Para llegar a esta situación colaboran los avances en los dispositivos de usuario cada vez más voraces por capacidad de la red. Pasamos de televisores convencionales a HD 720, HD 1080 y ahora 4K, que se conectan vía Internet a OTT como Netflix, Fox Play, HBO Go y otros. Por otra parte, se multiplican los dispositivos conectados al interior de los hogares. PC, tablets, celulares, SmarTV, Consolas, media players cohabitan bajo un mismo techo y se multiplican. Así, esta mayor demanda individual se potencia por la cantidad de integrantes del hogar.
La resultante es un consumo creciente que se lleva mal con la tarifa plana desde la perspectiva del operador. La pregunta entonces es: quién paga por las inversiones a realizar en la red. Por el momento, muchos operadores apuntan directamente a los proveedores de contenidos, con YouTube y Netflix a la cabeza, ya que son responsables de aproximadamente el 50% del tráfico en las redes fijas. Pero esta es una negociación difícil, sobre todo en aquellos países donde hay regulación a favor de la neutralidad de la red. No obstante, si la calidad de la red se degrada por falta de actualización de su capacidad, lo proveedores de contenidos se verán afectados (¿cuántas veces dejamos de ver un video porque éste no se cargaba?). Esta situación hace que proveedores de red y de contenidos se vean como adversarios.
Distinta es la situación en el mundo de los móviles. Y no porque éstos no participen también de la carrera por el mayor consumo. Hace rato que los celulares dejaron de ser un dispositivo para hablar para convertirse en uno de comunicación multimedia. Intercambio de fotos, videos, streaming de música impulsan también un consumo creciente y que promete seguir haciéndolo. Los celulares de alta gama ya prevén no sólo reproducción en 4K sino también grabación en esta resolución. Grabaciones que luego se subirán desde el celular a YouTube, Facebook y otros servicios que permiten publicar directamente desde el equipo. Sin pensar en video, ya hoy el mismo Whatsapp permite realizar llamadas de voz al tiempo que Facebook Messenger lo hace con las videollamadas. Sin embargo, los operadores móviles no parecen muy preocupados por esta situación. Y cuando lo están, no es por la mayor demanda de capacidad sino por la canibalización de algunos de sus productos (como pasó con Whatsapp y los SMS).
La diferencia entre operadores fijos y móviles radica en la forma de cobrar por el servicio. Recientemente en Argentina, las empresas de telefonía móvil desterraron las tarifas planas de datos (el famoso Internet ilimitado). Entonces, si el consumo crece, también lo hace la facturación. Es más, los operadores están deseosos de que la capacidad agregada por la tecnología 4G sea consumida por contenidos. Y buscan ayudarla con la oferta de servicios de streaming, como es el caso de Spotify. Esas redes vacías deben ser llenadas para comenzar a pagarse.
Este modelo de pago por uso comienza a ser replicado en el acceso fijo, aunque no todavía en Argentina. Sin ir muy lejos, en Uruguay, Antel (el operador estatal y dominante del mercado) ya discontinuó todos sus accesos de banda ancha fija con tarifa plana para establecer tarifas por tráfico (de 30, 60 y 90 Gb mensuales). En Argentina, Fibertel planea lanzar en junio un producto de estas características llamado Flex. Al menos inicialmente, apuntará no a los usuarios de alta demanda sino al extremo opuesto, los de bajo consumo.
Lo curioso del caso de Antel es que se trata de un operador que ofrece el servicio de Netflix a sus abonados. La razón es simple. Mientras éstos más consuman, Antel se beneficiará con más facturación. Así, Netflix pasa de ser una amenaza a un aliado. Lo opuesto a lo que sucede entre operadores y OTT cuando la tarifa es plana y éstos no se ponen de acuerdo en compartir los mayores costos. De paso, el cobro por el acceso es más justo. Quienes más consumen, más pagan. Quienes tienen un consumo light, menos. Como debe ser.