Se da la circunstancia, además, de que la Comisión europea presentó a principios de mayo 16 propuestas sobre las que empezar a trabajar para desarrollar el llamado Mercado Único Digital, importantísimo proyecto en el que Europa se juega su futuro en la nueva Economía del Conocimiento. Estas medidas posibilitarán un crecimiento del PIB de la UE de más de 415.000 millones de euros y servirán para crear miles de puestos de trabajo. La Comisión ya ha insinuado que tales medidas incluyen una cierta revisión del derecho de propiedad intelectual establecido, seguramente en un sentido muy moderado, pues ya se sabe la el proceso de construcción comunitaria pasa por un sinfín de concesiones. Los "lobbying" más poderosos del planeta ya están desplegando todo su poder en Bruselas para que el alumbramiento del Mercado Único Digital no perjudique sus intereses más allá de aspectos tangenciales. Juncker lo tiene difícil y el primer asalto será este próximo otoño.
La mente jurídica de Cremades desbroza con cierta claridad el terreno, sin duda resbaladizo. Empieza afirmando que la Web es, desde sus orígenes, el resultado de la colaboración de miles de personas aportando sus conocimientos. "La Red acelera el paso de las obras al dominio público, en movimiento inverso a la tendencia de las leyes de propiedad intelectual", aclara. Pone de relieve que pocas áreas del ordenamiento jurídico están cambiando tan rápidamente como el derecho de la propiedad intelectual. Menciona como básico el término inglés "commons", terrenos comunales o "procomún", espacios libres de las restricciones causadas por el funcionamiento habitual del mercado. "Es necesario que la propiedad intelectual se redefina adaptándose al nuevo entorno causado gracias a ella", concluye Cremades en el capítulo correspondiente. Una lectura seguramente muy recomendable para quienes propugnan aplicar el inmovilismo de la sociedad industrial o analógica al dinamismo de la economía digital o del conocimiento.
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