El miedo siempre se manifiesta de una u otra manera en todas las sociedades, por más que los políticos “cacareen” de que en los estados democráticos avanzados, el miedo ya no está a la orden del día. ¿Por qué? Porque se manifiesta de infinitas formas, aunque algunos de los más conspicuos miembros del “equipo que utiliza el miedo” (gracias a Dios son minoría), lamentablemente no tienen otra cosa que ofrecer. Poco programa o pocas ideas.
Parece que el presidente Rajoy ha leído algunos de mis blogs, porque cuando se refiere a la estabilidad de España y que hay que persistir en el crecimiento, estoy convencido que él está absolutamente persuadido, de que el mensaje que transmite de “que hay que perseverar en lo que se está haciendo, que se va en el buen camino”, no utiliza el miedo como algunos le critican. Por contrario, reflexiona en voz alta (una forma de que la ciudadanía reflexione) a fin de meditar bien qué es lo que quiere la sociedad para seguir garantizando estabilidad y progreso.
En realidad la propia evolución y el desconocimiento a lo que vendrá mañana, produce miedo. Es nuestra naturaleza humana. Pero también es cierto que ha sido el propio miedo el que hizo que nuestra civilización avanzara y llegase hasta dónde hoy nos encontramos. Gracias al miedo, el homo sapiens tuvo que pensar y esforzarse cómo eliminar a las bestias que compartían hábitat con nuestros primos lejanos. Pero en el siglo XXI, el miedo puede ser mucho más refinado, aunque no por ello menos pernicioso para nuestro estado de ánimo (nos quita fuerza), e incluso en muchos casos, para la propia salud. El miedo genera estrés negativo. A veces nos impacta más…otras menos… ¡pero existir… existe!
Son diversas las situaciones que a diario se nos presentan en esta sociedad tan tecnocrática y supuestamente evolucionada, en los que afloran diversos grados de miedo:
1º) La gente trabaja todos los días para dar una vida mejor a su familia. Pero muchos millones en el mundo lo hacen cada día sin darse cuenta (ni se les pasa por la cabeza) que nacieron no sólo para trabajar, pagar facturas y morir. Tendrán que tener derecho a algo más. ¿Verdad? ¿O es que lo que consideramos dignidad de una persona, ha quedado reducido a un porcentaje extremadamente pequeño de la población mundial?
¿Hay alguien de los políticos en la campaña del 20D que hable de esperanza? Muy poco se ha escuchado esta palabra. Justamente, lo opuesto al miedo es la esperanza que nos depara un futuro mejor. No por ello significa ser ilusos, pero es que nuestro espíritu necesita el alimento que surge de descomprimir el rigor que vivimos en el presente y nos exige demasiado, con la mirada optimista y realista de que el futuro será un poco más esperanzador.
2º) Todas/os nos damos cuenta que estamos en la buena dirección (en lo que hacemos diariamente) cuando ya no nos afecta ni preocupa ese pasado al cual hemos estado mirando de manera constante. O sea, que el miedo se mete muchas veces en nuestras vidas, no sólo por la incertidumbre respecto al futuro, sino por no poder “digerir” algún infortunio pretérito que nos sigue agobiando.
En todo caso, miedo hacia atrás o hacia delante, pero miedo al fin. Este miedo sumado al arrepentimiento, se convierte en una pesada carga que inhibe muchas de las acciones que realmente podemos realizar y que finalmente demoramos o definitivamente no llevamos a cabo, por esa sensación de miedo que no responde a una circunstancia presente.
3º) Miedo a la adversidad, ese enemigo silencioso. Winton Churchill decía con su característica forma sarcástica de expresarse: “¿Tiene Ud. enemigos? Bien…eso significa que está de pie por algo alguna vez en su vida”. Esto es lo mismo que afirmaba Oscar Wilde, “que el carácter de una persona se mide por la calidad de sus enemigos”. En todo caso, los enemigos de 2015 para la gran mayoría silenciosa que trabaja y paga facturas, son la incompetencia de la clase política (a escala global salvo honrosas excepciones) que nos están dejando una hermosa herencia de un planeta descuidado en materia de cambio climático, porque lo que se ha hecho hasta ahora es muy poco si lo medidos en tiempo geológico y no humano; inseguro en materia de terrorismo, especialmente en el mundo desarrollado que vive con estupor las tremendas dificultades para atajar la amenaza terrorista, que se ha multiplicado desde septiembre de 2001 en que al “caer” las “Torres Gemelas” nos cambiaron el mundo; inseguro en materia económica, cuando la Crisis Internacional 2008-2009 demostró que nuestro poderosos sistema capitalista (al que pertenecemos y del cual personalmente no reniego), nos puso de manifiesto la vulnerabilidad del mismo cuando se saltan todos los controles y las autoridades de países del primer mundo europeo y en Estados Unidos, tuvieron que inyectar cuantiosas cantidades de dinero para que el sistema financiero no saltara por los aires; en fin, todo lo que ocurre a nuestro alrededor por más bueno que sea (nuestro trabajo, nuestra familia, etc.), siempre estará amenazado por el miedo. La cuestión entonces, es saber vivir con él y administrarlo de manera tal que no se convierta en la sentencia del Nobel egipcio en que “el miedo evita la vida” que traducido a nuestros usos y costumbres, podríamos perfectamente decirlo de esta forma: “el miedo puede no dejarnos vivir de manera plena y con dignidad”.
A escala local, el panorama electoral nos deparará durante un poco más de 50 días hasta el 20D, que siempre por algún resquicio pasará alguna “sentencia” sobre el miedo a un determinado enemigo o hacia una política en particular. Rechácenlo con toda la fuerza espiritual e intelectual. Quién juegue al miedo para el 20D en una sociedad evolucionada y con un gran nivel de cultura política que ya tiene la española, poco podrá ofrecer que interese a la ciudadanía que espera una batalla de ideas y no infundir temores e inseguridad.
El miedo se vence con la verdad, por lo que quiénes utilicen el miedo estarán alejándose de la aquella mediante la manipulación y la distorsión de la realidad.
Ni la juventud tiene todas las respuestas, del mismo modo que la experiencia y los años no garantizan el éxito. El miedo es probable que no se tenga en años jóvenes y sí nos aflore cuando los vamos cumpliendo, por muchos motivos, pero en todo caso hay que saber administrarlo y reaccionar frente a uno de los más terribles generadores de miedo que es el cambio.
Siempre he destacado el pensamiento de Epictetus, que “lo importante no es el problema que tenemos delante, sino cómo reaccionamos ante el mismo”, incluso aunque el reto nos produzca miedo, porque nunca nos hemos enfrentado a algo similar.
¡Qué interesante será ver un debate con todos los candidatos! Esa noche televisiva hago un pronóstico: el político que menos utilice el miedo bajo las distintas formas camaleónicas que éste adquiere, será seguramente el que mejor explique programas e ideas. Desde ya que será un gran contrincante. Pero el que además sepa transmitir una visión de futuro de cómo es esa mejor sociedad en la que todos deseamos vivir, abrirá un halo de esperanza en los ciudadanos.
Ganará el que no haga pensar en el miedo a los ciudadanos y les abra la ventana en sus mentes de un futuro esperanzador.