crisis de los refugiados puede ser también una gran oportunidad y una ocasión histórica para la economía europea. Ahora que las tasas de interés son casi nulas, un impulso presupuestario de este calibre respondería a una doble lógica, política y económica. Estos caminos pueden ser mucho más eficaces y menos peligrosos que lanzar bombas a diestro y siniestro.