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William James (1842-1910), que fue un filósofo y profesor de psicología de la Universidad de Harvard, siendo además fundador de la psicología funcional, afirmaba que “cuando debemos hacer una elección y no la hacemos, esto ya es una elección”. El momento de la elección es clave. Por ejemplo, lo que es importante para las/los jóvenes de entre 23 y 28 años, es toda la formación que pueden acumular ex –post de su graduación universitaria. No con esto queremos significar, que una vez cumplido los 29 ya no tenga importancia la formación de postgrado. ¡De ninguna manera!
Justamente la formación de tipo executive a profesionales que ya hayan acreditado algunos años de experiencia, también debe considerarse clave para una etapa de la vida en la que se asumen las máximas responsabilidades, sean éstas en el ámbito privado o en el público. Porque cuando se tiene que liderar un grupo humano, cuanto más formación específica se haya adquirido en marketing, dirección financiera, RRHH, estrategias, comunicación corporativa, etc., más facilidades tendrá el nuevo líder en lograr la cohesión de sus equipos, potenciar el rendimiento y alcanzar las metas impuestas. Porque si en algo se caracteriza la formación de postgrado, es que en realidad son muchos los inputs de nuevos conocimientos y métodos de trabajo que incorpora al candidato.
Cuando desde esta tribuna venimos tratando desde hace tres años el amplio campo de conocimiento del liderazgo y el Management, queremos hoy hacer un aporte más a lo que significa la preparación y capacitación de una nueva clase profesional, que pueden incluso muchos de ellos ocupar puestos de alta responsabilidad, ya sea en algún partido político o en el mismo gobierno.
Esta nueva generación de dirigentes, también habrá incorporado la necesaria y más que nunca exigida ética empresarial. Es un nuevo tipo de liderazgo para un tiempo que nos está tocando vivir, complicado y caracterizado por demasiada incertidumbre y una aceleración de cambio que no se detiene ni un instante. Le llamamos a este proceso evolutivo, innovación constante de las organizaciones y la sociedad en su conjunto, pero tiene que ser mucho más que eso: no hay ningún crecimiento posible a nivel macrosocial, si previamente no se cuenta con un crecimiento en el plano de educación del individuo. Crecer en conocimientos y en la adquisición de habilidades, que mediante el uso de determinadas herramientas (de dirección) perfeccionen y aún incrementen también el talento de cada una de las personas que cursan estudios de postgrado.
Y esto es válido pertenezcan a la generación de entre 20 y 30 años o la que constituyen partir de la treintena, ya que la formación de postgrado es esencial porque focaliza en áreas de conocimiento nuevas, pero especialmente en la implementación práctica de esas habilidades aprendidas. La diferencia entre aprender una habilidad directiva y aplicarla, no cabe duda que con el ejercicio profesional se subsana. Pero la cuestión es cuánto tiempo demanda este proceso. Los masters y los postgrado acortan mucho dicha inversión de tiempo, porque preparan a las personas en los conocimientos prácticos necesarios que las organizaciones demandan.
Las empresas quieren gente técnicamente preparada, que esté lista para gestionar un área de responsabilidad e incluso tener personal a cargo, pero necesitan a su vez nuevos talentos que sean líderes en potencia si es que quieren seguir manteniendo su nivel de competitividad en el mercado y una vocación por el crecimiento sostenible.
¿Por qué decimos que la formación de postgrado es un contribuidor clave?
La experiencia internacional de grandes corporaciones que están en todo el orbe, es que sus cuadros tienen que tener la formación adecuada, que como mínimo exige un master además de la licenciatura en determinada disciplina. A tal punto les es imprescindible esta formación especializada, que también les forman con cursos diseñados a medida en función de las necesidades del puesto de trabajo y responsabilidad que asuman. Otros, que están cerca de los 40 años, son entrenados mediante el ejercicio en un puesto de responsabilidad y al mismo tiempo, se les capacita en una serie de habilidades directivas, tales como: inteligencia emocional, capacidad de representación institucional, portavoz de la organización durante una crisis, etc.
Problemas de no tener formación de postgrado
1º) No poder competir en buenas condiciones
Si no se tiene la formación de postgrado directamente no se compite o se lo hace en clara desventaja.
Cuando en la categoría de los pesos pesados en el boxeo, una persona de 75 kilos quiere competir, no puede porque tiene que tener más de 86,183 kilogramos según el reglamento internacional que regula este deporte. ¿Qué es lo que ha ocurrido en algunas ocasiones de peleas históricas para reunificar coronas? Que el que pesaba 79 kilos en la categoría semipesado, pero de fuerte pegada y gran envergadura de brazos, le hacían subir de peso para poder competir en la máxima categoría. Resultado: perdía porque estaba sometiendo al cuerpo a un esfuerzo al que no estaba acostumbrado, por el solo hecho de llevar unos cuantos kilos de más.
En la formación de postgrado existe cierto paralelismo: una persona con experiencia pero sin formación de postgrado (el semipesado de boxeo), aspira a competir con otros candidatos a un puesto de gerencia que sabe le quedará cómodo. Pero la alta dirección, que tiene planes de desarrollo futuro, apertura de delegaciones, etc., sabe perfectamente que esa persona es de confianza y tiene experiencia aunque no le vale. Porque la nueva política es la de desarrollar un líder joven que en dos años pueda ser enviado a hacerse cargo de una región o incluso a otro país. Porque el que tiene experiencia no tiene la formación. En cambio, el que no tenga toda la experiencia pero sí la formación de postgrado, adquirirá la capacitación necesaria en la mitad de tiempo que el candidato sin formación. Esta es la clave.
2º) El alcance que da la formación de postgrado
La segunda de las claves, es hasta dónde puede llegar este nuevo líder y hasta qué punto le ponen fronteras al experto. Es evidente que la experiencia pesa, pero más aún importa la proyección profesional y personal del que es un líder en potencia.
Aplicando nuevamente el símil deportivo, el joven líder en potencia que tiene formación de postgrado está aproximadamente en los 84 kilos. De hecho, no tendrá que hacer ningún esfuerzo extraordinario para llegar a los 86,183. No se agotará en la pelea por tener un exceso de dos kilos más. Es joven, musculoso y flexible. Gran capacidad pulmonar y de resistencia.
En cambio, el profesional de experiencia que no tiene la formación de postgrado, está en los 94 kilos, pero con poca capacidad de resistencia respiratoria como para aguantar los 12 rounds que exige el reglamento. Tampoco tiene la flexibilidad del aspirante (challenger), por lo que es muy difícil que pueda mantener el título, o en el caso de la organización, aspirar al puesto directivo.
3º) El reconocimiento
A qué profesional no le gusta que le reconozcan. La cuestión es si por el solo hecho de tener la experiencia esto determina ese reconocimiento, que se mide en el sueldo y la capacidad de maniobra (responsabilidad delegada) que tenga la persona. Una forma de reconocimiento además del salario, es si tiene otras formas de compensación remunerativa y desde ya, que una buena medida es tener o no gente a cargo.
El joven profesional con formación de postgrado, desde el inicio tiene un reconocimiento per se, porque ya está en la mente y planificación de la alta dirección, que este nuevo líder en potencia hay que prepararlo para que en poco tiempo asuma responsabilidades que con seguridad jamás podría asumir su competidor no formado. Como el campeón de los pesos pesados, la diferencia está en poseer el cinturón que le acredita como el rey de los pesos pesados. No hay más reconocimiento que éste.
4º) No poseer la metodología de la formación de postgrado
Es evidente que la diferencia entre la formación universitaria y la de postgrado, está en la metodología. Porque se analizan las situaciones de implementación de la teoría, más que la teoría en sí. No es que no se atienda la formación teórica cuando se la requiera. Pero no se abusa de ella, porque la “reina” es la creación de diferentes situaciones, que se logran aplicando desde el método del caso hasta la dinámica de grupos.
La cuestión es que se acelera el ritmo de aprendizaje en la formación de los estudiantes de master y postgrado, siendo muy escrupulosos a la hora de transmitir cuáles deben ser las habilidades a dominar para comprender y analizar situaciones complejas, algunas supuestas, otras muchas que son reales, que logran un buen porcentaje de avance en el entrenamiento de los futuros postgraduados, en la toma de decisiones y más importante aún, el proceso mental que se requiere en este mecanismo decisorio.
Obviamente, la enseñanza rigurosa sobre las fortalezas y debilidades, tanto de organizaciones como de personas, así como la buena focalización de los problemas a los que se enfrentan, es también una de las contribuciones doctrinarias pero prácticas más importantes que se reciben en un master o en un postgrado. Lo expusimos en “¡Focalizar o no focalizar, esa es la cuestión!” http://www.een.edu/blog/focalizar-o-no-focalizar-esa-es-la-cuestion.html, en el que sosteníamos que “los líderes efectivos no tienen más remedio que hacer que su equipo se centre en los desafíos que tienen por delante, lo que obliga a una tarea intensa y mentalmente exigente en cuanto a no perder el enfoque, ya que no hacerlo con la precisión que se supone deben aplicar los buenos líderes, es la garantía del fracaso. En otros términos: errar o no ajustar debidamente el enfoque es la manera más segura de fracasar”.
Lo que nos lleva nuevamente al proceso formativo, tanto del líder que la pone en práctica con su gente, como los de los candidatos que están iniciando un master o un curso especializado de postgrado. Para ambas situaciones, aprender a centrar el problema, realizar un buen diagnóstico y poner en marcha el mecanismo decisorio, es el abc de cualquier proceso formativo cuyo destino sea el ámbito empresarial. Pero permítasenos decir, que si en las organizaciones es parte esencial del ADN de la formación de alta dirección, en los procesos formativos de postgrado, es el corazón mismo de los conocimientos que necesitan los aspirantes a ser nuevos líderes. Y ésta mecanismo de aprendizaje que se adquiere en la formación de postgrado, generación tras generación se convierte en un verdadero activo colectivo de empresas y sociedad en su conjunto.
Un mayor nivel formativo empresarial es garantía de mayor productividad y competitividad, por ende, se garantiza un nivel de crecimiento sostenido del país y como consecuencia directa de ello, la mejora en el nivel de vida de sus habitantes. Es un tema para tomarse muy en serio.
José Luis Zunni es Director Edición Online ECOFIN. Miembro de la Junta Directiva de Governance2014. Coordinador académico de la Red e Latam. Conferenciante. Ponente de Seminarios de Liderazgo y Management de la EEN y coordinador del FORO DE MANAGEMENT Y NUEVA ECONOMÍA DE LA EEN. Analista de la realidad actual y especialmente en los aspectos económicos, políticos y sociales, Experto en Management y formador de directivos y profesionales en las técnicas de liderazgo.
Eduardo Rebollada Casado es miembro de la Junta Directiva de Governance2014. Autor y conferenciante. Consultor y analista de la realidad social, política y económica. Co-autor con José Luis Zunni de más de 100 artículos de Management y liderazgo.
Javier Espina Hellín, miembro de ECOFIN Business School Group y de la Junta Directiva de Governance2014.